Capítulo 40

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Los días en en los entrenamientos cada vez eran más duros y tenía menos tiempo para mí.

Al estar en las finales, entrenábamos 2 horas por la mañana y otras dos por la tarde durante 3 semanas seguidas.

Amába este deporte, me transportaba a la tranquilidad y a la niñez. Desde muy pequeñas sabía mis gustos, con tan sólo 8 años competí contra una amiga mía en las piscinas infantiles de Rosewood.

En menos de una semana empezábamos oficialmente las clases. No es que tuviese muchas ganas, pero tampoco quería que el verano fuese eterno, no éste.

Mensaje

- Emily... hoy me és imposible quedar. Hablámos luego. - Paige

Cerré el teléfono con mal humor.

Siempre buscába excusas para evitar quedar conmigo y eso no me gustaba nada.

Intenté buscar algo que me distrajese y obté por ir a correr por el río ya que hacía una buena temperatura.

Me pusé ropa cómoda y una pequeña mochila atada a mi espalda con agua y el teléfono.

Cuando salí el río estaba con pequeñas barcas y el precioso sol se veía reflejado en él.

Corrí durante dos horas hasta que paré a coger aire y a hidratarme por falta de líquidos.

Fuí a la fuente a rellenar la botella cuando me encontré a Alison sentada en un banco y leyendo. ¿Qué hacía ahí?

- Desapareces y apareces. -dije mientras me sentaba a su lado. - eres difícil de encontrarte.

Al escucharme se sobresaltó y me miró con duda.

- Volví ayer. -contestó cerrando el libro.- estuve solo unos días.

Se veía preciosa. Su melena doraba se veía más brillante de lo normal bajo aquel atardecer y en sus ojos podías ver tu propio rostro reflejado.

- ¿Preparándote para la competición? - me dijo mientras analizaba mi vestimemta de arriba a abajo.

- No, esto es algo más personal. -sonreí.

- Me acuerdo que eso también me lo dijiste en París y era porque querías bajar la tarta del día anterior. - rió.

- ¡Comí demasiada tarta! - le contesté entre risas. - Recuerdo que tú te quedaste durante todo el día dormida y comiendo en la cama.

- ¡Es verdad! - rió fuertemente.- estaba realmente cansada... La culpa fue tuya. - me señaló con el dedo índice.

- ¿Mía? -arqueé las cejas. - ¿Y eso por qué?

- Tú me obligaste a andar por toda la ciudad aquel día. - me recordó.

- Sí pero te encantó la Torre Eiffel iluminada. -le sonreí.

- Me encantó la compañía.

Me puse nerviosa.

- Me hiciste mucha falta Em. Estos dos meses te he echado de menos...

- ¿Y por qué no me llamaste?

- Intentaba buscarme a mi misma. -me aclaró.

La oscuridad inundó el pequeño pueblo y solo nos alumbraban las pequeñas farolas a los extremos del río.

- Me gustas. - dijo cabizbaja

Mi cuerpo se ha quedado rígido.

- Y no como amiga.





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