El timbre del almuerzo sonó, y salí del salón. Estaba nerviosa por la idea de que Dylan me encuentre, en los pasillos o en la cafetería. Por suerte, en mi camino hasta mi casillero, y hasta las puertas del comedor, no lo vi. Pero, uf, qué ganas de verlo aunque sea sonreír. Me tenía tan loca que tenía miedo de que llegue al límite de mis nervios y que dijera cualquier cosa, o que haga cualquier estupidez.
Dejé de pensar tanto y fui por mi comida. Al sentarme en la silla, sentí que varios giraban la cabeza hacia un punto, que estaba a mis espaldas. Me di la vuelta para ver en lo que ellos se estaban fijando, y cuando lo hago, me doy cuenta de que Dylan venía hacia mí, con la bandeja en mano. Me sonrió y mi corazón dio un vuelco.
Dejó su almuerzo en frente de mí, y luego se sentó. Yo lo miré detalladamente; estaba feliz y no sabía por qué. Levantó su mirada del sándwich y clavó sus ojos en los míos.
― ¿Qué? ―preguntó él. Yo me giré para ver si la gente seguía mirándolo como antes, pero por suerte no. Me volví y miré mi espagueti.
―Nada ―me esforcé en terminarlo, en silencio. Limpié mi boca con una servilleta y luego abrí mi libro, comiendo una manzana.
Todo era tan incómodo, hasta que Dylan agarró su celular y oí que me sacó una fotografía. Levanté la cabeza al instante que él guardaba el aparato en su bolsillo.
― ¿Qué has hecho? ―le pregunté mientras que él se cruzaba de brazos y se apoyaba sobre la mesa, sonriendo.
Y él se encogió de hombros. Sonreí sin mostrar mis dientes, apretando mis labios, y volví a leer. Pero en cuanto menos me di cuenta, me sacó el libro de las manos.
― ¡Ey! ―reclamé.
― ¿Comer, Rezar, Amar? ―y abrió donde estaba leyendo yo. Me encantó ver sus ojos recorriendo las líneas impresas en las hojas ―. Adoré la película, pero nunca leí el libro.
No pude evitar sonreír.
―Julia Roberts hizo el papel a la perfección ―le informé, y él asintió.
―No me hables de Julia Roberts ―dejó el libro en la mesa y me miró ― ¿Qué dices de Daniel Radcliffe?
Tardé en reconocer el nombre de aquel actor.
―Hum, Harry Potter ―dije, cruzándome de brazos. Esta conversación comenzaba a interesarme.
―Me dirás que es una de las mejores sagas de la...―comenzó Dylan.
―Historia ―dijimos al unísono. Reí un poco por el momento.
―De la fantasía, obviamente ―agregué yo.
―Amo las historias de ciencia ficción y fantásticas ―habló con tanta emoción que arrugué el entrecejo de la risa.
―Déjame con las novelas realistas ―le dije, tomando de mi botella de agua.
―Algunas me aburren, pero las más vendidas, la mayoría son mis favoritas ―movió sus manos, expresándose.
Asentí lentamente, mirándolo con admiración.
― ¿Por qué prefieres esta clase de novelas? Así de románticas y... triste. Más que todo rompecorazones de chicas como tú.
― Siempre espero que me pasen cosas así ―puse toda la basura de mi almuerzo sobre la bandeja y lo miré ―. Cosas como, el típico chico que se enamora de la chica más bella de la escuela y que ella no se da cuenta porque tiene la autoestima por el piso.
Sus ojos se iluminaron, y mi mente dio tantas vueltas por esa acción actuada por Dylan. Entonces, me puse de pie para guardar el libro en mi mochila, y cargar la bandeja con mis manos. Vi que él seguía mis pasos, y cuando comencé a caminar lo tenía a mi lado.
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Corona De Lágrimas (Editando)
Ficção AdolescenteCharlotte Markhall era una adolescente marginada y sin amigos. Su vida había caído de cara al suelo cuando su mejor amiga falleció. A ella no le importaba si la gente del instituto no la notaba, si la golpeaban en los pasillos sin querer, hasta que...