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Había pasado tanto tiempo junto a Jesse que ya me sabía todas sus manías y cosas. Lo amaba demasiado, amaba a Jesse con todo mi corazón y a mis hijos igual. Danya y Malakai habían crecido tanto, ya no eran los bebés tan pequeños que alguna vez fueron. Ya daban sus pasos y hablaban sin parar.

Dos años había pasado de mucho amor y cariño, de peleas y desacuerdos, pero dos años en los que pude darme cuenta de lo feliz que puedo llegar a ser. Nunca había sentido tanto amor para brindar y mucho menos, el amor que recibía. Me acostumbré a los mimos, al cariño de mis suegros, al cariño de nuestras amistades.

Tomé mi dedo anular y masajeé sintiendo el anillo que Jesse me había dado aquella vez. Tenía la ilusión de casarme súper rápido, pero no había sucedido así. Tampoco me desesperaba, ni nada de eso, pero como lo mío con Jesse había sido rápido, pensaba que la boda igualmente lo iba a ser. Y me asusté luego de leer por las redes algo que decía "Si te dio un anillo de compromiso, pero no te dijo fecha de boda. No te asustes, solo estás en Lay Away". Y me preocupaba un poco esa frase alentadora. Ajá.

—Hola bebé de mami — dije con voz juguetona mirando a Danya comer una galleta de avena que le había preparado. Besé su coronilla y ojeé buscando a Malakai. Quien estaba escondido debajo de la mesa de comedor haciendo una travesura — Ven aquí, pequeño juguetón — lo saqué de la mesa y lo dejé visible a mi supervisión. Continué cocinando la crema de setas que estoy preparando. Jesse estaba trabajando y me tocaba cocinar hoy. Me encantaba hacerlo y ya que no llevaba algún trabajo de la universidad, me tomé la tarea de cocinar en tan pronto llegué.

El teléfono de la casa resonó indicando una llamada, la cual atendí.

—Buenas.

Hola, pequeña Xelly — era mi suegro saludando lo más seguro.

—Hola Mason, ¿Cómo te encuentras?

Muy bien querida. Te estaba llamando para preguntar si ya habías preparado a los niños. Es que en tan pronto salga del trabajo pasaré con Devon a recogerlos, y sabes que en casa tienen de todo, pero siempre me gusta asegurarme por eso de qué.

Fruncí mi ceño miente así le escuché.

—¿Preparar a los niños?

Sí querida... — lo escuché hacer un ruido con la boca — No me digas que Jesse James no te ha dicho nada. Es que, en efecto, no debió hacerlo. Él nos pidió que nos quedáramos con ellos un rato. Por eso te llamaba.

Bueno no hay problema, hago su bultito ahora, Suegro. Los veo horita — dije colgándole la llamada seguido. ¿Qué se trae este Jesse entre manos? Sacudí mi cabeza y continué con mi tarea que era hacer la mochila de los pequeñines. Hice todo minuciosamente, sin dejar nada sin echar. La verdad es que me gustaba que todo estuviera ordenado y no les faltara nada, aunque, de hecho, en casa de Devon tuvieran de todo.

Me permití jugar con ellos un rato, les di su majado de verduras, cosa que fue una odisea como todos los días y luego, los vestí. Yo estaba enamorada de mis hijos, los amaba demasiado y siempre estaré agradecida con la vida por permitirme tanto aún cuando no me lo merecía.

El timbre resonó por toda la casa y sabía de sobre que era el abuelo de los niños.

—Llegó abuelito a recogerlos — les dije y ellos balbucearon con unos juguetes en la boca. Como siempre. Caminé hasta la puerta y abrí, lo que me sorprendió fue ver a Mason cargando un enorme, pero de que enorme ramo de rosas rojas y a Devon con una caja blanca que no pasé por desapercibido.

—¿Qué es todo esto? — dije entre sorprendida e incrédula.

—Un regalo para la mejor de las mujeres — hablo Devon sonriendo y entregándome la caja que pesaba bastante, a decir verdad.

Perfect Illusion | Jesse Rutherford - The NBHDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora