Veintiocho

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Katherine observaba por la ventana de la habitación como dos pájaros caminaban por la cornisa, caminaban uno detrás del otro ante la atenta mirada de la chica. Así había permanecido por cerca de media hora y Alycia no sabía si interrumpir aquel raro comportamiento o simplemente dejarla, pero Katherine parecía demasiado concentrada en aquellos pájaros, demasiado ensimismada en su comportamiento que ni siquiera había notado el paso del tiempo

― ¿Escuchaste lo que te dije? ― preguntaba la doctora

― ¿Cómo? ― respondió rápidamente Katherine

― Los pájaros parecen ser muy interesantes

― Oh, eso bueno me gusto observarlos, además haga lo que haga no se van de allí

― Entiendo, pero te pregunte si estás lista para hacer tu maleta, necesitamos llevar ropa y tus cosas...

― Si claro, claro vamos ― asintió Katherine.

Las últimas horas habían sido extrañas, primero Kathy parecía muy concentrada en cierta cosa y después su mente simplemente se alejaba.

Alycia miro su reloj y eran cerca de las cinco de la tarde, al día siguiente a primera hora de la mañana deberían partir hacia el centro de investigaciones, sentía los nervios a flor de piel y ni siquiera podía aferrarse a Katherine, quien ahora parecía bastante distraída.

― Mi amor ― susurro acercándose a la chica

― Hola linda ― sonrió.

― ¿Todo está bien? ― pregunto Alycia mientras se aferraba a su cintura

― Si, todo bien.

Pero no lo estaba, Katherine sentía una opresión en el pecho que la incomodaba, aparte la sensación de que alguien la observaba la mantenía en alerta.

Era difícil de explicar como de a poco la medicina comenzaba a hacer estragos en su organismo.

Katherine estaba recostada en la cama de Alycia mirando hacia el techo, sentía la garganta reseca y había comenzado a escuchar murmullos provenientes del pasillo, aunque trataba de tranquilizarse sentía claramente como el nerviosismo se apoderaba de ella.

Odiaba aquella sensación de paranoia, pero lo que más miedo le daba eran aquellos murmullos, aunque ahora no podía distinguir que decían sabía perfectamente que más adelante aquellas voces serian claras y las cosas que dirían no serían nada buenas.

― Trata de descansar un poco ― decía Alycia mientras la observaba desde el marco de la puerta

― ¿Las escuchas? ― susurro Katherine

― ¿Qué cosa amor?

― Los murmullos, es como si vinieran del final del pasillo

― No hay nadie más en la casa solo nosotras dos

― Oh bueno ― susurraba comprendiendo que las voces en su cabeza eran eso simplemente, voces.

― Tranquila, no te dejare sola ¿recuerdas?

― Solo abrázame ― le pidió mientras la doctora caminaba rápidamente hacia ella aferrándose a su cuerpo.

― Concéntrate en las cosas buenas ― le pedía Alycia mientras acariciaba su cabeza ― piensa en un día maravilloso, soleado, un día perfecto, piensa en aquel lugar en Central Park que te encanta, el de los helado...siempre dices que te hace sonreír ― dijo provocando una ligera sonrisa en Katherine ― piensa en nosotras dos caminando por Central park, piensa en los besos en que daría, en los helados que te compraría... en todo lo bueno Kathy

Con LocuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora