Capítulo Diez

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28 Marzo 2011

Tomás andaba solitario, como cada mañana, por el patio. Los Messe no le habían aceptado en la banda y llevaban haciéndole el vacío medio mes ya. Es cierto que no había superado la prueba de acceso, pero algo en su interior le decía que todos, menos él, sabían como era Matías y que no lo iba a lograr. No entendía para nada el caracter de ese puto loco. Era imprevisible, cambiante como el clima pero en tan sólo segundos, capaz de dar pena a su alrededor, como pudo comprobar el día del altercado múltiple, de reírse de ti o de parecer completamente asombrado. Sin ningún tipo de escrúpulo para cortarte una oreja, rápido de movimientos y hasta parecía tener el don de la invisibilidad, o eso creía Tomás, porque desde el día de la biblioteca no había vuelto a verle.

Las estancias en su celda eran apacibles. Facada no le hablaba, pero tampoco le molestaba, eso sí, había notado que muchas veces le observaba de una manera que no le gustaba. Casi con cierta admiración. Parecido a como lo hacía su primo Cristian o su hermano Marquitos, pero superándoles en la edad.

Así que deambulaba solo. Sin nadie que pudiera molestarle. Se sentía bien así, aunque le faltaba de vez en cuando algo. Soltar su furia interior, proyectar su odio hacia alguna persona. Si pudiese elegir lo haría contra Galen, o mejor aún, contra Matías.

<Eso es. Próximo reto. Asustar a Matías y así lograr la incorporación a Los Messe. Una vez dentro ya veré que futuro ideo para Galen, incluso también para Facada. Jasir no, Jasir me viene bien, consigue y vende cosas>

Planeaba estas cosas totalmente obnubilado, tanto que se olvidó de que estaba en las duchas a medio enjabonar. Los allí presentes lo que veían era a alguien que se había quedado parado, mirando a otros presos muy cercanos a él, que tenía una sonrisa en la boca y una mirada alegre.

-- dijo un chaval grande y musculado con múltiples tatuajes en todo el cuerpo -¡! -volvió a gritarle al ver que Tomás no respondía.

Tomás volvió al mundo real debido a los gritos y miró al tatuado con asombro.

-¿Te gusto o qué?- provocó tocándose el miembro viril. -No dejas de mirarme-

Tomás se llevó las manos a la cara y al retirarlas ya llevaba la sonrisa de valentía que tanto gustaba a Facada. Se retiró la espuma de encima de los ojos, el baño estaba lleno de gente, Galen le observaba desde la fila de duchas que había enfrente de la de él. Perfecto, era el momento de una demostración. Se giró hacia el cachas, resopló.

-Vaya- miró hacia arriba -Así que eres el "buscapichas" del reformatorio-

Se oyó el "Uuuuuuuuh" general que suele seguir a la vacilada principal causante del jaleo que viene a continuación.

-¿Pero qué coño dices?- el cachas se señaló una esvástica de tinta tremenda que adornaba su pecho.

Tomás abrió los brazos con las palmas hacia arriba buscando hacer un gesto de obviedad.

-Por eso lo digo cachitas, ¿No sabías que Hitler era gay?-

Un puño enorme acompañado de un "Maricón de mierda" gritado por el cachas fue lo que vio Tomás viniendo hacia él. Con un rápido movimiento y la ayuda de un afortunado resbalón por parte del agresor, lo esquivó y provocó que, al no encontrar apoyo al otro lado de su puño, el nazi cayera al suelo provocando un gran estruendo.

Los allí presentes estallaron en risas. Tomás reverenciaba a su público como los actores al acabar una obra de teatro. Comenzaron a aplaudirle. Se sentía enorme, más que el cachas, se sentía vivo, importante, el mejor.

Una sirena avisó a todos de que debían volver a sus celdas cuanto antes y pronto se disipó el tumulto.

Dos nazis más, de la misma banda que el que estaba ahora tumbado bajo el chorro de la ducha y encima de un charco de sangre y gel de baño, observaron todo. Ayudaron a levantarse a Morder, que así se llamaba, y le prometieron que esto no acabaría así, que tuviese paciencia.

Morder miraba hacia abajo, vencido y ridiculizado por un niñato. Las lágrimas saladas caían por su mejilla. Su sed de venganza se activaba. Ese tal Tomás no sabía con quien se había metido.

 Ese tal Tomás no sabía con quien se había metido

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Galen contó lo ocurrido a Facada que, estupefacto, escuchaba con atención. Ese chiquillo no dejaba de sorprenderle.

-¿A Morder* has dicho que se lo hizo?- Facada insistía a pesar de haber escuchado ya su nombre dos veces -Repítemelo-

-tío- volvió a recalcar Galen por petición de su amigo -Le dijo que si era el "buscapichas" del reformatorio-

Facada se llevó las manos a la cabeza -Jajajaja, ¿en serio?- no dejaba de preguntar una y otra vez. Le interesaba mucho el tema.

-En las duchas vi a Gefahr* y a Polnich*, lo vieron todo, por no mencionar la cara de asesino de Morder- mencionó el sueco.

Ahora la cara de Facada era de espanto. Presentía la peor de las suertes para su compañero de celda.

-No sabe en que lío está metido- dijo el portugués -Nadie se mete con los Arier* y sale ileso para contarlo-

Galen negó con la cabeza al ver las intenciones de Facada.

-Oh, no, no, no. ¿No estarás pensando en admitirle en los Messe?-

Facada se retiró un momento y sacó de su ropa interior un móvil. Acurrucado en una esquina de la celda de Galen y de espaldas, marcó un número de la llamada rápida y se colocó el teléfono en la oreja ante la mirada espantada del otro allí presente.

-A Tomás- silencio -Sí, allí estará-

Galen se tocó la frente con indignación y ojos preocupados.

-Lo has hecho- afirmó.

Facada se apoyó el móvil en el pecho sin levantarse del suelo. -Sabes que es el único que puede admitirnos-




(El de la foto es Morder)


--Morder: Asesino en Alemán

--Gefahr: Peligro en Alemán

--Polnich: Polaco en Alemán

--Arier: Arios en Alemán

Antisocial ® (3 Colección Trastornos Mentales) #sakura2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora