Capítulo 3.
—¡A Elena! —Chilla Lucía— ¡Os lo juro, me he salido del campamento y estaba ahí enfrente, en la cafetería y...!
—Lucía... —Improvisa Jesús en cuestión de un segundo, sirviéndose la comida— Te lo habrás imaginado.
La niña frunce el ceño en seguida, ofendiéndose.
—¡Jesús, claro que no me lo he imaginado! ¡Era ella!
—No creo que esa chica vaya a volver— Opina su padre con calma— No te hagas ilusiones, Lucía. Después de lo que la pasó a...
Ninguno de ellos, en su pequeña conversación, mira a Dani mientras hablan.
—Así con el mismo pelo y la misma... todo. Que era ella, Jesús. Era igual. Seguro. Te lo juro por mamá.
—¡Lucía! —La regaña Eva, buscando cambiar de tema— No jures, anda. Y menos por mí.
—Te habrás confundido, Lucía. —Interviene pacíficamente su padre— Seguro que hay muchas chicas que de lejos puedan parecerte...
—¡Que no era de lejos, que era en la cafetería de enfrente, que estaba ahí sentada! ¡Joe! ¡Donde siempre además! ¡Cuando me esperaba con Dani!
La mención del nombre del pequeño de los gemelos hace que todos le miren.
—¿Dani? —Pregunta Jesús finalmente al ver que su gemelo no levanta la vista del plato.
Dani consigue reaccionar a duras penas, mirando a su hermana.
—Sí, Lucía. Seguro que... te has equivocado. Elena y Lore eran iguales entre ellas y se parecían también a mucha más gente, ¿A qué sí, Jesús?
—Sí, le resultaban familiares a mucha gente y eso...
Lucía se enfurruña pero finalmente la conversación se queda ahí.
**
—Ven, Lu. Que te llevo a gimnasia— La llama Dani desde abajo.
Lucía aparece a los pocos minutos con unas mayas negras, camiseta rosa fucsia y converse a juego. Y la mochila también rosa a la espalda.
—¡Vamos, vamos, que he quedado con Marta en vernos en la puerta!
Y da saltitos de pura felicidad, esperando a que Dani coja las llaves.
—¿Vamos en coche o en moto?
—Eh... ¿En coche? —Sugiere Dani, pensativo.
Quiere hablar con la niña seriamente y la moto dificultaría obviamente sus planes.
—¡Vale! —Sonríe ella— ¿Puedo ir delante?
Dani mira a su padre, sentado en el sofá del salón, con aire interrogante. Y este asiente, haciendo que Lucía se entusiasme.
—Pero solo a la ida, ya sabes que no se puede...
—¡Sí, sí, sí! —Canturrea la pequeña, abriendo ya la puerta de la vivienda— Vamos, Dani.
Los dos bajan en el ascensor hablando de temas ordinarios. No es hasta que ya están de camino al gimnasio que Dani se atreve a sacar el tema sin más. Tiene que saberlo.
—Y... eh... Lucía— Pregunta él, deteniendo el coche que comparte con su hermano desde hace ya tres años en un semáforo— Escucha... ¿Segura que has visto a Elena?
—¡Otro! Que sí, que era ella lo juro. Igualita. Estaba en la cafetería.
—¿Pero como de cerca la viste? —Se interesa Dani, que no puede hacer nada más que apretar el volante con fuerza, aguantándose los nervios y las ganas de casi llorar.
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No fue justo
Teen FictionCierro los ojos. Cierro los ojos porque yo sí quiero. Sí quiero sacar a Lore de las tinieblas donde está, de dónde nadie habla de ella, de dónde nadie la ha superado. Quiero sacar a mi hermana del olvido, de ese mundo donde nadie fue capaz de vaciar...