Capítulo 49

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La miraba mientras me confesaba sus sentimientos y puedo jurar que mi corazón se aceleraba más de lo nomal.

Sus ojos chocolates fijos en los míos y su sonrisa. Esa sonrisa, en la que yo me perdía en ella. Me sentí culpable, culpable de utilizarla y jugar con ella hace pocos años. Ella eran tan buena conmigo, y yo tan mala con ella.

Me rompía por dentro escucharla, me rompía por dentro que Paige tuviese ventaja en eso. Porque ella nunca la utilizó.

Le ofrecí que se fuera con Paige prometiéndome que ella le daba la felicidad que me faltaba a mi. Ella se negó, decía que ella no quería su felicidad, quería la mía.

Necesitaba tenerla para mí. Necesitaba quererla y hacerla feliz.

- Estoy enamorada de ti, Emily Fields. -dije entre nervios y suspiros. - ¿Quieres ser mi novia?

Ella se avalanzó sobre mi y me dió un tierno beso en los labios mientras me acariciaba la mejilla.

- ¿Eso es un sí? -dije entre risas.

- Claro que si. -se mordió el labio.- quiero ser tu novia.

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Al salir del cuarto nos encontrábamos con muchos borrachos en el pasillo. Un chico alto y moreno se acercó a Emily.

- Veo que ha salido bien. -dijo mientras bajaba la mirada y observaba nuestras manos entrelazadas. - me alegro mucho Em. - posó un tierno beso en su mejilla.

- ¿Y tú eres...? -dije arqueando las cejas.

- Solo es un viejo amigo. -interrumpió Emily. - Él me ha ayudado con nuestros problemas.

- Asi es. -sonrió.- Alison, ella está loca por ti.

Y nada más decir aquello se fue de la mano de una joven chica por el pasillo, perdiéndonos de vista.

- Y yo estoy loca por ti. - le susurré.

Ella me sonrió y se coloró.

- ¿Vamos a casa? - le ofrecí.

Ella asintió.

Tárdamos 1 hora de camino a casa. Taxis no habían, tampoco sabrían llegar hasta casa de Erick. No tuvimos otra opción que rogarle a Erick que nos llevará a casa. Como él se negó ya que había bebido bastante, un chico, amigo de Greg, se ofreció llevarnos a casa de Emily.

Nos hablaba sobre comics y sobre jugadas de baloncesto. No le atendíamos lo más mínimo, yo solamente me perdía en su color chocolate de sus preciosos ojos.

Cuando llegamos a casa le dimos las gracias y le ofrecimos dinero pero él se negó, decía que no tenía nada más interesante que hacer y nos lo agradeció a nosotras por haberle sacado de aquella fiesta.

- ¿Seguro que no están tus padres? - le pregunté con la esperanza de que me dijese que su casa esté vacía.

- Mi padre está en Texas y mi madre tiene turno de noche. - sonrió.- estamos solas.

Ante aquello se me erizó la piel.

- ¿Me das alguna camiseta y un pantalón? - dije mientras cerraba la puerta de casa y me adentraba en ella. No tenía pijama, tampoco otra ropa que no fuese este incómodo vestido.

- ¿Ropa? -dijo mientras me agarraba del escote y se acercaba a mí. - ¿Para qué? -dijo jugueteando.

- No he traído ropa, yo duermo con ropa. - dije haciéndome la tonta.

- No necesitas ropa conmigo. - sonrió.- bueno si quieres si...

- ¿Subimos? -le ofrecí.

Subimos a su cuarto en pelumbra y en cuanto llegamos a su habitación ella torpemente encendió la luz. Sabía que estaba nerviosa.

Está juguetona. Me encanta.

- Ésa es la Emily que a mi me gusta.- bromeo. - Te apetece que lo haga, ¿verdad? - pregunté con la voz más sugerente que puedo poner.

Se estremeció a mi lado, y me lo tomé como un sí. Me miró y sus labios se transformaron en una brillante y preciosa sonrisa. Le rodeé con mi brazo y giré suavemente su cuerpo y el mío hasta colocarme encima de ella sobre la cama. En mis fantasías ella tenía la boca abierta de deseo. Me tiró de mi melena y su dulzura roza mi lengua. En realidad, Emily me rodeó la espalda con la pierna y me  aproximó a ella. Rozó con los dedos su muslo y asciendo hasta la rodilla.

Me encanta tenerla debajo. Su cuerpo era irresistible.

- Eres tan suave...

Deslicé la mano por su exquisitas piernas de nuevo. Al recordar lo que hay donde terminan esas piernas se me nubla la mente y sentú una inmensa presión abajo. Emily se estremece de nuevo y se le erizó todo el vello.
Su liblido pareció no falquear nunca, su cuerpo respondía a cada una de mis caricias.

Me lamí los labios y la besé en un lado de la rodilla. Su suave piel sabía a vainilla. Podría devorarla entera en cuestión de segundos.

- Quiero saborearte, Emily.

Le miré a los ojos y esperé su reacción. No tiene ni idea del placer que podía proporcionarle. Mi lengua la volvería loca..., no querría que pare nunca.

Separó sus carnosos labios y se inclina hacia mí esperando a que la bese en la boca. Su falta de experiencia me resultaba tan renovadora como frustante.

- No. Aquí abajo. - le dí unos toquecitos en el sexo por encima de las bragas y ella inspiró súbitamente.

Su pecho se agitó con frenesí y casi puse sentir como las hormonas recorrían su cuerpo con violencia. La tiento con suaves caricias, y noté cómo la humedad en la tela aumenta bajo mis dedos.

Estaba empapada, y se lo dije. Es tan bonita, y su belleza es aún más radiante cuando está así, hinchada y mojada por mí.

Continúo acariciándola con los dedos y centro la atención en el clítoris.

- No quería que pararas. - implora.

Me encanta.

- No has dicho nada. - respondí-. No sabía si te estaba gustando.

- ¿Es que no era evidente? - me sonrié aún sudada.

Me incorporé y siento sobre sus muslos. No podía apartar las manos de ella. Recorrí con los dedos la suave piel de sus piernas e hice que su cuerpo tiemblase debajo del mío.

- Dilo. - le ordené-. Nada de asentir. Dime que quieres que lo haga. - la animé.

Me encanta oírla decir lo mucho que me desea.

- Quiero que lo hagas...- inclinó el cuerpo hacia el mío ligeramente.

- ¿Quieres que haga qué, Em? - le pregunté

- Pues eso... besarme.

La besé dos veces en los labios. Frunce el ceño.

- ¿Era ésto lo que querías? - le digo con una sonrisa traviesa.

Me da una palmadita en el brazo. Quiero que me suplique que use la lengua.

- Bésame... ahí.

Le retiro un mechón de su rostro y le sonrió.

- Te voy hacer todo lo que quieras amor. - le dije mientras posaba un tirno beso en sus labios.

Admitiendo Mis SentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora