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Jesse estaba mirando a su madre sonriendo mientras pensaba en lo bien que Axel le iba a caer a ella. Esto era un paso que debía hacer si quería hacer lo siguiente que iba a hacer. Estaba decidido, quería dejar todo por Axel. Tomarse un descanso hasta que los bebés estuvieran al menos un año, quería estar presente para todo y no quería dejar escapar ni un solo detalle de esta nueva etapa.

—¡Jesse! — vio a su madre gritar y señalar atrás de él. Rápidamente volteó y le evitó caer en el suelo a si mujer que estaba embarazada.

—Anda hijo, llévala dentro — gritó desesperadamente la madre de Jesse — ¡Corre! Emiliano, Jon, Karla, ayuda por favor. Alguno llamé a la clínica privada y que manden un doctor de inmediato — Karla, la empleada doméstica se puso en ello mientras que los otros empleados masculinos ayudaban a Jesse y al padre de este a llevar a Axel.

—Joder — fue lo único coherente que salió de los labios de él. Corrieron o trataron de hacerlo sin llegar a hacerle daño a ella, la llevaron hasta una habitación de huéspedes en el primer piso. Todos tenían los nervios de punta, era una mujer embarazada con el embarazo muy adelantado. Jesse se jaló el pelo y quitó la chaqueta de mahón que llevaba.

—Tranquilo hijo, veras que solo es un desmayo por la impresión.

—Padre, estoy asustado. Jamás se ha desmayado, en ningún momento del embarazo, ni si quiera en los primeros meses.

El padre de Jesse le tocó el hombro para darle apoyo y dejarle saber que ahí estaban ellos, que eran su pilar tal cual como ellos querían que lo fuera él para sus hijos.

Sobaba la mano de ella con caricias delicadas suplicando internamente que despertara. Habían pasado ya varios minutos y el doctor no llegaba, estaba que se arrancaba el pelo de un solo tiron.

—Dios, solo quería que los conociera.

—Tranquilo Jesse, es la impresión. Recuerda que ella en la vida ha sido sola y el verse así en esta situación con sus suegros la ha puesto nerviosa.

—¡Eso es lo que pasa madre! No quiero que tenga miedo de nada. Yo estoy aquí y ahora formaremos esa familia que tanto anhela. Dios, mis hijos, la amo tanto — dijo mirándole el delicado rostro.

—Ven, vamos a bebernos un té para los nervios — su madre lo sacó de la habitación dejándolo en la cocina con las servidumbre. Sin embargo, regresó a la habitación donde yacía la madre de sus nietos. La miró de arriba abajo, estudiándola con detenimiento. Se veía una chica sencilla y transmitía confianza. Se veía frágil con lo flaca que era, aunque aún así llevase la enorme barriga. Sonrío al pensar en Jesse junto a ella, se sentía orgullosa de su hijo. Lo conocía y aunque fuera un mujeriego, estaba segura que cuando él escogiera a su mujer, no se equivocaría y mira que no lo hizo.

Al rato llegó el doctor casi fatigado debido a la corrida que dio desde la entrada hasta la habitación. Chequeo a Axel de arriba abajo sin miramiento y tal como era el procedimiento medico. Solo dijo que había sido un desmayo por la impresión, nada más. Que debían de mantenerla en reposo y que no caminara mucho, ya estaba en tiempo de parto debido a que llevaba gemelos en su vientre.

—¿Y está bien, doctor? — preguntó una vez más Jesse.

—Está todo bien, solo mantenla vigilada en cualquier momento puede dar a luz. Mucho reposo, agua y alimentarse bien en lo que queda de embarazo. Despertará en un rato quizás a más tardar en una hora.

—Gracias doctor.

—Para eso estamos.

El doctor se despidió y se fue a continuar con sus labores. La madre de Jesse aún seguía en la habitación junto a ella, esperando a que despertara. Jesse estaba a un lado también, se sentía nervioso. Jamás la trajo con estas intenciones, solo quería que ella conociera a su familia. Necesitaba que ella supiera que él la amaba y que todo esto es algo más que real. No quería que dentro de su cerebro hubiera duda alguna. Él sabia lo sola que había estado ella en la vida, mucho antes de que se llegasen a hablar, él la había investigado. Axel siempre le llamó la atención tanto así que no pudo resistirse en investigarla. No era nada malo, pero quería saber quién rayos era ella ya que él no se atrevía a acercarse. Sabía lo difícil que había sido su vida, sabía que ella tenia que josear para un plato de comida. Trabajando, ganandose la vida honradamente y no como alguna vez lo llego a hacer su suegra. Él la admiraba mucho, admiraba todo de ella y sabía que ella era lo mejor que había podido escoger de casualidad para ser la madre de sus hijos. A él nunca le faltó nada, su padre era un prestigioso empresario y su madre había sido una representante del partido político republicano. Tenía dinero y de sobra, no sabía lo que era pasar por todo lo que ella alguna vez pasó. Pero para eso estaba él ahora, para protegerla, para hacerle quitar sus miedos para amarla y dejarle saber lo maravillosa que era.

Perfect Illusion | Jesse Rutherford - The NBHDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora