Capítulo 21.

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Capítulo 21.

Al final sé que mi hermano es mi hermano y me apoyará haga lo que haga. El problema lo representa Daniel Oviedo. Sé que no me dejará ni siquiera preguntarle a Jesús por el tema aun obviando el embarazo. Sé que no me dejará mencionarle a Jesús el nombre de Lore ni por accidente.

Miro su conversación en Whatsapp y suspiro.

"Tengo que explicarte lo de ayer, lo de Lore, el comentario de mi madre... Es que me raya mucho, quiero que me des tu punto de vista" Escribo rápidamente cuando ya me he despedido de Adri y Nuria. Y vuelvo a mi casa a paso rápido esperando a que Dani me diga algo. Me responde antes de lo que yo contaba y me dice que me puedo pasar por su casa en ese momento. Y eso me da una buena perspectiva porque tengo que admitir que a Dani siempre le he ganado en un sitio en el que solo estemos los dos, frente a frente.

—¿Qué pasa? —Suelta nada más abrirme la puerta.

Yo miro a ambos lados y susurro:

— ¿Está tu hermano?

Niega con la cabeza.

—En el gimnasio.

Lo agarro del brazo y lo hago pasar al salón y cierro la puerta. Y entonces lo suelto todo a bocajarro, como siempre he sido capaz de soltarlo todo con Dani hasta el día en el que murió mi hermana y pasó todo. Menos ese día, las palabras delante de Dani siempre salían a borbotones, a veces me aburría hasta yo de mi misma, de mi capacidad de contárselo todo, de abrirme totalmente con él, de explicarme, de contarle como me siento, de detallarle hasta el más mínimo problema, de describir hasta la más mínima alegría. Veo como busca mi mirada de vez en cuando y la aparta en otras partes de mi relato pero yo he cogido carrerilla y me esfuerzo en resumirle lo mejor posible todo mi proyecto de investigación desde el comentario de mi madre esta misma mañana.

—Y quieres preguntarle a mi hermano— Susurra Dani.

Y lo miro.

—Sí... —Digo, como si supiese que va a enfadarse.

Y efectivamente lo sé y efectivamente se enfada.

—Ni de coña. Joder Elena. Ya empezamos otra vez.

Hago un puchero.

—Dani. Yo no puedo dejar irse a mi hermana así.

Dani se revuelve el pelo y a mí me quita la respiración, pero me mantengo impasible.

—Por favor.

—No. Mi hermano es mi hermano. Te sacará lo del embarazo, te lo sacará todo, sabe cómo hablar, sabe que preguntarte, sabe cómo hacerlo, sabe insistir, como hacerte sentir que tienes que decirlo y tú quieres decírselo. No lo hagas por favor, no le hagas más daño a él. Porque él sigue vivo. Y Lore no, por mucho que nos joda a todos. Por favor dejémosla en paz ya. Que descanse si es lo que está haciendo.

—Sabía que me dirías algo así.

—A David tampoco le parecería bien que hablases con él.

Asiento de nuevo y suspiro.

—¿Y no puedes quitarle su móvil y mirar?

—¿Mirar el qué? ¿La conversación con Lore el quince de agosto de 2015? —Se asegura él.

Asiento ávidamente.

—Si por favor. Con él hablaba a cada segundo por el Whatsapp. Si se fue antes y porqué se lo tuvo que decir a Jesús.

—¿Y tú como sabes que no borró la conversación?

—David está seguro de que no lo hicisteis ninguno— Me atrevo a contestar— Y me lo creo porque es verdad que yo no lo he hecho.

—Ni yo. —Admite Dani a regañadientes.

Nos quedamos en silencio unos segundos.

—Está bien. —Me dice de repente.

Y yo sonrío con ilusión.

—¿Lo harás? Necesito asegurarme de que no era nada, Dani. De que solo era por Jesús. Porque mi mente me dice otra cosa y tengo que asegurarme. No puedo vivir con el más mínimo cabo de la vida de mi hermana suelto. No puedo dejar que se vaya con algo sin resolver. Porque entonces no estará descansando, como dices tú.

Dani asiente de nuevo.

—Te entiendo. Y lo haré por eso.

Y lo abrazo de la manera más sincera que he abrazado a alguien nunca. Como siempre hacía con él.

—Muchísimas gracias.

—¿Y el beso? —Suelta.

Y yo rompo a reír tristemente. Él se acerca dudando y nos fundimos en un beso distinto al de ayer. Sin necesidad. Un beso un poco como los de antes. Con cariño.

—Gracias— Repito en un susurro— Gracias por todo.

**

David me mira mal y suspira.

—Bueno, a ver qué descubre Dani en la conversación. Ojalá no fuese nada.

Y yo lo miro con profundidad.

— ¿Y si lo fue? Tal vez le pasó algo con Jesús que la disgustó mucho y por eso ni siquiera le dijo que estaba embarazada. O se enteró de algo.

David alza la vista esquivando mi mirada después de unos segundos.

—No sé. No sé si quiero meterme en eso.

Asiento una vez y vuelvo a mirar mi móvil esperando ansiosa una respuesta de Dani.

"Ha vuelto del gimnasio y se va a duchar" "A ver si pillo mientras el móvil ahora te cuento" es su último mensaje de hace seis minutos. Y Jesús no tarda mucho más que eso en darse una ducha si no ha cambiado en estos dos años.

"Ele"

Leo con ansiedad.

"Lo tengo"

Y una imagen. Dos y tres.

—¡David! —Lo aviso ansiosamente.

**

*Narrador en tercera persona*

Dani saca fotos con su propio IPhone a la pantalla del de su hermano, helado. Joder, puta Elena. Como sabe la cabrona. A ver si era verdad que estaba conectada con Lore a ese nivel extrasensorial que dice que tiene los gemelos... aunque Jesús y él no lo notan mucho. Sonríe un poco, impactado. Buf.

Aun así puede no ser nada... Aun así puede ser solo lo que pone... O tener algo más detrás.

—¿Qué haces? —Escucha preguntar a Jesús desde la puerta justo cuando ha bloqueado su móvil.

—Nada, estaba buscando el número del trabajo de mamá, que tú lo tienes— Se inventa Dani sobre la marcha— Como estabas en la ducha no te he preguntado, perdona. Tenía prisa porque me estaba desesperando.

—¿Qué necesitas de mamá?

Dani maldice a su hermano en voz baja pero disimula bien, devolviéndole el móvil a su hermano.

—He perdido las bermudas rojas.

—¿En serio? ¿No sabes donde están?

—Espero que mamá lo sepa— Sonríe a medias Dani entrando de nuevo a su cuarto. 

No fue justo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora