La fiesta había acabado. La música se detuvo, y las tiendas cerraron. Ya todos estaban en sus casas, durmiendo. Axel pasaba entre los callejones oscuros con sigilo, asegurándose que no hubiera ni una sola alma a la vista. Se detuvo debajo de un puente, sumergido en la oscuridad. Estuvo esperando un rato, hasta que sintió la helada hoja de una espada sobre su garganta.
-Tranquilo, soy yo, Azazel-le dijo a la criatura en las sombras.
-Como si me fuera a tragar eso, maldito humano. ¿Por qué te creería?
-Por que fui yo quien te llamó para reunirnos aquí, Lucius.
El demonio se sorprendió al escucharlo decir su nombre. En verdad era Azazel. Bajó lentamente la espada, y se dejó mostrar a la luz lunar. Llevaba una enorme capa con capucha. Solo para él se dejó mostrar un poco el rostro. Era rojo, con dos colmillos saliendo de sus labio, y dos pequeños cuernos sobre su frente.
Durante las semanas anteriores, Azadel había logrado traficar unas cartas a un par de aliados demonios, fuera de la vista de la diosa. Estaba agradecido por el entrenamiento que le daba, pero debía actuar. No soportaba la idea de no hacer nada por su pueblo. En secreto estaba preparando sus hombres para la batalla.
-Realmente me asustaste. Nunca pensé que lucirías así, Demonio de Trapo.
-Que mi apariencia no te engañe. Solo es una ilusión para poder pasar desapercibido entre los humanos. Sabes bien que los soldados andan buscándome.
-Me gustaría tener un disfraz tan bueno como el tuyo-dijo Lucius mientras se cruzaba de brazos.
-Y dime, ¿cuántos hombres conseguiste?
-Me temo que no más de cien. Pero la buena noticia es que entre ellos hay varios maestros en magia negra. Si nos distribuimos bien, podremos atacar al Rey durante el desfile de mañana. Nunca lo verá venir.
No le gustaba la cifra. Eran muy pocos. Se supone que el desfile de mañana sería la oportunidad perfecta para atentar la vida de Chorice, pero algo le disgustaba. Lucius le había prometido conseguir hombres fuertes y valientes, pero incluso si consiguiera mil de esos, no tendrían oportunidad con los soldados Onyxs. Gracias a Wrindirus, aprendió que deshacerce de uno era algo complicado. Había perfeccionado su defensa y ataque contra esta clase, pero estos demonios no sabían nada. No iban estar listos a tiempo.
-No-le dijo a Lucius. -No vamos a atacar mañana. Lo pospondremos.
-¿Disculpa?-dijo enojado el demonio. -Me dijiste en tus mensajes que en este día lo mataríamos, que vengaríamos Cocytus y a todos nuestros compañeros caídos...
-Y tú me dijiste que traerías a suficientes hombres para este día-lo interrumpió-, pero dices que no tienes más de cien. Si seguimos con el plan, acabaremos masacrados. Es mejor esperar a conseguir más hombres, y en otra ocasión atacaremos.
-Tú... No me prometiste eso-siguió discutiendo Lucius. -Creo que fui un estúpido en confiarte. ¿Sabes algo? Mejor lo haremos sin ti.
-Hazlo, y verás a tus compañeros y amigos caer. Su sangre mancharán tus manos, y la responsabilidad caerá sobre ti. Los soldados no tendrán piedad con ustedes. ¿Crees estar preparado para enfrentarte a más de cuatrocientos hombres con tu grupito? ¿Acaso sus espadas de madera serán suficientes para las magia de los Onyxs? ¿Vas a arriesgarte a eso?
Lucius se quedó callado. Las palabras de Azazel le habían dado duro. Genial, ahora sueno como Weindirus, pensó. Miraba a su aliado reflejado en sí hace unas semanas, cuando estaba segado por la venganza y un sentido ilógico de la justicia.
-Ve con tus hombres al distrito sur de la ciudad, con el resto de los demonios, y esperen allí. Ocultense de los soldados, y estén atentos. Sigue reclutando a hombres, y trata de conseguir mejores armas. ¿Entendido?
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Me enamoré de un demonio (Azazel x Nina)
FanfictionAzazel quiere recuperar la gloria de los demonios, y para eso planea controlar el corazón de Nina, el Dragón Rojo. El problema es que ni ella misma sabe cómo controlarse. En eso llega una mujer misteriosa que decide ayudarlos para cumplir su cometid...