Capítulo 9-

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Capítulo 9.

*Narrador en primera persona, Elena*

En estos dos años siempre he tenido el convencimiento de que Dani y yo seguíamos queriéndonos a pesar de todo. No podía evitarlo. Pensaba que de alguna forma seguíamos unidos, acordándonos el uno del otro.

Y lo sigo creyendo en este mismo instante, aunque él no lo tenga nada claro.

Sé que lo hice mal. Sé que nos debíamos explicaciones mutuas que no nos dimos y sé que me marché sin avisar. Y a pesar de eso, podría poner la mano en el fuego a favor de nuestros sentimientos.

Y me da exactamente igual que él no lo haga porque así como él peleó para que no se acabase lo nuestro dos años atrás, yo puedo hacerlo ahora.

Y mientras recorremos el final de nuestro camino de hoy, me dedico a mirarle como hacía siempre.

**

David me rellena de nuevo la copa y yo pongo los ojos en blanco.

—Estudias Publicidad y Relaciones Publicas —Me dice sin más— Lo tuyo es la fiesta, ¿no?

Le hago una mueca y los dos nos echamos a reír.

—¡Que yo estudio! —Finjo molestarme, aunque sonriéndole a mi hermano.

Para mi tranquilidad, Dani está apoyado en la barandilla del reservado hablando con Marcos y Jesús y no ha hecho amago de ir a buscar a ninguna chica.

—No le quitas el ojo de encima, eh. —Me susurra Adri.

Y yo la miro un poco avergonzada.

*Flashback 2015*

— ¿Vas a dejar de mirar a Dani? —Me pregunta mi hermana al oído, sobre el alto volumen de la música, rompiendo a reír.

—No— Respondo con sinceridad— Creo que no puedo.

—Ya. No me digas más que yo te entiendo. —Sonríe de nuevo ella, que frunce un poco el ceño al mirar a Jesús.

—¿Por qué habéis discutido? —Le pregunto, refiriéndome al episodio de antes en casa de los gemelos.

—Luego te lo cuento.

*Fin flashback*

La imagen de Dani hace dos años se superpone a la de ahora de una forma casi mágica. No ha cambiado tanto. Casi siento que podría ir y abrazarle. Sin embargo solo me acerco un poco y me quedo frente a él, sonriéndole, cuando Marcos y Jesús se acercan a rellenarse los vasos.

Me mira de una forma que me jodería bastante si no fuese ya un poco borracha de más.

—Me da igual que me mires mal— Le suelto tan tranquila.

Él abre mucho los ojos sorprendido y alza luego una ceja.

— ¿Ah, sí?

Me acerco a su oído, sin dudarlo, para hacerme oír sobre el volumen de la música. Y el roce de mi mano en su antebrazo nos hace estremecer a ambos.

—Tú lo hiciste hace dos años y yo lo puedo hacer ahora. —Le digo con normalidad.

—¿El qué? —Me pregunta confundido.

—Creer en esto. En ti y en mí. —Le explico, encogiéndome de hombros. —Me puedo aguantar que me odies porque eso significa que sientes algo por mí.

—Yo no he dicho que te odie— Susurra él dedicándome su sonrisa compradora de siempre.

—¡Ele! —Grita mi hermano detrás de mí— Ven, anda.

No fue justo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora