Azazel mantenía los ojos cerrados, mientras le robaba ese beso a la chica. Pero sus labios no se encontraron con los de ella, sino con la palma de su mano. Nina había logrado evitarlo, cubriéndole la boca en el segundo instante. No se esperaba esto. Se separó de él, sacando su mano de sus labios. Aún estaba un poco sonrojada, con una mirada extraña en él.
-¿Qué haces?-le preguntó, mirándolo confundida. ¿Qué estaba haciendo?
Trató de cogerla por la muñeca, pero ella apartó la mano. Aún no lo podía creer. Había algo extraño que no encajaba.
-Tú... ¿querías que me transformara?
Solo obtuvo un silencio por respuesta.
-¿Acaso... es obra tuya? ¿Planeaste todo esto para atentar la vida de Chorice? ¿Los gladiadores, las explosiones, tu repentina transformación... la forma tierna en que actuabas? ¿Eso... fue falso?
Parte de su corazón se partía. No podía creer que todo este tiempo, todas las cosas tiernas y romántica, esa forma tan extraña de actuar que le encantaba... era mentira. Un par de lágrimas empezaron a correr por sus cachetes, mientras retrocedía un par de pasos.
-Weindirus nos dijo que no actuaramos aún. Que la esperaramos, que nos iba a ayudar. Pero aún así decidiste hacerlo... a mis espaldas...-los sollozos ya no la dejaban hablar.
Azazel no pudo detenerla a tiempo. Nina huyó, cubriéndose las lágrimas con las manos. Era inútil seguirla. En menos de un segundo ella se había fugado en la oscuridad del corredor, dejando una leve nube de polvo por detrás. El demonio no tuvo palabras. No era su intención haberla herido. No le gustaba verla llorar.
¿Pero por qué Nina se ponía así? Ella sabía que algo como esto iba a pasar, que Azazel la usaría para detener al Rey. Que la pondría roja para que se transformara y así poder matar al Chorice. Pero por qué se sentía tan... ¿culpable? Los gritos de sus compañeros lo despertaron de sus pensamientos. No tenía tiempo que perder. Tendría que improvisar un poco. De un tirón se quitó las prendas humanas, y salió volando al campo de arena.
...
Habían explosiones y gritos. Los soldados trataban de mantener a raya a los demonios. Aparte de los gladiadores, más enemigos se habían infiltrado en el estadio. Estos habían aparentado una forma humana, pero cuando el ataque inició volvieron a su forma original y atacaron a los soldados. Una vez que todos los civiles estuvieron afuera, pudieron moverse con mayor facilidad. Evitaban que saliera por la única puerta disponible. El Rey no podía irse sin sus hombres, así que se puso una armadura y desenvainó su espada. Dirigía a los soldados, evitando que sobrepasaran la resistencia.
Pronto el apoyo llegó. Varios magos levantaron escudos protectores, para evitar las flechas mágicas que los demonios les lanzaban. Un grupo de caballeros Onyxs salieron para atacar. Estiraron sus brazos, convocando sus sellos verdes de poder. Esto debilitaron a los demonios, produciéndole fuertes dolores de cabeza. Un par de rebeldes se lanzaron contra los humanos, pero fue inútil. Debido al dolor de cabeza los Onyxs los derrumbaron con un golpe, e iban a matarlos con sus espadas. Pero algo los detuvo.
Uno gritaba del dolor, mientras se agarraba el brazo cortado, y el resto estaba apuñalado o degollado. Los cadáveres cayeron al piso, mientras que los demonios rebeldes se levantaban, admirando a su jefe. Azazel se erguía del suelo, con su espada manchada con sangre fresca, mientras miraba con odio a sus enemigos. Chorice se abrió paso entre sus hombres para mirar mejor al demonio.
-Sabía que estabas detrás de todo esto. No me sorprende-dijo el Rey.
Los hombres de Azazel se colocaron en posición detrás de él. Lucius se puso a su lado.
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Me enamoré de un demonio (Azazel x Nina)
FanfictionAzazel quiere recuperar la gloria de los demonios, y para eso planea controlar el corazón de Nina, el Dragón Rojo. El problema es que ni ella misma sabe cómo controlarse. En eso llega una mujer misteriosa que decide ayudarlos para cumplir su cometid...