15. Destino Nueva York

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   Tuve una charla considerada con Kansel -aunque con algunos gritos-, y Nick llegó a casa a eso de la una de la mañana. Había mucho transito de camino a casa, según él, aunque ni siquiera caí en esa mentira. Pero a pesar de todo, fue el peor fin de semana desde hace dos años.

Dylan no vino por mí el viernes a las cinco. Estuve todo el día impaciente por saber que clase de locura me esperaba esa tarde, cuando en realidad no sucedió nada. Aún me intrigaba la idea de saber qué fue lo que sucedió con su familia, y si yo ya era su novia, según Dylan, tendría que confiar en mi. Y no lo hizo.

Lamentablemente, transcurrió un largo tiempo, pero estuve distraída estudiando para los exámenes para comenzar el tercer trimestre escolar. Cuando menos lo noté, Dylan me había abandonado, prácticamente. Había pasado un mes ya, y ni siquiera envió mensajes, ninguna llamada, ni nada parecido.

Nada de nada.

Y todo luego de besarlo. Ja, ¿quién caería en esa estupidez? Solamente yo.

- Adiós - Dijo mi madre alegre desde la puerta mientras que nosotras íbamos caminando por la acera para ir al instituto.

Era un lunes. Un lunes ya común para mi y para Kansel.

Luego de haber tenido la noticia de que mi madrastra tenía cáncer, Kansel quería que la acompañe a Nueva York para visitarla. Al principio tenía miedo por la idea de conocerla, y también por reencontrarme con mi padre, pero después acepté. Ese mismo miércoles nos iríamos a Manhattan para cuidar de ella hasta el lunes.

Kansel permaneció en mi casa dese ese día. Mi madre llegó con mi tía Lauren a fines de enero con cuatro valijas extra grandes, con ropa. Buena ropa para hacerse sus negocios con la mejor amiga de mi madre. Hasta se imaginaba que podríamos marchar de Scarsdale y mudarnos a Nueva York. Con Kansel.

Mi madre adoró a Kansel, y Kansel a mi madre. Las dos comenzaron a llevarse muy bien en menos de dos días, lo que a mí me llegó a tardar más de diez años. Luego Nicholas consiguió departamento pero uno temporal, si es que decidíamos mudarnos o no a Nueva York, porque él no quería dejar de verme. Ni a mi ni a mi madre, ya que es su tía favorita.

Y todavía no podía creer las cosas que sucedieron en un mes, sin saber lo que más quería saber. Dylan, ¿en dónde diablos estás?

Llegamos a la escuela y entramos hablando sobre que podríamos llevar el fin de semana cuando vayamos a Nueva York. Kansel gesticulaba demasiado, hasta que le dió un manotazo a un chico de un año menos que el nuestro.

- Lo siento - Dijo la morocha bajando su mano, pero el chico que sufrió de un golpe en el ojo, se acercó a nosotras.

Desde que a Kansel le dieron el alta, comenzó a ir al instituto conmigo, como pueden ver, porque yo quería. Le obligué, obviamente.

- Kansel Markhall, ¿verdad? - Preguntó éste. Mi hermana se volteó a mirarme para pedir ayuda y yo le guiñé un ojo burlona.

Se volvió hacia el chico rubio y hasta un poco más bajo que yo.

- ¿Por qué? - Dijo Kansel. El muchacho se encogió de hombros.

- Eres muy nombrada - Dijo sonriendo el puberto -. Todos en la escuela hablan de ti.

Y se alejó de repente.

- ¿El accidente de auto me hizo mas bella o qué? - Dijo mi hermana volviendo a caminar a mi lado -. ¿Llamo mucho la atención?

Pasé mi mano por toda mi cara por la fustración.

- Si llevas mil kilos de maquillaje encima como Elizabeth Crowd, llamarás la misma atención.

- Y el mismo trasero, y el mismo escote - Presumió ella.

