Tomo un descanso al mismo tiempo que lo hace el grupo. Camino de regreso a la mesa para tomar algo de beber. Estoy completamente sedienta. Saco los diez dólares que no le di a Mayra y compro una botella de agua. Si no lo hago, moriré deshidratada y necesito continuar viendo a mi grupo favorito, y al menos pasarla bien junto a la que considero mi amiga.
Mierda.
Sí que la he liado.
He olvidado algo o más bien alguien: Priscila.
Comienzo a buscar con la mirada por todo el lugar. Hay demasiadas personas aquí y ninguna tiene el riso de su cabello, nadie se asemeja.
—Maldición — maldigo bajo y comienzo a moverme por el sitio. Si yo no encuentro a esa mujer, creo que me moriré. Seré una hija de la gran putísima madre, pero ella ha sido la única persona que ha estado conmigo en estos dos años de vivir acá en Los Ángeles.
No la encuentro por ningún lugar, incluso comienzo a sudar frío. ¿Dónde se puedo haber metido esta idiota?
Salgo del establecimiento y de inmediato corro por la acera. Acá no hay nadie, absolutamente nadie comparado con lo que hay adentro. Solo hay motoras por todo el lugar, motoras que pertenecen a los pandilleros que están allá adentro.
—¡Priscila! — grito su nombre mientras me adentro por el callejón que queda a un lado de bar. Intento mirar un poco más, pero está muy oscuro.
Ella está bien, no tiene por qué estar aquí.
Camino de regreso al sitio donde estábamos. Entro de nuevo al antro y decidida, camino hasta los baños.
Nada.
—¡Maldita sea!
Horita había muerto ficticiamente, pero ahora sí es real. Estoy comenzando a sentir las ganas de llorar y esto no puede ser. No puedo llorar, pero perder a alguien como ella sería como perderme a mí misma.
Salgo corriendo hasta la acera, esta vez tomando para el lado contrario de donde fui primero. Veo a un grupo de chicos fumar, pero no presto atención. Solo necesito buscar a Priscila y saber que está bien. Maldición, le dije que este no era sitio para ella que esto tiene que gustarle realmente como para arriesgarse.
Sigo corriendo y gritando su nombre sin importarme que mi sombrero favorito haya caído al suelo.
NECESITO ENCONTRARLA.
—Me cago en la puta — grito nuevamente — ¡Priscila!
Saco mi celular del bolsillo de mi chaquea y de inmediato le llamo.
Por favor deje su mensaje para: Priscila.
Cuelgo la llamada al darme cuenta que no contesta. Toco mi frente exasperada mientras me muevo en mi mismo lugar intentando pensar en dónde puede estar. Una sola lágrima se desliza por mi mejilla al sentirme con tanta impotencia al no poder hacer nada. Quiero gritar fuertemente y decirle a la vida lo puta que es.
—Se te ha caído esto. — me sobresalto al escuchar la voz de un hombre a mi espalda. Limpio mi rostro mientras me giro para encararle.
Me siento desfallecer. No puedo creer que él sea quien tiene mi sombrero y me lo está tendiendo.
—Todavía no son las doce para que salgas corriendo como la cenicienta — sonríe mientras habla. Me acerco un poco con miedo y lo tomo rápido sin pensármelo dos veces — Tranquila que no muerdo.
Lo escruto completamente. Lleva la misma camisa de hace un rato, esa que enseña todos sus brazos y hace que sus tatuajes queden a la luz de la luna como hace un rato estaban. Su cabello ya no va tan bien peinado y su olor corporal ha sido sustituido por el olor a cigarro.
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Perfect Illusion | Jesse Rutherford - The NBHD
FanfictionUn fanfic. Una banda. The Neighbourhood. 〰〰〰〰〰〰〰 No había lugar que no visitara ni momento que se perdiera aquella música. Ella escuchaba, rockeaba y bailaba hasta que su cuerpo no aguantaba más. No dejaba oportunidad de apreciar aquella música q...