(Sonrojos (X2))
Después de todo, no pudimos hablar con Daniel sobre el asunto de mi herencia, la cuál le había terminado comentando cuando me vi en el problema de que necesitaba un abogado de confianza y que no conocía a nadie. Él había prometido ayudarme con ello.
Pero la ocasión de hablar no se dio pues al parecer a Raymond le urgía que termináramos de cenar para ir a otro lado, Marina me preguntaba con la mirada, pero yo solo le negaba confundida al no saber qué le pasaba a Raymond.
Cuando volvimos a la casa, Raymond estuvo más callado de lo normal durante el camino. Yo tampoco estaba con muchos ánimos de platicar con él después de mi conversación con Gemma así que no insistí mucho en el tema.
Había muchos tipos de silencios incómodos en el mundo, pero este no era el caso. Tal vez "tenso" sea la palabra adecuada, pero no incómodo. Quería, necesitaba hablar con Ray de muchas cosas, y presentía que él también quería platicarme otras tantas, pero simplemente ambos estábamos sumidos en nuestros propios pensamientos. Me pregunté si acaso Ray también estaría pensando cómo abordarme el tema.
En vez de dirigirse a la casa, Ray tomó otro camino hacia Central Park. Me extrañó tanto que lo miré interrogante. Ray parecía no darse cuenta de mi mirada. Estaba tenso, sus nudillos estaban blancos por la fuerza con la que sujetaba el volante, y tenía su mandíbula tensa, sus ojos fijos al frente y su ceño ligeramente fruncido, añadido a eso, sus labios estaban con una ligera mueca, casi imperceptible y su cabello caía rebelde sobre su frente. Nos tocó luz roja.
—Rayrick —dije para llamar su atención mientras ponía mi mano en su pierna. Él me miró, y la dureza de su mirada se ablandó poco a poco. A veces, cuando estaba de buen humor aceptaba que le dijera Ray, pero en momentos como éste, prefería lo seguro.
—¿Qué sucede Cath?
—Quería saber si estabas bien —dije lentamente con cuidado.
—Lo estoy Cath —dijo con una sonrisa que no alcanzó sus ojos. El semáforo se puso en verde. Dejé el tema en paz, no era yo nadie para presionar a Ray.Mi teléfono comenzó a sonar, miré la pantalla y era un número desconocido. Todo en mi sentido racional me decía que no contestara. Pero algo en mi sexto sentido me decía que tenía que contestar, miré a Ray y él me miró a mí con expresión preocupada al ver la pantalla de mi celular. Hice ademán de levantar mi mano para contestar, pero Ray me interceptó.
—Cathy, no.... y si es...
—Ray, debo contestar sin importar quien sea, algo me lo dice.Tuvimos una guerra de miradas que finalmente yo gané, deslicé el dedo por la pantalla y contesté.
** Inicio llamada Cathalinna // Desconocido **
—¿Hola? —dije en inglés y la respuesta llegó en el mismo idioma.
—Hola Cathy, que sorpresa que tu hermana que dice quererte y adorarte no te llame en todo lo que lleva en el extranjero —dijo Dayno.
—Idiota, me metiste un susto de muerte —le reproché, a lo que él solo rió.
—Lo siento Cathy, pero necesitaba comunicarme contigo.
—¿Day, no pueden rastrear las llamadas...
—Relájate hermana —dijo calmado— compré un nuevo celular, y créeme que fue todo un reto encontrar a Andy, pero finalmente lo hice, sabía que ella no se iría sin dejarnos a Gio y a mí una pista de dónde estaba...
—Y lo más probable era que estuviera contigo —dijo Gio— así que le pedimos tu número de celular...
—Viajamos hasta Francia —añadió Dayno.
—Y compramos un nuevo celular para poder contactar contigo sin...
—Que nuestros padres se enteraran, o bueno, principalmente mamá —dijo Dayno interrumpiendo a Gio.—Está bien solo dejen de hacer eso de completar frases que me marean.
—Hecho —dijeron a la vez.
—Juro que ya no sé cuál de las dos cosas es peor, ¿A qué debo su llamada?
—¿Es que acaso no podemos hablar con nuestra hermana querida para saludarla? —dijo Gio.
—¿Y preocuparnos por ella como buena familia real que somos? —ironizó Dayno.
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La Ilusión de una Verdad |ECAP 1|
ChickLitPrimera parte de la saga: El Camino al Paraíso. Aunque te vallas, sabes que jamás podrás huir de tu pasado, porque es precisamente ese pasado, el que te hace ser quien eres. Eso, Cathalinna Capaldi lo tenía muy presente, y sin embargo, no le impedí...