09. Una gran impresión

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Primero lo que hizo Weindirus al verlos fue darle un golpe a Azazel por haber desaparecido de esa forma. Y cuando vio la herida de Nina, le dio una patada en la parte baja. Estaba hecha toda una fiera. Estuvo por varios días furiosa con Azazel. Nada en el mundo podía calmarla.

Debido al dolor de cabeza, Nina no pudo asistir al festival el día siguiente, y se perdió el desfile. Suerte para Azazel que no tuvo que verlo. Después de las fiestas los chicos volvieron al entrenamiento. Nina estuvo descansando por un par de días para recuperarse. Tomaba las pastillas que Rita le recetaba, y dormía varias horas en la cama. Mientras que Weindirus se desquitaba con Azazel su furia. Ahora lo hacía pelear solo contra los gigantes de piedra del Rey, seguido por inmensos ejércitos de soldados Onyxs.

Pocos días después Nina volvió a la rutina habitual. Debido al acuerdo que hizo con la diosa, no podía quejarse mucho en la práctica. Pero aún así le daba unos ejercicios leves para que el dolor de cabeza no la mate. Esa misma tarde ella y Azazel se juntaron para la siguiente parte del entrenamiento. Había algo que Nina quería decirle.

-Em... Azazel...-dijo un poco sonrojada.- G-gracias. Por lo de la otra noche.

-No tienes que agradecerme. Fue mi culpa que te halla pasado eso. Por cierto, ¿te sientes mejor?

-Em, sí. Ya no me duele tanto la cabeza.

-Bien, bien... -el demonio se acercó lentamente hacia ella, y la tomó suavemente de la mano. -Estaba muy preocupado-agregó con una voz profunda y suave.

Azazel hizo que se le pegara más, y la rodeó con sus alas. Nina empezó a sonrojarse más. Nunca antes había hecho algo así. Abrazarla con sus alas. Las plumas le daban unas cosquillas suaves por la espalda y brazos, haciendo que un calor recorriera su cuerpo. Ella estaba pegada a su pecho, muy cerca a su rostro. Con su otra mano Azazel le levantó el mentón para que le pudiera ver a los ojos. Allí estaba otra vez ese brillo intenso. El demonio se inclinó un poco sobre ella, haciendo que sus narices se tocaran.

El corazón de Nina estaba corriendo, y apenas lograba respirar. Estaba bien que sintiera eso, pero le era raro eso. Llena de nervios ocultó su cara en el pecho de Azazel, evitando que viera su cara roja. El demonio dio una risa interna. Usó sus brazos para abrazarla, para darle más calor. Le dio un beso en la cabeza, y dijo:

-Eres tierna cuando te pones así.

Eso fue la gota del vaso. La piel de Nina se puso roja, y empezó a hincharse. La chica estalló, enviando a volar al demonio. Este se levantó del piso, un poco adolorido. Vio al Dragón Rojo en medio de una gigantesca nube de polvo, rugiendo a los cielos. Weindirus, que observaba todo desde distancia, sonreía.

-¡Al final el cuernudo lo logró!-gritó alegre mientras estiraba los brazos al cielo. -¡Pensé que tendría que esperar mil años para que ocurriera!

Azazel también estaba contento, pero se dio cuenta que el Dragón Rojo estaba viniendo hacia él como una loca. De repente se detuvo. Estuvo quieta un rato, enfocándose en algo. La niebla en sus ojos se dispersó, dejando ver un bello dorado. Nina tenía el control. Siguió avanzando hacia el demonio, pero con pasos calmados.

Se detuvo a un par de metros de Azazel. Este se acercó a ella, un poco fascinado. Nunca la había visto se esta forma, tan calmada. Siempre estaba fuera de control, no como ahora. Había progresado, y por mucho. Extendió su brazo para acariciarle el hocico. Ella ronroneó con el afecto.

-Bueno- apareció de la nada Weindirus, dándole un golpe en la espalda de Azazel, asustándolo-, pensé que eras un completo inútil sin remedio, ¡pero veo que me equivoque! Ahora, súbete a su espalda.

-¿Eh?

-Que te subas a su esplada...

-Sí, sí, ya entendí.

Azazel voló sobre la cabeza de la dragona y aterrizó sobre su lomo. Nina levantó un poco la vista, mirándolo por el rabillo. Weindirus flotó delante de ella, y con sus poderes creó un pequeño ejército de soldados a partir del polvo del campo.

-Muy bien chicos-les dijo. -Ahora pasaremos a la siguiente fase del mi entrenamiento. Ambos deberán aprender a combatir, ¡juntos! Nina, colócate en posición de ataque: mantén las piernas delanteras flexionadas, y prepárate para impulsarte.

La dragona siguió sus indicaciones. Azazel tuvo que agarrarse fuerte para no caerse cuando se movió.

-No se preocupen si los masacran, es su  primera vez. Ahora... ¡al ataque!

El ejército entero corrió hacia ellos. Nina les lanzó una columna de fuego. Un grupo quedó achicharado. Un par de brujos levantaron barreras mágicas para protegerse del fuego, mientras que otro grupo se dirigía a las piernas del dragón. Al ver esto, Azazel bajó y lanzó sus sombras esbirros, eliminándolos.

El Dragón Rojo siguió atacando, pero una roca gigantesca le cayó encima. Los soldados empezaron a usar sus catapultas, lanzándolas hacia Nina. Sus rugidos furiosos no le servía de nada. Le cayeron otras tres rocas, y la cuarta hizo que sonara algo feo. Una luz la cubrió, e hizo que estallara en miles de partículas.

-¡¡Nina!!-gritó preocupado Azazel.

Descendió rápido al suelo, buscándola entre las pocas llamas que quedaban. Al fin la encontró, en medio de un círculo quemado. Se arodilló junto a ella, y la hizo recostarse sobre su regazo. Estaba inconsciente. La transformación había destruido su ropa, así que Azazel convocó sus esbirros de sombra.

Weindirus disolvió el ejército entero y descendió hacia sus dos discípulos. Vio que Azazel estaba arrodillado sobre Nina.

-¡Hey, qué te he dicho acerca de las damas sin ro...

Su voz se fue apagando cuando el demonio se apartó. La chica estaba cubierta de telas negras que le servía como ropa. Azael había transformado sus esbirros en telas para cubrirla. Weindirus no sabía que decir. Esta vez había sobrepasado sus expectativas.

Nina empezó a despertarse, agarrándose la cabeza por el dolor. Weindirus se acercó para examinarla.

-¿Te encuentras bien?-le preguntó Azazel.

-Eso creo... ¿Ah? ¿Por qué llevo puesto esto?

-Bueno-dijo Azazel-, ya sabes que siempre terminas sin ropas después de transformarte, así que te hice unas yo.

-Azazel...-dijo Nina, casi sin creérselo. Se ruborizó un poco.

-¡Qué caballero!-soltó la diosa. -Ahora veo que no eres todo un patán. Que lindo. Ahora, Nina, ¿recuerdas lo que acaba de pasar?

Esta vez Nina sí lo recordaba. Usualmente nunca recordaba nada cuando se transformaba, pero esta vez era diferente. Recordaba cada cosa que pasó. Desde que Azazel la abrazó hasta la roca gigantesca que la dejó fuera de combate.

-No estuve de pie por más de diez minutos, ¿no?-dijo desanimada.

-No te preocupes-le palmeó Weindirus la cabeza-, no te eches toda la culpa. Azazel la tiene en parte.

-¿Y yo por qué?

-Por que la dejaste desprotegida. Se supone que es tu arma secreta, el as bajo la manga, tu maquinaria pesada. No puedes dejar que nada malo le pase porque si no estarías perdido. Cuando salgan a pelear debes primero encargarse del arma más fuerte de su enemigo, o si no caerán primero. Tampoco significa que deben darlo todo en el primer minuto. Primero prueben la fuerza del contrincante, y después ataquen. Solo así obtendrán la victoria. ¿Entendieron?

Ambos asintieron. Azazel estaba emocionado de usa el Dragón Rojo para vencer a los humanos, y Nina estaba feliz de por fin controlar su forma de dragón.

Me enamoré de un demonio (Azazel x Nina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora