Rose no me había teñido el cabello negro como yo lo quería. Ella me había dicho que iba a ser negro, como siempre, pero me mintió. Lo había sospechado por la sonrisa que tenía en los labios mientras me lavaba el pelo. Al sentarme bien sobre la silla, lo vi castaño... Castaño claro.
En fin, no salió caro. Según ella, era un regalo para mí, así que lo acepté sin problema.
Había terminado de hervir los huevos y el arroz, cosa que me salió casi bien, porque el arroz casi se me pasa y la cascara de los huevos casi se me cae adentro del agua hirviendo. Charlotte cocinera.
El timbre sonó y casi me corto un dedo con el cuchillo que estaba utilizando con el filete. Como odiaba cocinar. Me lavé las manos y fui hacia la puerta.
―Hola, Charlie ―dijo Nick, entrando con un bolso a la casa mientras me daba un beso en la mejilla.
―Estoy por poner el filete en la plancha ―le dije, cerrando la puerta a la vez que se sacaba el abrigo de encima.
―Hoy comemos sano ―contestó, dándose la vuelta. Se quedó mirando mi cabello y pestañeó varias veces ―. No pasé ni dos días contigo y ya te veo con el cabello de otro color.
―Error de peluquera ―le respondí caminando hacia la cocina ―. Dijo que no le gustaba el negro, que ya debería cambiarlo. Después de que me haya teñido, claro. Me hizo una sorpresita.
―A mí me gusta ―dijo Nick abriendo el refrigerador. Sacó una botella de agua y le dio un trago bastante largo ―. Además, se parece más a la vieja tú, casi rubia. ¿Pero por qué negro?
Parecía como si un cuchillo me atravesara el pecho. Nicholas no tenía la culpa, pero desde que apareció, con cada cosa que decía o se le escapaba, hacía que me sienta peor. Pareció que mi expresión en la cara demostró una débil muy débil Charlotte, más de lo normal, ya que Nicholas me dijo
―Bien, seamos honestos ―me dijo poniéndose a un lado mío ― ¿Qué sucede?
―Nick, ahora...
―Sin excusas, yo quiero la verdad ―su seriedad me obligó a mirarme las manos y también a dar un suspiro entrecortado. Era una gran decisión de mi parte con decirle lo que había sucedido con detalle a Georgia. Pero lo hice.
Y lloré, claro. Lloré como una magdalena. Nicholas me apoyó, y me dio un abrazo acogedor. Él me acompaño en aquel momento duro para mí.
Tengo a la primera persona en la lista: Nicholas. Y aunque antes pensaba otra cosa, él era, en ese momento, el mejor primo del mundo.
***
Dylan, Dylan, Dylan.
Esperaba con ansias mi reencuentro con él en el pasillo. Al menos en mi clase de español no estaba, pero no veía la hora de toparme con él.
Caminaba con precaución en el pasillo, yendo a mi casillero. La próxima clase era Historia y estaba de humor para apreciar la Primera Guerra Mundial. Guardando mis cuadernos en la mochila, escucho mi apellido de lejos.
―Markhall ―me enderecé rápidamente y vi como el director Menders me miraba. Señaló la puerta de su oficina ―. Te quiero en mi despacho ―asentí con inseguridad. Me peine el cabello, cerré el casillero y me dirigí hacia la dirección.
Arrugué la frente durante mi trayecto hacia la puerta y comencé a pensar en todas las cosas que había hecho los últimos días mientras saludaba a la secretaria. Ella solamente me rugió un es urgente de mala gana.
Me dirigí a la oficina de Menders, la cual tenía la puerta abierta. Veo como estaba escribiendo sobre un papel concentrado y al verme se sacó los lentes. Los dejó a un lado y entrelazó sus manos apoyándolas sobre la mesa.
―Charlotte, siéntate por favor ―dijo, señalando el asiento. Me acerqué tímida, descolgándome la mochila del hombro ―. Lo único que le pido señorita Markhall, es que contenga la...
―No hice nada ―le interrumpí, sentándome.
Él solamente se quedó con las manos al aire, después del gesto que dejó a medias, hasta que suspiró, las volvió a unir entre sí y a dejarlas caer sobre la mesa de madera. Tenía una mirada muy seria.
―Lo siento ―soné apenada ―. Prosiga.
No tenía más la mirada seria, sino una cansada.
― ¿Por quienes está compuesta tu familia, Charlotte? ―preguntó.
Me pareció realmente extraña esa pregunta, pero la respondí, con mis ojos concentrados en mis manos entrelazándose y el entrecejo arrugado.
―Mis padres están divorciados. Mi padre vive en Brooklyn y yo con mi madre. Luego estan mi tía y mi primo ―dije en una escala de susurros, uno más bajo que el anterior, mientras contaba con los dedos. Y solamente usé cuatro.
― ¿Tía? ¿Hermana de tu madre? Supongo ―dijo Menders levantando las cejas, y yo asentí, volviendo a levantar la vista ― ¿Nadie más?
Negué con la cabeza. Era la verdad, no había nadie más. Las miradas de Menders me asustaban cada vez más. Él parecía confundido, pero yo no entendía por qué necesitaba esa información.
― ¿Me puede decir qué sucede? No sé a qué se debe esto... ―le dije luego de un largo silencio.
―Señorita Markhall, su padre parece que tuvo una clase de... familia aparte en Nueva York.
No contesté nada. Sabía que mi padre estaba emparejado, pero eso fue hace años.
―Sabía que mi padre tenía una relación con otra mujer, pero no que había formado una familia aparte de la mía ―respondí algo enojada. Me crucé de brazos. ¿Cómo era que el director de mi instituto estuviera diciendo cosas que yo no sabía? Debía de estar inventando.
―Cuando sus padres se divorciaron, fue por un tema muy delicado como para que usted lo supiese a tan temprana edad ―contestó ―. William, su padre, engañó a su madre cuando viajó por una conferencia de trabajo en Nueva York.
―Entonces... ―dije, con un nudo en la garganta.
¿Por qué me entero de esto por Menders y no por mi madre?
―Señorita Markhall, tiene una hermana.
Nota de autora: ¿Los agarré desprevenidos con esto? Pero muchos deben decir que todo esto casi no tiene nada que ver con la historia. Hmm, falta mucho para que se sepa la verdad sobre la relación entre el nuevo personaje y Charlotte.
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Gracias por leer.
salute xx
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Corona De Lágrimas (Editando)
Teen FictionCharlotte Markhall era una adolescente marginada y sin amigos. Su vida había caído de cara al suelo cuando su mejor amiga falleció. A ella no le importaba si la gente del instituto no la notaba, si la golpeaban en los pasillos sin querer, hasta que...