(Bombas)
Me costaba abrir los ojos, mis párpados estaban más pesados que normalmente, notaba un intenso dolor en el abdomen y no podía mover mi cabeza.
Mis ojos comenzaron a ceder después de algún tiempo intentando abrirlos y por fin quisieron hacerme caso. Me deslumbró la intensidad de la luz y volví a cerrarlos en el acto, poco a poco fui abriéndolos de nuevo, acostumbrándome a la luz. Entonces noté sonidos, sonidos que me recordaban, aquella otra ocasión en la que también estuve ahí.
Fue cuando abrí mis ojos como platos y me di cuenta de que efectivamente estaba en el hospital. Un pánico horrible me invadió de repente y ese sentimiento de falta me carcomió por dentro, me destapé y me removí para poderme sacar la bata de debajo de mí. Me saqué la manga de la bata del brazo que no estaba canalizado y miré con un auténtico horror mi abdomen vendado.
Comenzó a faltarme el aire y comencé a mirar a todos lados. Era vagamente consciente de que el pitidito del monitor de signos vitales se había disparado, pero no me importaba. Si esto era un Deja vu, mi mente me estaba jugando una broma muy pesada. Demasiado pesada, a decir verdad.
Intenté moverme, pero el simple hecho de sentarme me provocó un enorme dolor en el abdomen que irradiaba hasta la espalda alta, mi cara se contrajo de dolor y me aferré al barandal de la cama para soportar el dolor. Cuando por fin logré sentarme comencé a girar mis piernas hasta que éstas colgaron de la cama. Sin poder evitarlo me mareé, esperé hasta que pasó el mareo e intenté levantarme, para mi mala suerte la cama estaba muy alta y sospechaba que si intentaba saltar no acabaría bien parada, busqué el control de la cama, en el barandal. Presioné el botón para bajar la cama, me arranqué los cables del ECG de monitoreo y una vez estuve de pie y jalando mi tripié comencé a caminar hacia la puerta, no iba a quitarme la aguja de venoclisis, no podía cometer ese error dos veces.
Esta se abrió antes de que pudiera llegar a ella y una angustiada Gemma entró corriendo por ella directo hacia mí, fue hasta que me encontré entre sus brazos que me di cuenta de que estaba llorando.
—Cathy, Cathy, por favor para.
—Gemma, ¿Qué pasó? ¿Dónde estoy?
—Cathy, necesito que te calmes por favor.Una enfermera entró por la puerta y ayudó a Gemma a regresarme a la cama, no tenía muchas fuerzas tampoco... así que no opuse mucha resistencia.
—Iré a avisar al doctor que la paciente necesita medicación.
—No —le dijo Gemma a la enfermera negando rotundamente— El Dr. Bershmont no querrá que se administre nada. Lo que necesita es que usted salga para que yo pueda hablar con ella.
—Igualmente deberé dar aviso al Dr. —dijo la enfermera asesinando con la mirada a Gemma, miré a Gem y estaba en la misma situación. La enfermera salió de la habitación echando humo.—Cathy —me dijo Gemma una vez la enfermera hubo salido de la habitación— necesito que estés tranquila para que yo pueda explicarte.
—Gemma dime que no estoy viviendo esto de nuevo —le dije llorando.
—Cathalinna —dijo sentándose en la cama y tomando mis manos entre las suyas— no lo estás viviendo de nuevo, tranquila. Aunque no sé exactamente a lo que te refieres.
—¿Bershmont? —le pregunté a Gemma— ¿He oído el apellido de Mattew?
—Si Cathy. Matt es uno de tus doctores, por lo que puedes estar más tranquila.—Lo último que recuerdo es haber visto una luz y luego ya no recuerdo nada.
—Eso es un inicio —me dijo condescendiente, con una linda sonrisa en el rostro— tuvieron un accidente Cathy, cuando venían a Manhattan —Gemma debió notar mi intención de preguntar, porque puso su mano sobre mi boca para hacerme callar— Tshhh, no me interrumpas. El otro auto quedó destrozado y el piloto.... bueno, falleció. De alguna forma lograste lastimarte de gravedad.
—¿Ray y Clary? —pregunté con un miedo renovado.
—Ray está muy bien, en comparación tuya —dijo y dio un largo suspiro antes de responder— Clary... ella entró en coma ayer.
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La Ilusión de una Verdad |ECAP 1|
Chick-LitPrimera parte de la saga: El Camino al Paraíso. Aunque te vallas, sabes que jamás podrás huir de tu pasado, porque es precisamente ese pasado, el que te hace ser quien eres. Eso, Cathalinna Capaldi lo tenía muy presente, y sin embargo, no le impedí...