Capítulo Catorce

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Zabic llegó al patio con los puños cerrados. Esperaba encontrarse a Morder y rezaba para tener el valor suficiente de enfrentarse a él. Le creía culpable de la muerte de su gran amigo Maslo. Buscó por todo el patio pero no lo encontró. No estaba allí, el patio estaba vacío.

<¿Dónde pueden estar estos cabrones de los Arier?> pensaba para sus adentros.

Morder siempre se había tomado a mofa que hubiese otro grupo skinhead haciéndoles la competencia. Les infravaloraba. Cada vez que podía se reía de ellos. Se debía en gran parte a la demostración por parte de Zabic del gran respeto que les tenía, pero eso se iba a acabar.

<Vamos a declararles la guerra. Se acabó. Todo por ese niñato de mierda. También me ocuparé de él. Voy a comunicárselo a mis Biele>

Morder salía de la sala de interrogatorios aún con lágrimas en los ojos por la risa que le había causado el capitán Marino

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Morder salía de la sala de interrogatorios aún con lágrimas en los ojos por la risa que le había causado el capitán Marino. Que Tomás podía volver a reírse de él. Que locura. ¿O no?. La verdad es que no sabía muy bien que pensar. Si había sido capaz de ridiculizarle así, de ese modo, delante de tanta gente, incluso delante de los Arier al completo... ¡Y hasta desnudos! ¿Hasta donde podría llegar el niñato?

La risa le abandonó, incluso el buen humor. Todo se fue a pique pensando en ese maldito crío. Llegó a la salita de espera donde los funcionarios le volvieron a poner las esposas. Su semblante era serio y pensativo. Miraba sin fijar un objetivo, caminaba porque los guardias iban empujándole.

Al salir de allí se encontró con Gefahr y Polnich, estaban esperándole después de haber corrido la misma suerte que él y haber sido también interrogados. El primero le contó que no habían podido sacarle nada porque se había negado a hablar de lo que hacían y a que se dedicaba su banda y el segundo contó que iba a denunciar al inspector que le había interrogado porque le había dado un codazo en la cabeza. Les enseñó la contusión.

Morder apenas escuchaba. Seguía pensando en Tomás. Tenía que asegurarse de que no se le volviese a ocurrir dejarle así de mal ni de hacer algo peor. No veía capaz a los Biele de ocuparse de alguien con tanta sangre fría. Siempre fueron unos perdedores. Se ocuparía él mismo, le veía como a un rival. Tal vez lo sobrevaloraba, pero lo cierto era que no quería arriesgarse a acertar.

-Vamos a ir a por Tomás- le llamó por primera vez por su nombre verdadero, comenzaba a tenerle respeto.

Dejaron de caminar. Gefahr le puso una mano por encima del hombro.

-¿A por el niñato?- preguntó.

-A por Tomás- corrigió Morder.

-A por Tomás- corrigió Morder

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Antisocial ® (3 Colección Trastornos Mentales) #sakura2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora