Amar y ser amado

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Una semana después.

-Amo, está todo justo como lo pidió -El reloj entraba a la habitación, se podía escuchar una pizca de preocupación mezclada con emoción en su voz.

-Puedes retirarte -Ni siquiera se dignó a mirarlo. Algo en su interior comenzaba a deteriorar su mente. Sabía que estaba mal y aun así lo iba a hacer.

Fueron días en que no salió ni un momento de la habitación, días en que no había comido, días en donde se había asegurado de que lo que sentía era real y no solo producto de tener contacto por primera vez con alguien puro después de años.

Los empleados no perdían la esperanza en su amo, ni incluso los guardias que le habían advertido sobre lo que pasaría con Harry si lo volvían a ver por allí.

Se arrepintió por haber capturado a esa señora, fueron en esos días en que maldijo la hora en que decidió cruzar palabra con Harry, donde se arrepintió por haberlo salvado de los lobos y donde se odio a si mismo por ser tan débil.

Parecía que Harry había traído la alegría a ese castillo, podía ver como los empleados cambiaban de actitud una vez que cruzaban palabras con él.

Todos parecían felices a excepción de él.

Se negaba a aceptar la idea de que una persona que salió de la nada misma trajera tanta dicha a la vida de otra.

Su padre era el que le había hablado por primera vez sobre las almas puras; aquellas que solo aparecen una vez en la vida de unas cuantas personas, llegan para ayudarte con lo malo y te regalan felicidad. Aquellas almas que no esperan nada a cambio, no existe odio en su vida, no hay maldad. Son almas que nacen puras y se quedan puras por la eternidad.

No cualquiera tenía la suerte de conocer una. Un Louis de seis años le dijo a su padre que el sería una buena persona para algún día poder encontrarse una, y la había encontrado. Había llegado a él como si ambos tuvieran hilos invisibles en el cuerpo y alguien superior a ellos estuviera manipulándolos. Como si ya estuviera escrito que tenía que ser así.

Ese muchacho que había encerrado el primer día que lo conoció era esa alma. Era a Harry a quien le pertenecía esa alma.

Se sentía la peor escoria teniéndolo allí, pensó que tal vez si se lo permitía podía ayudarlo; a reconstruirse, aprender de el y que lo ayudara a lidiar con su vida sin los muros que estaban alrededor de su corazón. Pero después pensaba en su madre y su padre, en como la vida se los había quitado sin deberla ni temerla y se retractaba de sus palabras.

En esa semana la idea rondando su cabeza no lo dejaba en paz, siempre estaba presente; cuando cerraba los ojos, cuando veía esa pobre rosa que comenzaba a quedarse desnuda de a poco, cuando trataba de dormir, cuando trataba de comer, cuando tomaba un baño de casi tres horas y cuando lo miraba a través del espejo. Siempre llegaba a la misma conclusión.

El rizado de preciosos ojos verdes comenzaba a gustarle y no había nada que hacer al respecto.

Cuando has pasado tantos años sin demostrar una pizca de cariño hacia alguien y llega cierta persona a provocarte un remolino de emociones, la sensación te abruma y tienes miedo. Porque no sabes cómo manejar todo lo que sientes, porque de inmediato comienzas a pensar en todas las cosas que podrían salir mal, porque ya pasaste antes por eso. Todo el tiempo sientes el corazón acelerado junto a esa presión sobre tu estómago y tu cabeza trabaja todo el día en las posibilidades de que todo salga igual que antes. Salir dañado una vez más y no tener la certeza de que volverás a repararte.

Tenía miedo, él nunca había sido tan valiente. Tenía miedo de estar tomando una decisión incorrecta.

Todo estaba listo, tan solo tenía que tenerlo enfrente y no dejarse deslumbrar por ese color tan precioso en sus ojos. Así tenía que haber sido desde el inicio.

🥀EL ENCANTO DE LA BESTIA {LARRY STYLINSON}🥀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora