Capítulo 14

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Blanca se levantó de la cama muy contenta y, tras desayunar, volvió a subir a su cuarto, donde pasó toda la mañana estudiando.

Después de pasar una mañana sin sobre saltos, los chicos comieron y se prepararon.

Lucía subió a su cuarto, rebusco en el armario hasta encontrar sus bikinis y, al fin, eligió de entre todos uno de color turquesa simple. Después de vestirse, recibió un mensaje de Marco y se quedó hablando con él un largo rato. Cada día hablaban más y empezaba a echarle mucho de menos ya. Entonces, Lucía quiso sacarle el tema de los sentimientos y la cosa se volvió a enredar ya que él quiso evitar el tema y Lucía se enfadó.

Tras aquella conversación, ella cogió a su querido caballo y trotó tranquilamente hasta la pradera.

En la casa de enfrente estaba Blanca, que se había vestido pensando en el moratón que le había salido en el brazo. Tendría que explicar lo que había pasado.

Había escogido un bikini de color blanco y después se puso una camiseta de tirantes roja, unos pantalones deportivos grises y unas deportivas blancas.

Por fin se dispuso a salir con Quimera hacía la casa de Pablo, a el cual le había dicho que le acompañaría hasta la pradera.

Cuando ella llegó, el chico ya estaba allí fuera esperando. Tras saludarse, este le enseño sus establos y sus dos caballos, Triana, una preciosa yegua color gris tordo y Gaditano, su fiel compañero, que era un magnífico ejemplar de pura raza española, como Triana, y con un color parecido al de Galán solo que más oscuro. 

Después de enseñarle sus caballos a Blanca, ambos fueron camino de la pradera charlando. Blanca sobre Quimera y él sobre Gaditano.

Mientras, en la pradera ya había llegado Lucía, que se dedicaba a colocar las vallas para entrenar. Estaba sola pero en ese momento llegaba Lucas, el cual se acercó a Lucía para saludar.

-Hola -dijo él.

Lucía, que estaba de espaldas a él y no le había oído acercarse, se sobresaltó y, sin querer, dio un empujón a una de las vallas, la cual se calló y la dio en el tobillo.

-¡Ah! -Gritó Lucía perdiendo el equilibrio.

Lucas tuvo reflejos y la sujetó del brazo antes de que cayera.

-¡Lo siento! -dijo el chico  -venga, te ayudo a sentarte.

Lucas la ayudó a sentarse y después él se sentó a su lado.

Lucía se quejaba mientras se sujetaba la parte dolorida.

-¿Pero qué has hecho? -rió Lucas.

-He dado sin querer un golpe a la valla y se ha caído encima de mi tobillo.

-Ya lo he visto ya, pero ¿Por qué te has asustado? -reía aun Lucas.

-No te he oído llegar.

-Madre mía -siguió riendo el chico.

-No hace gracia -dijo cabreada la chica.

-Sí, sí hace gracia.

Lucía volvió a mirarle mal.

-Venga, déjame ver que tienes quejica -dijo Lucas apartando las manos de Lucía de su tobillo dolorido -No tienes nada, lo único que puede pasar es que te salga un moratón, sobrevivirás.

Lucía soltó una carcajada -Qué imbécil.

-¿Perdona? -dijo Lucas riendo -Habló la patosa.

Lucía no paraba de reír.

El septiembre que nos sobra y el agosto que nos falta © TERMINADA | EN EDICIÓN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora