Los soldados Onyxs trataban de mantener en alto la guardia, tratando de debilitar a los demonios. Al final, el Dragón Rojo logró destruir su barrera, y se lanzó al ataque. Los humanos tuvieron que retroceder para no salir heridos. Azazel y sus hombres se destaparon, y se prepararon para pelear.
Más y más soldados estaban llegando por varias calles. Algunos de ellos eran derrumbados por unas flechas. Favaro trataba de retrasarlos, pero eran demasiados. La bestia roja les lanzaba fuego, alejándolos, para que Azazel y sus hombres se subieran de vuelta a su espalda y salieran volando de allí. Ya casi una centena de soldados bloqueaban ambos lados de la calle cuando hubieron pequeñas explosiones en los edificios a su alrededor. Todos estaban sorprendidos, hasta los demonios: Nina no había creado esas explosiones. Se levantaba demasiado polvo, así que Azazel y sus hombres pudieron deshacerse de los humanos por sorpresa. Los sobrevivientes a esa pelea salieron corriendo de las llamas que el dragón les lanzaba.
Ya con el polvo disperso Favaro bajó de los techos y se les unió. Tenía que apartar la vista de los cadáveres y evitar vomitar. No había visto antes así a tantas personas muertas.
-Y dime, ¿lograste matarlo?-se dirigió hacia Azazel.
-Me temo que no. Uno de mis hombres ya lo tenía, hasta que los soldados Onyxs aparecierOOOOOOOON!!!-gritó el demonio del dolor cuando sintió el golpe en su cabeza.
-¡¡¡Cuál es tu problema, ya lo tenías!!!-le regañaba la diosa.
-¡W-Weindirus!-dijo sorprendido el demonio mientras se frotaba la cabeza. -Pensé que no estarías en la pelea--
-¡Pues claro que sí, sino quien iba a supervisar tus acciones!-le volvió a golpear furiosa. -¡¡Acaso es tan difícil matar a ese malnacido!!
Azazel se frotaba del chichón en su cabeza, mientras que Favaro se reía de él. Pero no se esperaba recibir un puñetazo de parte de la diosa.
-¡¡Oye-le gritaba molesto-, y por qué a mí me pegas--
-¡¡Tú no te quedas fuera del problema!!-la interrumpió Weindirus. -¡¡Pudiste haberlo matado con tus flechas!! ¡También va para ti, Nina!-señaló al dragón. -Tus flamas ya debieron haberlo rostizado. ¡No debes temer en hacerle daño: solo hazlo!
La criatura bajó la cabeza, apenada. Mientras Favaro se frotaba la nariz por debajo de la máscara, Weindirus trataba de quitarse el dolor de cabeza que tenía, frotándose las sienes, sin parar de gruñir.
-Okey, okey, me temo que tendremos que ir al plan-C. Si tenemos suerte, no tendremos que recurrir al plan-D.
-¿Y cuál es el plan-D?
-Hacerlo a lo loco y darlo con todo nuestro acernal. ¿Acaso prestaste atención a las reuniones?
...
Se escuchaba el sonido de sus tacos por todo el salón. Gabriel se dirigía furiosa hacia el niño Santo. Lo habían sacado de su recámara para que la diosa pudiera hablar con él. Una vez ante el niño, Gabriel habló claro y fuerte:
-El, es necesario que colabores con nosotros para derrotar a Chorice y guiar nuevamente a la humanidad al buen camino. Te necesitamos. Eres vital para esto. Sin ti, todos nosotros estamos perdidos, incluso tus amigos.
Mugaro se levantó del piso, limpiándose el polvo del traje, y miró con inocencia a la mujer. Le dedicó una sonrisa. La diosa apretaba furiosa los puños.
-El, solo tu poder y forma divina pueden marcar la diferencia. Cientos de personas sufrirán por culpa de su ingrato Rey. No lo hagas solo por nosotros, también por ellos... y por tu madre.
Pero el niño la miraba con curiosidad, como si hablaba en otro lenguaje. Gabriel siguió hablando, tratando de persuadirlo de todas las maneras posibles, incluso con chantaje, pero el niño seguía mirándola de manera curiosa. No entendía nada. No le prestaba el mayor interés a las palabras de la diosa. Entonces, Gabriel, en un ataque de furia, empujó al niño al suelo. Antes que sus sentimientos la vencieran, respiró lentamente, calmándose.
-Sofiel-la mencionada se acercó obediente-, dile a las tropas que se preparen para la batalla.
Los presentes no esperaban esa orden, incluso Mugaro.
-Pero, Gabriel...-estaba diciendo Sofiel, cuando esta interrumpió:
-No podemos desperdiciar otro segundo. Nuestro mundo esta pidiendo a gritos que lo salvemos, y necesitamos nuevamente la fe de los humanos en nosotros. Como dije antes, despertaré la divinidad que El lleva adentro, ya siendo a voluntad propia... o por la fuerza. Quizás cambie de opinión en el campo de batalla.
Dicho esto se retiró del salón seguida de su escolta. Sofiel y otro ángel ayudaban al niño Santo a levantarse del suelo. Mugaro miraba a Sofiel con la esperanza en los ojos, esperando un consuelo. Sofiel también esperaba que el plan de Weindirus funcionara.
...
Colocaron tan rápido posible carpas y tiendas de campaña en la avenida principal frente al castillo. Los hechiceros iban llegando, junto a escuadrones de soldados Onyxs y golems. Un par se dragones pequeños con sus jinetes sobrwvolaban los cielos, preparándose para atacar. La gente que vivía cerca trancaba sus puertas y ventanas, y se ocultaban bajo las camas o en el sótano de sus casas, esperando con temor la batalla sangrienta.
Chorice se hallaba en una de esas tiendas de campaña, siendo atendido por hechiceros y curanderos. Tenían que proceder con cuidado para quitarle la armadura de encima, temiendo que terminaran por arrancarle la piel de los huesos. La mayoría de sus quemaduras eran de segundo grado, pero las de su antebrazo era de tercero. Su ojo había quedado chamuscado; no podía abrirlo sin parar de lagrimear. Apenas escuchaba a sus hombres y doctores hablar, preocupados. Estaba semi inconsciente, luchando para respirar, con la frente llena de sudor. El dolor lo torturaba. Si tenían suerte, podrían salvarle la vida.
De pronto, sobre la capital, los demonios lanzaron una nueva flecha. Esta echó varias chispas, y cambió el color rojizo del cielo a dorado. Alessand miraba horrorizado las luces, temiendo lo que los demonios planeaban.
-Alessand-lo despertó la voz de Dias. -Tenemos que irnos.
Este asintió, tratando de no hacerse pis en sus pantalones. Los caballeros de Orleans estaban reunidos en uno de los patios de entrenamiento del castillo. Se dirigían hacia un pasillo, el cual los guiaría hacia el campo de batalla, donde pelearían por su Rey. Más que nada estaban asustados que nerviosos. No se contentaban con las noticias que recibían: de algún modo Azazel, el Demonio de Trapo, había aprendido a controlar al Dragón Rojo. Era aterrador imaginarse los planes que se guardaba.
Estaban como a ciento cincuenta del túnel, a punto de salir, cuando una figura se interpuso. Dias ordenó a la tropa que se detuviera. La figura entró más al túnel. Era un humano que usaba una máscara morada de zorro y llevaba una espada. Su mano derecha estaba decorada con un guante blanco que simulaba la pata de un tigre blanco. A Dias no le tomó mucho tiempo reconocerlo por el peinado extravagante de esa cabellera morada.
-¿Kaisar?
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Me enamoré de un demonio (Azazel x Nina)
FanfictionAzazel quiere recuperar la gloria de los demonios, y para eso planea controlar el corazón de Nina, el Dragón Rojo. El problema es que ni ella misma sabe cómo controlarse. En eso llega una mujer misteriosa que decide ayudarlos para cumplir su cometid...