Capítulo 43

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- Señor: ¿Otra vaca más?

- Señora: Es la tercera en esta semana, las personas de aquí no respetan la propiedad de los demás.

- Señor: ¿Cómo es posible? Nosotros no nos metemos con nadie, ¿por qué nos roban o matan a nuestros animales?

- Señora. Debe ser para vender la carne o por pura maldad, no lo sé, no es justo.

- Señor: Debería darles una lección a esos delincuentes, que rueguen a sus Dioses para que yo no los encuentre.

- Señora: No digas eso, no podemos matar a nadie.

- Señor: Pero un buen susto no está demás, así aprenderán.

- Señora: No me parece lo correcto.

- Señor: Para mi si lo es.

Y sin mediar más palabra, el dueño de la finca toma pala y se aleja de su esposa para comenzar a hacer un hoyo en la tierra, el cual sería la futura tumba de su vaca degollada, la esposa solo miraba al animal destruido en el suelo, se abrazaba a sí misma, su perro pastor alemán olfateaba el cadáver y meneaba la cola, como si hubiese encontrado un gran manjar, volteó a ver a su dueña como si pidiese permiso, pero esta solo negó con la cabeza, el perro agachó las orejas y caminó de regreso hacia donde su dueña, se echó a sus pies y solo meneaba la cola golpeándola contra el suelo, ahora la vista de la mujer estaba fija en su esposo, que con enfado excavaba en el suelo, se le podía escuchar balbucear algo, pero no se le entendía.

La tarde calló en un manto naranja que cubría el cielo, ahora la señora yace sentada en el suelo esperando a que su esposo termine, acariciaba la cabeza del perro, justo en medio de sus orejas, el señor echaba los últimos montones de tierra sobre la tumba del animal, clavó la pala en el suelo y observó su trabajo, se quitó la gorra y se abanicó con esta unas cuantas veces.

- Señor: ¿Cuánto tendremos que soportar esto?

- Señora: Si me hicieras caso y llamáramos a la policía, nos ahorraríamos un gran problema.

- Señor: ¿A la policía? Esos ineptos no hacen nada, ya lo hicimos una vez y no han vuelto con respuestas y ni siquiera están con nuestro caso, esto debemos tomarlo con nuestras propias manos.

- Señora: No lo sé... sigo pensando que no es correcto.

- Señor: ¿Y lo que estos delincuentes hacen si es correcto? ¡Por favor! Mira, han matado ya a cinco vacas y dos terneros, ¿Qué más quieres? ¿Qué maten a todo el rebaño? Esto nos da de comer.

- Señora: Como quieras, hazlo como te sienta mejor.

El hombre bufó con desgano y se volvió a poner la gorra sobre la cabeza, cogió la pala y se encaminó hacia la choza de madera, la señora se levantó, sacudió su vestido y le siguió, el perro levantó la cabeza, ladeó esta y se apresuró por ir detrás de sus dueños, movía la cola de lado a lado mientras caminaba dando cortos saltos.

Los días pasaban y nuevamente encontraban cadáveres de sus animales, uno tras otro, parecía una maldición, hasta que un día.

- Joven: Rápido, rápido, llevémoslo vivo, entre más fresco seguro que nos darán más dinero.

- Joven (2): ¡No se mueve!

- Joven: ¡Empuja con todas tus fuerzas, ya lo tenemos!

ZYXS (prueba)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora