Capitulo cuadragésimo cuarto: Odio

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Incluso si Levi estaba demasiado cansado por las noches en las que tenía que doblar en el trabajo, se esforzaba para cumplir con las promesas y planes que tenía todos los días. Un buen ejemplo de eso, era no dejar a Farlan e Isabel solos, cuando había prometido salir con ellos a comer. Pero aunque se había preocupado por sus amigos, no contaba con que Hanji sería un tema mayor de preocupación.

Estaba haciendo ejercicio como era común. No había novedad en su rutina. Incluso si estaba su esposo en casa o no. Hanji no era una mujer problemática, mucho menos celosa, pero su conversación con Petra dos días antes no era algo que sentía que debía dejar pasar.
Por un momento creyó que estaba mal interpretando una situación tan simple, como lo era que la compañera de trabajo de su esposo contestara la llamada. Pero Hanji no quería ser incrédula, y cumpliendo con el buen estereotipo de mujer, había hecho un montón de situaciones hipotéticas en su cabeza. No era tonta, desconfiaba de Petra por haber estado con su marido antes, pero creía que no había motivo para desconfiar de Levi.

Pero la cabeza de Hanji no dejaba de trabajar mientras hacía ejercicio. Por lo que, entre una sesión intensa de abdominales recordó, como Levi había intentado sin éxito mantener relaciones con ella en el pasado, insistiendo con demasiada frecuencia. Y aunque era muy temprano por la tarde como para sacar la conclusión de que él no lo haría más, lo notó indiferente.

Los nervios crecían dentro de ella cuando pensaba en que era normal que su marido lo deseara. Se metio a bañar con un intenso dolor punzante en el pecho. Mirándose en el espejo pensaba que no sería la gran cosa para Levi, ni para nadie. ¿Por qué tendría que sentirse especial? Era la pregunta que rondaba en la mente de Hanji. No era una chica con un gran atractivo, ni una buena personalidad o experiencia que dejara a Levi sin palabras.

–Pero él igual es un enano –dijo Hanji hablando sola dentro del baño.

Porque dentro de ella creía que la baja estatura de Levi le quitaba masculinidad, lo habían ver torpe, sin importar cuanto se esforzara él por tener un cuerpo ejercitado. Pero si algo sabia de su esposo, era que tenía suerte con las mujeres, o por lo menos contaba con el encanto suficiente para seducirlas. En el tiempo que lo había conocido por lo menos sabia de dos mujeres con las que había pasado la noche. Eran lindas. Tenían algo mejor que ofrecer que Hanji. ¿Quién decía que en el pasado no había estado con mujeres mejores? De seguro con un mayor atractivo que ella, más agradables, más limpias y menos sosas.

Eso pensaba Hanji.

Se sentía menos ante mujeres que no sabía si existían o no

Pero a sus recuerdos regreso la llamada que tuvo con Petra. Y teniendo presente el detalle que no había sonido en donde Petra se encontraba, llego a la vaga conclusión, que su esposo también notaria que Hanji era demasiado simple como para rogar un encuentro sexual que ella no le estaba dando, optando por la mejor idea de serle infiel con Petra.

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El mal humor no era algo que Hanji le gustara darle atención. Solía enfocar su mente en los estudios y en el ejercicio para distraerse cuando se enojaba o se ponía el ambiente pesado. Pero desde que estaba casada era un poco difícil. Por lo que aquel día Hanji probaría con algo distinto y sin darse cuenta llevaba ya 2 horas intentando arreglarse viendo videos de maquillaje que encontraba por Internet.

Se levantó feliz de lograr un buen trabajo y animada se encamino a la cocina dispuesta a preparar algo diferente de comer. Había olvidado por completo porque estaba triste y una buena actitud había nacido de ella.

Hanji no era mujer de casa. Nunca en su vida pensó seriamente en casarse, mucho menos en formar una familia con alguien. Sus metas fueron siempre profesionales, alcanzar la grandeza y el reconocimiento era algo con lo que había soñado desde niña. Por lo que, hacía ya poco más del año que no se sentía como ella era. Algo había cambiado, más allá de su entorno y sus relaciones; algo dentro de ella no era igual, no se sentía cómoda y muchas veces era infeliz. Incluso si su esposo podía hacerla feliz por varios días, cuando volvía a estar sola en esa enorme casa pensaba que no se perdida y solía esperar tranquila a que Levi volviera para acompañarla.

Espantapájaros Amoris.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora