Luego de haber escuchado la conversación entre Dylan y su madre, Jasmine me dijo que me quedara más tiempo para conocerme. No sabía que decir, pero acepté de todas formas. Ya que soy la novia de Dylan no podía quejarme de nada.
Dylan me invitó a sentarme en la mesa que se hallaba en la cocina, y yo le sonreí en forma de agradecimiento, al mismo tiempo que su madre servía en unas tazas el café que ibamos a beber los tres.
- El café frío, por favor - Dije acomodandome sobre la silla. Jasmine se detuvo a medio camino de servir el café en la última taza y me miró con un toque de cólera.
- Lo necesitas, Charlotte. Mañana estarás enferma después de todo, al igual que Dylan - Dijo, sirviendo el café y entregándoselo a mi novio para que me lo de a mi.
Se sentó a un lado mío y Jasmine se sentó en la punta de la mesa. Los tres estábamos callados. ¿Cómo podíamos empezar algo con un principio tan incómodo?
- Así que, se conocieron en el instituto, ¿verdad? - Preguntó la madre de Dylan.
- Sí - contesté ,tocando la taza caliente -. Estaba con el Director y tuve que ayudarlo a que se ubique con las clases y todo eso.
- A ella también le gusta leer mamá - Dijo Dylan de repente -. Después de todo no soy el único loquito por los libros en la escuela - Susurró por último. Jasmine sonrió y sujetó su taza.
- ¿Eres loquita, Charlotte? - Preguntó ella, risueña por primera vez desde que la vi en la puerta de la habitación de Dylan, casi por echarme de la casa.
Sonreí complacida de decir que era tan loca por los libros como Dylan lo era.
- Si a eso se refiere con decir que me gusta leer, cientos de libros, sí, soy una loquita.
Jasmine rió entre dientes y me miró con un toque dulce en la mirada. Cambios de humor de un momento para el otro... Extraño.
- Dime, Charlotte, ¿y tus padres?
Refregué un labio con el otro algo incómoda. Luego recordé el rostro triste de Kansel cuando la conocí en el hospital. Todo era tan no cliché.
- Mis padres se divorciaron cuando apenas nací. Mi padre vive en Nueva York - Contesté, tomando de la taza para evitar miradas.
- ¿A qué se dedican? - El cuestionario de Jasmine comenzaba a asustarme.
- Mi madre tiene un negocio de ropa, y de mi padre no se nada - Dije, dejando la taza en frente mío sobre la mesa.
El silencio se presentó en la conversación y en el ambiente también. Y con un nudo en mi garganta nada ayudaba a que todo eso sea mejor. Suspiré lentamente y Dylan me sujetó la mano por debajo de la mesa, entrelanzando sus dedos con los míos.
- ¿Y papá? - Saltó Dylan, luego de unos minutos sin hablar -. Tendrían que llegar los dos a la misma hora.
- Tenemos serios problemas que resolver - Contestó Jasmine, dándole un sorbo largo y algo ruidoso al café -. Hoy discutió conmigo como si todo fuese mi culpa.
Se terminó la taza con el segundo sorbo y se levantó de la silla para dejarla en el lavaplatos e irse por el pasillo, sin decir nada más.
Miré Dylan y él se encogió de hombros.
- Vete a casa - Dijo apenado -. Algo no debe estar bien.
Se levantó de la silla y me dió un pequeño beso en los labios.
- Mañana paso a buscarte a las cinco - Dijo, pasando por detrás mio y escabuyéndose por el pasillo, al igual que su madre.
Por suerte al salir de la casa de Dylan, había parado de llover y pude caminar hasta mi casa. Llevaba mi ropa mojada en una bolsa y mi mochila colgada en mi hombro. Mi cabello se estaba secando y se destiñó un poco, por mala suerte.
Llegué a mi casa a eso de las tres y media y no sabía que hacer. Nicholas no estaba, asi que todo era aburrido, silencioso y aburrido.
Pasé toda la tarde sola. Luego de haber pasado un hermoso día con Dylan, todo se rompió tan facilmente como un cristal al caer del suelo.
Me encontraba ya recostada en la cama leyendo Tom Sawyer. En realidad, releyendo Tom Sawyer. Estaba repitiendo el mismo texto de hace más de cinco minutos y me rendí. Apagué el velador y apoyé mi cabeza sobre la almohada, pero no pude pegar un ojo.
Me intrigaba la relación entre Dylan y su madre. Todo el problema de ser tan misterioso, pero Jasmine tenía esa actitud de tener todo bajo control, y si nadie hace lo que ella decía, se cabreaba. Conocía a ese estilo de persona, y toda mi vida he estado rodeada de ellas.
Escuché ruidos en el patio de en frente, y me di cuenta que ya me estaba durmiendo. Justo cuando tengo la oportunidad de dormir, me despiertan. Me senté sobre la cama y miré a través de la oscuridad. Me puse de pie y me dirigí hacia la ventana. Con los ojos achinados, la abrí mirando hacia abajo.
Una cabellera negra cruzó el patio y llegó a la puerta. Kansel tocó la puerta y esperó, por lo que yo oí, porque apenas alcanzaba a ver su cabello negro hasta la cintura. No iba a abrirle, quería ver que hacía después de que nadie le abriera.
Esperamos más de cinco minutos y ésta no se movió. Hmm, era resistente, e insistente.
- Pss - Soplé entre mis dientes, sacando la cabeza más afuera. Kansel no me escuchó -. PSSS.
Levantó su cabeza hacia mi y sonrió. Tenía su bolso marrón colgado de un brazo y todavía tenía las vendas en su brazos, además del corte en la frente.
- ¡Déjame entrar! - Me dice mi hermana poniéndose debajo de mi ventana para verme mejor. Apoyé mi pera en el dorso de mi mano y la miré burlona.
- No - Dije, y sonreí fugazmente. Kansel enrelazó sus dedos e hizo un gesto de súplica.
- Por favor, no tengo a dónde ir - Dijo haciendo un puchero para el final.
- Ajá - Dismulé interés -. Tú irás por donde viniste, y dormirás en la camilla del hospital. La enfermera dijo que el alta te la daban el domingo por la mañana.
- El alta era hoy - Dijo Kansel enderezándose.
- No soy idiota - Contesté seria -. Volverás al hospital, sola - Y cerré la ventana. Dí media vuelta y me apoyé sobre el vidrio.
Luego dejé de pensar y la volví a abrir. Rodeando los ojos.
- Está bien, ya bajo - Le dije a Kansel desde arriba. Ella apluadió de la emoción.
Rodeé los ojos otra vez y me volví para salir del cuarto de mi madre para bajar las escaleras. Al abrir la puerta Kansel justo se paraba en el porche, con unos papeles en la mano, mostando el título en negro.
- ¿Qué pasa? - Pregunté.
- Hoy me llegó esto - Dijo mirando la primer hoja -. Me parece que, mi madre tiene problemas de salud.
Pestañeé, y miré las hojas en las manos de Kansel.
- ¿Y qué dice la hoja? - Me crucé de brazos para contener el frío.
- Tiene cáncer.
Nota de autora: sese, ya sé que la madre de Kansel es una putita barata y que a nadie le importa que tenga cáncer, pero todo va a ser MEJOR.
En el último capítulo no puse nota de autora porque realmente no tenía ganas de opinar sobre nada porque estaba en un malisimo momento, no me mal interpreten readers.
Bueeno, los dejo con la intriga. El Miercoles vuelvo a subir capítulo, les vengo avisando. También voy a empezar a subir una novela nueva, se llama Hojas de Invierno. Esa ya la tengo hecha, así que voy a intentar subir todos los días.
Les dedico Try de John Newman, no sé, disfrutenla.Besotes.
salute xx
ESTÁS LEYENDO
Corona De Lágrimas (Editando)
Teen FictionCharlotte Markhall era una adolescente marginada y sin amigos. Su vida había caído de cara al suelo cuando su mejor amiga falleció. A ella no le importaba si la gente del instituto no la notaba, si la golpeaban en los pasillos sin querer, hasta que...