- Ya cállate - Sacudí la mano ignorando el tema de conversación sobre traseros y escotes -. Ella es rubia teñida, tiene fea frente y la silicona en su trasero es más falsa que la de Nicki Minaj.

- Yo tengo uno natural - Dijo parando en medio del pasillo y mirando su trasero. -, y pechos normales.

Vi la hora y me di cuenta que ya tocaría el segundo timbre, así que me despedí de Kansel para poder ir a mi casillero y cambiar los libros. Estaba estresada realmente. La noche anterior no había dormido nada, como todas las anteriores durante un mes. En ese momento, una chica fue a su taquilla la cual se encontraba a dos más de la mía, hacia mi derecha, para sacar algunos libros. Un chico comenzó a hablarle y la dejó abierta, mostrando un pequeño espejo que me reflejaba.

Esa mañana no me había lavado la cara y tampoco me digné a cepillarme el cabello, así que lo recogí en una coleta y me coloqué el gorro encima. Pero me importaban más las grandes ojeras por debajo de mis ojos, y mi rostro estaba consumido. Apreté mis ojos y cerré el casillero, ya con todas las cosas en mi bolso. Cuando veo otra vez el espejo de la otra taquilla, veo un rostro familiar que se encontraba por detrás de mi. Y me di la vuelta, encontrándome con Dylan.

- ¿Dylan? - Dije en un hilo de voz, y él sonrió.

- Te amo.

Y entonces miré hacia todos lados, para ver si alguien me miraba, y así era. Todos interpretaban con la mirada de que yo estaba loca, y me volví hacia un espacio vacío. Dylan ya no estaba. Cuando el timbre hizo su tercer paso, el pasillo quedó desierto en segundos.

Esperé para conseguir el aire dentro de mis pulmones, y me deslicé lentamente hasta tocar el suelo.

Me estaba volviendo paranóica.

***

La bocina del taxi nos dio la hora a mi y a Kansel. Nos pusimos de pie y comenzamos a despedir a mi madre. Nicholas me abrazó al decirme adiós.

- ¿No hay abrazos para mi? - Preguntó Kansel abriendo sus brazos. Nick levantó las cejas incrédulo.

- Adiós - Dijo riendo burlonamente.

Se llevaban tan mal que ni siquiera se miraban. Cada vez que Nick contaba un chiste, Kansel no se reía solamente porque se llevaban mal. Se odiaban de a poco, y sin razón.

Cargaron las valijasen el taxi y nos llevaron a la estación de trenes. El tren partía en menos de diez minutos y llegábamos tarde.

- ¡Diablos, Kansel, justo hoy tenías que usar tacones! - Grité corriendo con los pases en la mano y con la valija en la otra.

- ¡Espera! -  Ya cuando notó que estaba dándole las valijas al señor. Kansel llegó lo más rápido que pudo y se las dió.

- Dios Mío, Kansel - Dije con la respiración agitada. Entramos al tren y fuimos al vagón donde pusieron nuestras maletas.

Nos sentamos una en frente de la otra y Kansel se sacó los tacones y los cambió por unas converse que tenía dentro de su mochila. El tren dió su ultimo aviso y a los cinco minutos comenzó a andar. Al rato, una mujer pasó a ofrecernos algo de beber y acepté, dándole dos dólares. Una Coca - Cola no nos vendría mal.

- Adiós Scarsdale - Dije suspirando, luego de haberle dado un gran sorbo a la botella.

- Nueva York... - Comenzó Kansel.

- No digas aquí vamos porque romperé el vidrio con tu cabeza - Dije amenazante. Pero luego reímos descaradamente.

Nota de autora: bueno bueno, dije que iba a volver a subir capitulo el miércoles, pero es que no pudee.

Así que los dejo con más intriga.

Hoy, una de mis mejores amigas, lectora como yo, escritora también, me dijo que iba a "promocionar" mi novela :) Espero subir los leídos, y también ponerle más acción.. Los amo.

salute xx

Corona De Lágrimas (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora