Capitulo duodécimo: Comida rápida.

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Ya era 2 de septiembre y las cosas seguían igual que siempre. Casi a un mes de haberse celebrado la boda el par no dejaba de pelear por cualquier cosa, por lo que habían decidido tomar la mejor opción de todas: la ley del hielo. Tenían quizá unos 3 días sin dirigirse la palabra más que para decir "ya está la comida" o "pásame la sal".
La casa estaba casi completamente terminada. Hanji se había tomado todo su tiempo en llenar algo para cada parte de la casa, no solo haciendo más cómodo las áreas de visita, sino también las privadas. Pues había utilizado su habitación extra como un cuarto de estudio. Compro algunos caballetes y pinturas para intentar volver a – lo que no era su pasión- la pintura. Lleno varios estantes con libros viejos que tenía en casa sobre astronomía, astrofísica, astrología, anatomía y cualquier otra cosa que empezase con A. Poniendo no solo algunas algunos cuadernos con notas que tenía desde que era chica, sino también varios ensayos que había hecho sobre todo tipo de cosas: desde los astros hasta la sociedad humana. Pues Hanji realmente le gustaba indaga de más en los libros y había más de una cosa que le interesase. Aunque los últimos meses había estado un poco despegada de todo eso. También puso en la habitación un escritorio, un sofá rojo algo largo y algunas fotos de su familia. Pues a pesar de que tenía tiempo sin verles, solía llamarles cada dos días por teléfono para conversar, además de mantener leves conversaciones vía mensaje de texto.

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La de cabellos castaños estaba en la barra de la cocina leyendo una revista de medicina mientras comía directamente del bote de mantequilla de maní cuando el de baja estatura apareció. Como era común en los últimos días que no se dirigiesen la palabra, no fue raro para ninguno de los dos cuando nadie dijo nada. Así la chica siguió leyendo su revista y el joven se encamino al refrigerador, miro un segundo el poco contenido del objeto y paso a tomar una lata de Coca-Cola.
Y sin intención de hacer las cosas tensas, el joven se sentó junto a la chica y tomo un trago de su soda. Dio un largo suspiro y se levantó del lugar, no duro ni 30 segundos sentado junto a la chica 

-Me voy al trabajo.

Y unos segundos después se escuchó como el joven cerraba la puerta.
Ella realmente siguió sin decir nada.
Sin prestarle atención.
Pues para ella estaba mejor así.

Él ya estaba harto de pelear cada vez que se miraban a la cara, aunque resultara ser por cosas muy pequeñas ninguno de los dos se aguantaba las ganas de gritarle al otro. Estaban realmente molestos por el hecho de tener que resistir vivir con alguien quien no querían. Y ella estaba más bien harta del joven en sí, más que de las peleas. No soportaba el tener que verle la cara diario. Y aunque los últimos días no había sido así, pues siempre estaban en habitación diferentes y no tenían una necesidad de buscar al otro. 

Cuando la chica al final se terminó un cuarto del bote de mantequilla de maní se levantó con su revista en mano y se dirigió a la sala de estar. A penas se había sentado en el sillón de color negro cuando resivio una llamada por teléfono; tomo el móvil y miro el número que marcaba "Calvo", no dudo ni un momento y contesto enseguida la llamada.

–¡Keiji amigo, que tal! –Dijo con mucha emoción. Tenía semanas que no hablaba con alguno de sus amigos de la preparatoria.

–Hola chica ¿qué tal estas? ¿es cierto eso que te casaste?

–Pues eso parece haha –No estaba muy cómoda con la pregunta –¿Qué tal? ¿A qué se debe el privilegio?

–Pues más que nada llamaba para saber cómo te había ido en el examen.

–Aun no lo sé. Con eso de que aún no publican los resultados.

–¿Desde hace cuánto no entras a la página, Zoe?

Espantapájaros Amoris.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora