- La chica de la falda vaya que pequeño el mundo ¿no crees?
- El muchacho de la cafetería
Recordaba perfectamente su nombre, sin embargo fingí haberlo olvidado
- ¿Cómo habías dicho que te llamabas?
- Vaya olvidaste mi nombre pero no el incidente de la falda, que curioso. Soy Mayra y tu Henry si no me equivoco
- Parece que no has olvidado mi nombre
- Parece que no
Las palabras se me iban agotando poco a poco, tenía que buscar alguna manera para que la conversación no termine.
- Y ¿te gustan las faldas?
- ¿disculpa?
- Es que me he puesto nervioso
- Te pusiste nervioso y has recordado mi falda, la nerviosa aquí debería ser yo ¿no lo crees?
- Supongo
Era obvio que no debí haber mencionado eso, pero ya lo había hecho y tenía que repararlo pero era muy complicado no decir estupideces cerca de ella.
- ¿Quieres que te traiga algo de beber? Ósea algo para ti, si quieres
- No te preocupes estoy bien así
Ella me hablaba de un modo cortante, como si mis palabras la hubieran ofendido
- ¿Segura?
- Un refresco estaría bien
- Chico aquí no bebemos refresco, si quieres de esos tendrás que ir al sótano
Menciono la voz de una chica que ya se notaba muy ebria y no se despagaba de Eduard.
- Deberías dejar de beber Lorena
- Que aburrida eres Mayra, mejor haznos un favor a todos y ve al sótano por refrescos ( se acercó a Henry y le apretó un brazo) se ve tan flacucho que dudo que pueda cargar solo una caja de refrescos
La chica rio descontroladamente, mientras soltaba mi brazo
- May aquí estaré a tu regreso lo prometo y ya después nos vamos
- De acuerdo pero no te muevas de aquí Lorena
- Se ve un poco pasada de copas quizá deberías acompañarla a su casa
- Eso haré Henry pero vayamos por los refrescos primero o se reusará la conozco bien y te lo puedo asegurar
Bajamos por unas escaleras que parecían no haber sido limpiadas en mucho tiempo, el polvo inclusive me causo picor en la nariz y ganas de estornudar que a duras penas pude aguantarme. El sótano era un pequeño cuarto con una sola lámpara, había agujeros en las paredes, un exceso de humedad y una cantidad increíble de polillas.
- ¿Dónde crees que puedan estar las cajas de refrescos?
- No sé quizá deberíamos de buscar
- Parece como que nadie ha bajado al sótano en años
Revisamos todo el sitio y no había ninguna caja con refrescos en el lugar, solamente había cosas viejas y empolvadas.
- Bien es claro que todo fue una broma Henry, deberíamos salir de aquí
Intente abrir la puerta con todas mis fuerzas para que pudiéramos salir, pero fue inútil se encontraba atascada.
- No estoy muy seguro de cuanto vaya a agradarte esto
- ¿Por qué? ¿qué sucede?
- La puerta esta atorada
- ¿Qué? Déjame ver
- Atorada ves
Comenzamos a golpear la puerta y pedir ayuda pero nuestros intentos fueron inútiles la música de afuera era demasiado fuerte nadie nos escuchaba.
- Cuando salga la mataré y le daré sus restos a los gatos de vecindario, lo sabía tenía que ser todo planeado
- Relájate
- ¿Relajarme? Estoy en un sótanos atrapada, en una fiesta a la que no quería venir, con un chico traumado con mis faldas, lo último que puedo en estos momentos es relajarme
Su tono de voz se escuchaba bastante agitado y hasta con un poco de enojo podríamos decir
- Entiendo, pero no estoy traumado con tus faldas
- Disculpa no debí decir eso, es sólo que estoy estresada
- Entiendo, tranquila saldremos de aquí apenas apaguen la música pedimos ayuda
- Seguro saldremos hasta mañana
- Nunca me había quedado encerrado en un sótano
- Yo tampoco
- No sé que se hace en momentos como estos
- ¿Bailar?
Era increíble como ella podía cambiar de perspectivas de maneras tan repentinas
- ¿ Bailar? ¿Me concede esta pieza señorita?
En realidad todo esto me pareció un sueño ella me tendió su mano y me sonrió de un modo muy tierno, comenzamos a bailar y me sentía flotar a su lado, me sentía como en un sueño todo parecía tan perfecto. Nos quedamos mirándonos fija y directamente a los ojos mientras que una sonrisa tímida se nos escapaba a ambos, sentí hormigueos en el estómago y mi ritmo cardiaco se aceleró. Me sentía como en el libro de Julio Cortázar de cartas a una señora en Paris, me sentía apunto de vomitar un conejito. No pudo ser el momento más inoportuno de mi vida, la puerta se abrió de un golpe seco y un chico ebrio que apenas y se sostenía en pie dijo entre dientes.
- Creí que era el baño.
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El último unicornio
RomantikMi parte favorita de la historia es cuando ella dice, pero si yo solo te besé porque tenía frío, y él dice y yo te beso demasiado, porque no sé exactamente cuánto durara esto........ahora solo es una historia más, ahora cada quien escribe diferentes...