Capítulo Uno

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Abril 2005

Tomás! Entra ahora mismo a casa y recoge este desorden- gritó Adela, la madre del pequeño.

La habitación de Tomás parecía un basurero. No había ordenado nunca ni un sólo juguete ni había ayudado en nada de las múltiples  tareas domésticas.

Tomás la miró con arrogancia y siguió jugando con el tirachinas.

-Recógeloguarra- susurró en voz tan baja que sólo se escuchó él mismo.

Adela se iba enfadando conforme pasaban los segundos.

Tomás!- insistió -¡He dicho que entres y ordenes tu cuarto!-

Como si oyera llover, el niño no se movió ni un ápice del sitio que ocupaba, es más, jugó hablando más fuerte para que su madre notase que no tenía intención de hacerlo.

Tomás!-

Recógelo tú guarra!- dijo esta vez gritando y ante la sorpresa de Adela y de Antonio, el padrastro del niño.

Hasta el mismo Tomás se quedó sorprendido. No se le solían escapar en voz alta las cosas "malas" que pensaba, pero esta vez así fue y sabía que iba a tener unas consecuencias bastante severas.

Antonio acudió hacia él como un rayo, desabrochándose el cinturón y dejando entrever la plateada y pesada hebilla del mismo. Tomás no se arrepintió a sabiendas de que iba a recibir otra paliza, esta vez prometía ser la más dura hasta entonces, pero no sentía que hubiese hecho mal, para él su madre estaba a su antojo y recoger era una de las muchas labores que tenía que hacer por él.

Antonio llegó hasta él y comenzó a darle golpes con el cinturón ante los que Tomás no se inmutaba. Cambiaba de expresión, eso sí, el dolor era difícil de disimular, pero no se movió en toda la paliza.

El padrastro, encolerizado por la falta de sufrimiento del menor, cogió la cabeza de éste y la giró para que en su visión estuviese su madre, que le miraba con una mano en la boca mordiéndose un dedo por la preocupación.

-Mira a tu madre, ¿la ves?- le dijo al oído -Eres como ella, no sabes hacer nada. Ahora me va a tocar discutir y darle su merecido a esa zorra. Todo por tu culpa-

Tomás no sintió lástima. Sabía de sobra que iba a ocurrir y que él no haría nada para impedirlo. Hacía ya años que se había convencido de que nadie era más importante que él mismo y que la vida de los demás era eso, de los demás.

Antonio empujó su cabeza violentamente hacia atrás y se fue hacia la casa abrochándose el cinturón nuevamente. Tomás cogió nuevamente el tirachinas en silencio y continuó con su entretenimiento de esa tarde. Adela se temió lo peor y se fue a llorar encerrada en el baño.

 Adela se temió lo peor y se fue a llorar encerrada en el baño

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Los gritos de Antonio despertaron a Tomás. Miró el reloj, aún no entendía de horas, pero la aguja pequeña estaba en las dos así que sabía que era tarde, y además tenía muchísimo sueño.

Con la almohada cubrió su cabeza para amortiguar de alguna manera el ruido que se oía fuera, pero lo lograba apenas un poco. Además, había una capa de sangre seca en ella proveniente de la herida que tenía en su cabeza por un golpe del cinturón de su padrastro, y le dio asco. Se levantó y abrió la puerta.

No sabes ni educar a un hijo joder!- gritaba Antonio.

Adela no decía nada o lo decía en una voz imperceptible para Tomás.

-Si ahora contesta así imagínate cuando tenga quince años- se oyó un golpe fuerte seguido de un quejido de la mujer -Menos mal que estoy yo que sino a saber que sería de vosotros.-

Callaos de una puta vez!- gritó Tomás desde el quicio de su puerta y acto seguido la cerró.

Un silencio sepulcral se formó en cuanto el niño terminó su frase.

-¿Lo ves?- dijo el hombre cogiendo a la mujer con una mano de las dos mejillas y empujando su cara en una señal de desprecio.

No Antonio!- suplicó la mujer sujetando en vano la camisa del hombre.

Unos pasos rápidos y contundentes sonaron con estruendo hacia la habitación de Tomás. Una puerta abriéndose con violencia y un aire provocado por esa violencia al abrirla es lo último que sintió Tomás antes del golpe que le dejó inconsciente.

Antisocial ® (3 Colección Trastornos Mentales) #sakura2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora