Capítulo Tres

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Diciembre 2005

Toda la familia estaba en casa para celebrar ese mismo día la Nochebuena. Habían venido Carmen y Carlos, los tíos de Tomás y se habían traído a Cristian, el odioso hijo de ambos. Tomás no lo aguantaba, siempre andaba detrás de él preguntándole cosas. Tomás era tres años mayor que él y le servía de referente. Quería unirse a sus juegos contínuamente y solía quitarle de las manos aquello que estaba utilizando.

También vino Úrsula, la hermana soltera de su madre. Trajo muchas maletas, parecía que se iba a quedar unos días. No había cosa que peor sentase a Tomás que tener que compartir su espacio con gente. Bastante tenía ya con tener que hacerlo con su madre y el cabrón de su padrastro.

El abuelo José llegó acompañado de su mujer, la abuela Yolanda. No podía caminar bien porque tenía una enfermedad rara que le afectaba a los huesos y a la memoria, iba en una silla de ruedas que siempre empujaba el abuelo. De la silla colgaba una mochila con oxígeno directamente enchufada a su nariz. A Tomás le daba bastante asco acercarse a ella y mucho más besarle. "Olía a muerte" pensaba siempre el niño.

Era alguna hora de la tarde, empezaba a oscurecer. Tomás andaba jugando con su arma de torturar. Había aprendido en estos meses a atrapar los pajaritos sigilosamente y a amputarles miembros a fuerza de rasgarlos con la punta de su tirachinas. Estaba en esos menesteres cuando se acercó su primo Cristian.

-¿A qué juegas?- preguntó el pequeño con esa voz de flauta que sacaba a Tomás de sus casillas.

Tomás le miró fríamente y no le contestó.

-¿Puedo jugar?- insistió.

Tomás le enseñó un pájaro a medio diseccionar que tenía en la mano, al cual le faltaba todo el pico y un ala. Se lo tiró a la cara.

Cristian gritó de espanto al darse cuenta de lo que era.

-Ssssssh, calla, no grites- dijo Tomás poniéndole el dedo índice en los labios. -Vas a lograr que vengan los mayores-

Cristian le hizo caso. Que su primo le prestara atención y le dirigiera la palabra era todo un logro.

-¿Qué estás haciendo?- la curiosidad del pequeño no tenía límites.

-Les clavo el tirachinas- contestó el mayor.

-¿Por qué? ¿Se han portado mal?-

Tomás hundió la punta afilada en el borde del ala que quedaba y comenzó a raspar con mucha soltura, se notaba el largo tiempo de entrenamiento. Mientras lo hacía contestó a su primo sin dejar de diseccionar.

-Me ha molestado y se lo merece. ¿No crees?-

Cristian no sabía qué opinar. Nunca se lo había planteado de esa manera.

-No sé, ¿Te ha molestado mucho?- preguntó desde su inocencia.

-Mucho, me ha hecho enfadar y el enfado es algo que te hace sentir mal ¿Verdad?-

-- dijo sin dudar y alegrándose de poder dar por fin una respuesta a las preguntas de su primo mayor.

-Pues entonces se lo merece- dijo tirando el gorrión mutilado todo lo lejos que le permitió su brazo.

-Pues entonces se lo merece- dijo tirando el gorrión mutilado todo lo lejos que le permitió su brazo

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Antisocial ® (3 Colección Trastornos Mentales) #sakura2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora