Prólogo

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Había una vez en lo profundo de un bosque de Francia, en donde se encuentra un castillo encantado, habitado por una horrible Bestia y sus fieles sirvientes, que viven condenados para siempre.


10 años antes

Dentro del castillo se llevaban a cabo los mejores bailes, los más grandes y ostentosos. El rey y su reina se encargaban de que quienes asistían a estos se la pasarán de maravilla.

Un día, el rey cayó enfermo de gravedad, el médico de la familia les dijo que ya nada podía hacer, y así fue.

El rey Troy Doucet murió un día antes de navidad, faltando así un día para el cumpleaños número ocho del pequeño príncipe Louis.

Fueron tan solo dos meses después, cuando Louis era arropado por su madre que otra persona partió de ese mundo :

- Cariño, tienes que escuchar lo que te voy a decir -la reina abrazaba a su pequeño con un brazo mientras que con su otra mano acariciaba el cabello castaño de este -

- ¿Qué cosas mami? - Louis la miraba con esos ojos azules que tanto resaltaban en su cara aniñada -

- Algún día. Tú vas a ser el que gobierne todo esto - sonreía con ternura observando que el niño ponía suma atención a sus palabras-  Y vas a ser el mejor rey que haya existido en la historia de este pueblo-

Louis aún era pequeño para comprender del todo el peso de las palabras que le decía la mujer que lo abrazaba, tan solo podía poner total atención a aquello que salía de la boca de su madre, grabarlo en su memoria como algo de suma importancia

- Como papá y tú - afirmó el niño con una sonrisa triunfante en los labios, orgulloso por haber entendido bien-

- Si, como papá y yo - suspiro. Era inevitable no extrañar a su esposo, a su rey, sin embargo debía de mantenerse fuerte, por su pueblo y principalmente por el niño en sus brazos- Tienes que prometer que siempre vas a seguir tu corazón por sobre todas las cosas, el nunca va a fallar, nunca se equivoca. Y también tienes que prometerme que vas a ser feliz, muy feliz, tan feliz que sientas que el corazón te va a explotar de tanta felicidad - el tono utilizado por su madre era serio, como el que siempre usaba para dar órdenes a los empleados o cuando le decía algo importante, pero su sonrisa y el brillo en su mirada prometía un amor infinito -

- Yo no quiero que mi corazón explote mami - comento el niño aferrándose más a su madre, horrorizado por la imagen que su cerebro había creado-

- No te explotara el corazón amor, simplemente vas a sentir mucha felicidad y no pararás de sonreír - río dulcemente sin poder evitarlo-

-¿Como cuando papá y tú estaban juntos? - esperaba estar en lo cierto, pues, cuando su padre aún vivía y este estaba con su madre, los ojos de ambos brillaban tanto como el sol cuando está en su punto más alto -

- Si, justo como tú padre y yo

- Te lo prometo mami. Voy a ser muy feliz, siempre, siempre, y algún día voy a tener una princesa como los príncipes de los cuentos mágicos que me lees - asentía frenético el ojiazul mientras miraba a su madre, aún en los brazos de ella -

- Puede ser un príncipe también cariño - le había hablado sobre todo a su hijo, incluso sobre lo que muy rara vez vería en su vida, pues, en las historias que le contaba habían princesas que se enamoraban de princesas y príncipes que tenían a príncipes, siempre tenía algo nuevo que enseñarle a su hijo, y éste, cada día tenía una pregunta nueva para su madre. Quería enseñarle todo antes de irse. -

- ¿Un príncipe? ¿Cómo el señor Goupil y el señor Dumont? - el ojiazul hablaba del mayordomo de su padre y su novio, el jardinero, su madre los había conocido cuando estos estaban en las calles del pueblo pidiendo limosna, pues, sus familias al enterarse de la relación que compartían estos dos, no duraron ni un momento en echarlos de sus casas -

- Justo como ellos. Aunque ellos están m-

- Muy adelantados de la época en la que vivimos como para que allá afuera acepten su amor - interrumpió a su madre recitando las mismas palabras que todo el tiempo le decia- pero nosotros debemos aceptarlos y respetarlos porque son nuestra familia también y porque solo son personas que se aman y el amor nace en donde sea - vaya que en verdad a veces no hablaba como un niño de ocho años-

- Muy bien dicho - fue inevitable no sentir una oleada de orgullo en su pecho por las últimas palabras de su hijo, porque éstas nunca se las había mencionado- es una promesa entonces - dijo, quitando su mano del cabello de su pequeño para levantarla en el aire -

- Es una promesa mami - imito la acción de la mujer que lo abrazaba -

- Señora su alcoba está lista - interrumpió con una sonrisa tímida el joven Hardy-

- Gracias Niall - le devolvió la sonrisa- Ahora a dormir pequeño príncipe - le dijo a su hijo mientras le daba un suave golpe a su nariz con su dedo indice-

- Buenas noches mamá - sonrio dulcemente Louis, no sin antes darle un beso a su madre en la mejilla- Te quiero-

- Te amo Lou

La reina parecía que ya iba a salir de aquella alcoba en donde su pequeño hijo se encontraba,pero freno de repente sus pasos y volteo, quedando de frente a la cama de Louis.

- No olvides la promesa cariño - miro tranquilamente al ojiazul-

- No lo haré mami - respondió mientras sonreía, antes de que su mamá y el señor Hardy salieran de su habitación-



La reina Johanna Doucet murió esa misma noche mientras dormía. Se fue tranquila por la promesa que dos horas después su pequeño y único hijo le hizo.

Ella tan solo quería que su bebé estuviera bien, pero Troy la había visitado noches antes para decirle que la necesitaba arriba, con el, para que de esta manera vieran crecer juntos a su bebé. Definitivamente no estaba en sus planes verlo crecer de esa manera pero era algo en donde, ni ella, ni Troy tenían elección.

Tan solo ella esperaba que su hijo Louis supiera llevar las cosas.

🥀EL ENCANTO DE LA BESTIA {LARRY STYLINSON}🥀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora