Capítulo 2.
29 de junio de 2017.
Ayer volvió tarde solo para no encontrársela. Es difícil verla. Sobre todo porque... porque podría ser Lore. Porque eran tan idénticas, joder. David se revuelve el pelo cuando el despertador de su móvil la despierta puntualmente a las siete. Si sus cálculos no fallan, será la hora exacta en la que su padre se irá a la consulta y su madre saldrá para trabajar toda la mañana en la guardería que lleva. Momento perfecto para enterarse de porque cojones ha vuelto Elena y porque nadie le ha avisado. Se levanta como puede y baja corriendo las escaleras. Se asoma a la cocina donde efectivamente sus padres están desayunando.
— ¡¿David?! ¿No vendrás ahora de ningún lado? —Se sorprende su madre.
David niega con la cabeza e intenta sonreír.
—Mamá, si llevo pijama— Ríe a medias. —Quería hablar con vosotros... a solas, ahora que no lo estamos— Se explica, bajando la voz.
Sus padres se miran con seriedad y luego los dos desvían su atención a su hijo mayor.
—Nosotros tampoco lo sabíamos, David. Me llamó anteayer la tía para decirme que Elena había decidido que quería volver cuanto antes—Se explica su madre.
—¿Pero entonces no sabéis nada? ¿Si es para todo el verano, si es para siempre...? ¿Nada?
—Sabemos lo mismo que tú. Pero vamos a lidiar con este tema como hemos hecho hasta ahora— Susurra su padre— Con calma, poniendo de nuestra parte y equivocándonos si es necesario. Ella contará lo que tenga que contar. Todo irá bien.
David se apoya en el marco de la puerta.
—Es... Ella. Es... Como si hubiesen vuelto las dos. Me he quedado blanco cuando la he visto. Habíamos pasado de ser cinco a ser tres y ahora...
Sus padres asienten, con cara de circunstancias, antes de volver a observar el reloj y sentir la necesidad de volver a su frenético ritmo de vida.
Y David se queda en pocos minutos solo con sus pensamientos y con.... Elena.
No puede evitar acercarse a la habitación de Elena. Cerca de la de Lore. Y ni sus padres ni él habían vuelto apenas a entrar en ninguna de las dos estancias.
La puerta de Elena está entreabierta. No puede evitar empujarla un poco más a sabiendas de que eso le permitirá ver la cama y observar desde allí a su hermana.
—Lore, Lore... Lore, por favor...
David abre mucho los ojos. Está soñando. Más bien teniendo una pesadilla. Se revuelve como loca, aún dormida. ¿Qué se supone que tiene que hacer? Realmente lo está pasando mal. Se decide finalmente a entrar en el cuarto mientras los recuerdos le golpean con fuerza.
Termina por sacudirla suavemente.
—¿Elena?
—Mmm...
—Ele...
Y entonces la chica abre los ojos.
—¡David!
—Estabas... teniendo una pesadilla. Te he escuchado y... Bueno... Perdona.
—No, no te preocupes. Es que... Me pasa mucho.
—Sí. —Susurra David— A mí también.
Los dos se miran y finalmente es David el que aparta la vista.
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No fue justo
Teen FictionCierro los ojos. Cierro los ojos porque yo sí quiero. Sí quiero sacar a Lore de las tinieblas donde está, de dónde nadie habla de ella, de dónde nadie la ha superado. Quiero sacar a mi hermana del olvido, de ese mundo donde nadie fue capaz de vaciar...