4. Acuerdos

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   Sentía que debía abrir los ojos, que esto era un sueño. Leer con una persona que, era totalmente desconocida, pero llamaba la atención de mis gustos.

Señor extraño, ¿en dónde has estado todo este tiempo?

―Guau, hemos leído cerca de cincuenta páginas ―dijo él, despertándome de mis locos pensamientos hacia él.

―En media hora ―le dije mientras él cerraba el libro y yo miraba la hora de su reloj en la muñeca derecha.

Cinco de la tarde y no me había dado cuenta que estaba oscureciendo. Me levanté rápidamente del asiento y comencé a caminar.

―Lo siento, no quise que algo como esto sucediera, y creo que olvidé decirle a mi primo que venía aquí y que... ―comencé a decir rápidamente, pero me detuve al darme cuenta que este me miraba divertido ― ¿Qué?

―Hablas muy rápido, tranquila ―dijo él.

―Es que, me escape, si se puede decir así ―pronuncié, ahora lento, y con una sonrisa asomándose a mis labios.

Uf, este chico hacía que reaccionara de tantas formas en tan solo segundos.

― ¿Te ha gustado el libro? ―agregó. Se puso de pie y se acomodó la bufanda. Pude ver como los lunares de su cuello se marcaban en su blanca piel.

―Nunca lo había leído hasta esa parte, se ve muy interesante.

No había esperado algo como esto, mejor dicho, nunca. Estaba opinando de literatura con un chico... Lindo. Muy lindo, demasiado lindo. Nos callamos por unos segundos.

― ¿Mañana vuelves a la misma hora? ―me preguntó, señalando la banca.

― ¿Qué? ―me agarró distraída.

¿Quería que nos volvamos a ver? Por dentro, la emoción me carcomía. Pero no podía demostrarla en expresiones, si no me delataría.

― ¿Te gustaría seguir leyéndolo mañana?

―Hum ―dije pensativa ―. Veo si puedo escaparme de mi madre ― "Sí que es vuelve mañana" me susurré a mí misma. Soltó una risa ante el comentario y yo lo acompañe con una sonrisa.

―Está bien. A las cuatro y media, en el mismo lugar, ¿te parece? ―dijo, como si fuera una cita.

Tu y yo, el sábado a las seis.

¡No es una cita! ¡Cállate!

Me estaba volviendo loca.

―Me parece genial ―respondí, tímida, como siempre.

Asintió con una sonrisa y comenzó a alejarse, dándome la espalda. Pero fue algo muy repentino: me había preguntado si quería seguir leyendo el libro con él, pero nunca me preguntó el nombre, ni yo a él.

― ¡Espera! ―lo llamé, antes de que comenzara el sendero del otro lado de la arboleda en la que nos encontrábamos debajo. El dio media vuelta para mirarme algo desconcertado.

― ¿Si? ―preguntó.

― ¿Cómo te llamas? ―dije lentamente, y comencé a jugar con mis dedos desnudos, algo nerviosa.

Vaciló por un momento.

Debería de haberle preguntado cómo se llamaba al principio de nuestro encuentro de lectura, pero era imposible. Con esa mirada y esos ojos que me atrapaban. Mi Dios, no sé qué sucedía conmigo.

Se distrajo con el suelo, estaba como admirándolo... "Si serás idiota, Charlotte. ¿Qué clase de persona admiraría el suelo?"

Levantó la cabeza.

Corona De Lágrimas (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora