Capítulo 15.

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Capítulo 15-

3 de julio.

*Elena*

Abro la puerta para encontrarme con Dani y abro mucho los ojos al pensar en mi coleta mal hecha, mi camiseta básica blanca que me queda enorme y mi pantalón negro y muy corto de chándal. Dani sonríe y sé que sus pensamientos y los míos siguen el mismo curso.

—Ho...Hola— Dudo— David está arriba.

Dani asiente tan seguro de sí mismo como siempre y yo me siento pequeña otra vez. Y aunque ayer haya querido perderlo de vista por nuestra maravillosa conversación por el móvil en la cual lo he mandado a la mierda, daría lo que fuese por estar con él. Como antes o de otra forma un poco distinta. Por tenerlo otra vez todo para mí y confiar 100% en que no mentíamos.

Aprieto mis uñas en la palma de mi mano mientras veo a Dani desaparecer escaleras arriba como si mi casa fuese más mía que suya y ahogo un suspiro. Y me corrijo pensando que daría lo que fuese simplemente por abrazarlo una vez más. Pero sé que es más orgulloso que yo y que el sábado haya admitido que me ha echado de menos ya es hasta demasiado pedir. Que me va a costar.

—Elena— Escucho desde lo alto de la escalera, sorprendiéndome.

—¿Eh? —Consigo pronunciar antes de cerrar la puerta y girarme.

Dani me mira divertido.

—Que luego va a venir Jesús te he dicho. ¿No me has escuchado?

Niego con la cabeza haciéndolo reír.

—Se me ha ido la olla— Confieso en un hilo de voz antes de recuperar la conciencia y conseguir caminar de nuevo hasta el salón.

Y cuando me siento en el amplio sofá tengo lágrimas en los ojos sin poder evitarlo. No sé que me pasa con Dani y no lo sabré nunca. A veces verlo me hace feliz aunque ni me mire, a veces me sube la autoestima que me diga cualquier cosa hasta límites inimaginables y a veces simplemente me da ganas de llorar pensar que no lo tengo como antes. Abrazo un cojín liberando un poco de frustración y centro la mirada de nuevo en la televisión.

*Narrador en tercera persona*

—Ya, pero no has quedado con ninguna chica desde que ha vuelto mi hermana— Ríe David.

Y Dani se encoge de hombros a sabiendas de que su amigo lo ha pillado de pleno. Simplemente no ha podido contestarle a ninguna ni ponerse a pensar en otra cosa.

—Me ha impactado verla, solo es eso. —Dice Dani, intentando convencerse más a sí mismo que a David.

—Ya. —Suelta David son retintín— El amor.

—Hablarás tú que llevas con Nuri cuatro años.

—No he dicho nada de mí. Es normal que te haya chocado mucho verla, no te rayes. Se nota que no dejas de darle vueltas.

Dani aprieta suavemente la pelota de tenis que ha cogido del suelo de la habitación de David y se encoge de hombros de nuevo. Hace rebotar la pelota rítmicamente sobre el suelo de la habitación y finalmente mira a su amigo.

—Estoy en tercero de carrera, tío. Pensé que había madurado que ya era mayorcito y que blablablá... Pero veo a tu hermana y vuelvo a tener quince años. Ni siquiera vuelvo a tener dieciocho. Es que vuelvo a tener quince. Soy gilipollas. Me tiembla hasta la mano.

David rompe a reír. Eso era más o menos lo que esperaba oír.

—Pues no te queda nada, porque me ha dicho que no se va a ir a ninguna parte.

No fue justo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora