AMOR DE TRES. [EunHae]

Capítulo 36. "Amor Difícil"

Nota: Primera parte del capítulo. 

"A veces es curioso cómo funciona la vida; cuando las cosas están mal siempre pueden ir peores"

--Hyukjae—fue el grito que ella dio, un grito histérico llenó de sollozos desesperantes.

--Karla—sollozo rápidamente él al escuchar su voz--. Escúchame... por favor... Nena... Yo... --su voz era entrecortada y aguda por el llanto. —Yo... --trago saliva, quería decir tanto y su lengua no cooperaba. El nudo en su garganta se lo impedía. Volvió a intentarlo--. Nena...

Karla grito que se detuviera, añadiendo un angustioso—Hyukjae...

--Nena... yo... puedo explicarlo... Sólo... Sólo—sollozo, trago saliva y se quedó un momento en silencio. Tomando una respiración profunda y calmando sus sollozos, abrió la boca--. Yo...

--¡No están!—grito Karla, interrumpiéndolo.

--¿Qué?—interrogo confuso.

--¡Donghae y la niña no están, Hyukjae!—grito llena de histeria--. ¡No están!

--¿Cómo que no están?—grazno alarmado.

--¡No están!—Karla comenzó a llorar.

--Karla. Karla. Nena. Nena... --llamó suplicante él. Su corazón herido, galopando como un caballo compitiendo por ser el ganador en la carrera. Su mano se aferró al móvil, sus piernas al piso, su espalda a la puerta de su habitación. –Karla—sollozo desgarradoramente.

--No... no están—susurró ella, dolida y asustada--. Se fueron... Ellos se fueron.

--¿Qué?—sus labios temblaron con esa frágil y pequeña frase. Su corazón volviéndose a caer, marchito, a sus pies. El miedo, el odio y la agonía consumiéndolo segundo a segundo.

--Donghae y Haeri desaparecieron, Hyukjae—Lloró Karla.

HORAS ANTES.

Sus ojos llenos de lágrimas silenciosas, se negaban a apartarse de la escena delante de ellos. Una presión en su pecho estaba quitándole el aire. Sus labios temblaban, balbuceando palabras incoherentes. Sus manos y piernas picaban, ansiosas por hacer algo más que quedarse inertes. En su mente, mientras miraba las caras sorprendidas y horrorizadas de los dos hombres, se imaginaba tomar vuelo con sus piernas y correr hasta ellos. Separándolos con brusquedad para después exigirles a gritos una explicación. Se veía alzando la mano a Hyukjae y mirando a Donghae con un odio que nunca había imaginado sentir por él. Se veía recuperando su dignidad. Pero, en realidad, todo lo que podía hacer, como una idiota, era mirar pasmada a los hombres unidos en la cama y llorar en silencio.