07. La cita

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Después de los refrescos volvieron a la tienda con las compras. Estuvieron atendiendo a los clientes hasta cerca del anochecer. A esa hora algunas personas estaba yendo de casa o a casa. Ya todos habían almorzado, y se tomaron un pequeño descanso o una siesta. Solo los jóvenes seguían en los juegos. De vez en cuando pasaba algún cliente a pedir unas ricas alitas de pollo, pero después de eso no había nadie más. En la noche, para la hora de la cena, la multitud iba a regresar al festival para continuar con la fiesta. Pero ahora los muchachos estaban tomando un pequeño descanso.

Axel nunca había trabajado de esta forma. Estaba cansado.

-Hey, Nina-la llamó Weindirus mientras le daba una bolsita con dinero. -Ve con Axel y disfruten del festival. Tienen toda la noche.

Nina se emocionó demasiado. Al fin podría ir. Tirando de la manga a Axel, se fueron corriendo por las calles de la ciudad, hasta llegar a una plaza. Estaba decorada con luces y banderas, con varios puestos de juegos. Allí todavía habían muchas personas.

-¿Y qué quieres hacer primero?-le preguntó a su acompañante.

-No sé. ¿Qué no eras tú la que quería hacer algo?

-¡Sí, pero no sé bien qué hacer primero, hay tantas cosas, hay comida, juegos, música, ropas...-señalaba la chica por todas partes mientras hablaba sin parar.

Axel se reía de su emoción. Al parecer nunca antes estuvo en un festival o algo así. Bueno, él tampoco, pero no se ponía así. Parecía una niña en una dulcería.

-Y... ¿qué te parece ese?-señaló con la cabeza un puesto de juegos.

-¡Perfecto!-dijo alegre la chica.

Sin parar de tirar de Axel fue corriendo. Era un juego con aros y botellas. Nina pagó una moneda para probar, pero falló horriblemente. Su puntería no era la mejor. Así que Axel probó su suerte, ganando por montón.

-Veo que a tí de fue mejor el entrenamiento con Weindirus-dijo Nina, un poco desanimada.

-Oye, no digas eso. Solo te falta práctica. Ven...

Esta vez fue Axel quien llevó por la muñeca a Nina. Fueron a otro juego, uno de tiro al blanco con ballestas. Las dos primeras flechas de la chica dieron al borde de la diana. Entonces Axel la ayudó. Colocó sus manos sobre las de ella, enseñándole cómo debía usarla, y dándole consejos sobre puntería. Nina sentía cosquillas cuando le hablaba por el oído, y sus manos estaban calientes. Gracias a él pudo darle al centro como cinco veces. Se ganó un premio.

Y estuvieron así el resto de la noche. Iban de un puesto a otro, probando cosas y divirtiéndose. Habían platillos deliciosos que Nina devoraba. Habían también puestos de ropa y joyas, donde la chica se los provaba. Hubo un anillo plateado bello. Le encantó tanto que Axel se lo compró. La chica no paraba de agradecerle con un fuerte abrazo.

A medida que las horas pasaban, más gente llegaba. Fueron por otras calles, dirigiéndose a otra plaza. Axel ya no estaba incómodo con la multitud. Sorpendentemente la estaba pasando bien. Tan bien que no se daba cuenta de la presencia de los demás. Incluso chocó con hombros accidentalmente con un caballero del Rey. Se disculpó de inmediato y suiguió su camino. No se había dado cuenta que ese caballero era Kaisar, que no lo reconoció por su apariencia humana.

Nina había comprado un par de panecillos en el camino. Pero cuando se dio la media vuelta, Axel había desaparecido. Lo buscó por todas partes con la vista. Hasta que sintió su mano colocándole algo detrás de la oreja. Era una pequeña flor rosa.

-Listo-dijo Axel. -Ahora estás más linda.

Nina se sonrojó un poco. Primero le dio un leve golpe en su estómago, regañándolo por dejarla así, y luego le dio su panecillo. Él se disculpo, diciendo que vio la flor en la florería, pensando que le iba a gustar. Y tenía razón. En el camino Nina no dejaba de tocarla, ruborizada.

Llegaron a un óvalo muy grande. Había una banda que tocaba con alegría una música festiva. Había cientos de personas bailando al ritmo de la canción, y al fondo había una plataforma con más parejas disfrutando del baile. Ambos estaban al borde, mirándolos. Axel notó la forma en que Nina los miraba. Parece que le gustaba.

-¿Deseas bailar?-le ofreció.

-¡Oh, no! Y-yo no sé bailar. Nunca lo he hecho-dijo tímidamente la chica, un poco avergonzada.

-¿En serio? No te creo. Alguien como tú no pudo haber no bailado en su vida.

-Lo sé, algo tonto, ¿no?-dijo un poco cabizbaja.

Axel le pareció gracioso y tierno su timidez. Cogiéndola de la mano la sacó a bailar, a pesar de sus quejas. Se pusieron en medio de la pista de baile, e hizo que la agarrara de los brazos.

-¡T-te dije que no sé bailar!-le dijo molesta.

-Pues ya somos dos.

-¡¿Qué?! ¡Aún así me sacaste para esto!

-Un día debíamos intentar, ¿no? Solo sígueme.

Ambos bailaban lentamente, aprendiendo a moverse. Con sus pies formaban un cuadrado, siguiendo el compás de la música. Poco a poco Nina fue cogiendo confianza. Levantó la vista, confiando en que sus pies harían lo correcto, mirando al rostro de su pareja. Axel había puesto una mano detrás de su espalda, y la guiaba por la pista. Cambiaban de manos y daban vueltas, sin problema alguno. Incluso pudo darle un par de vueltas a Nina y cargarla. Ella se reía, y no paraba de sonreír.

Bailaron otras tres piezas, hasta que se cansaron. Se sentaron sobre los escalones de una plaza, y se tomaron las bebidas que Axel acababa de comprar. Estaba descansando, mirando a las personas pasar por allí cerca.

Azazel debería darle vergüenza por estar pasándola bien, disfrutando de esa fiesta que los humanos celebraban para reprochar su victoria sobre Cocytus. Pero entendía por qué Weindirus insistió en que asistiruboal festival. Era una oportunidad perfecta para mejorar su relación. Así le sería más fácil convertirla en el Dragón Rojo. Una "cita" para conquistar su corazón. Es por eso que se había esforzado tanto es comportarse como un caballero.

Aunque no todas esas risas y sonrisas eran falsas. De verdad la estaba pasando bien. Recién se dio cuenta que nunca antes había estado así de alegre. Desde hace como nunca. Toda su vida había vivido amargado por algo. Ni si quiera cuando vivía en su palacio y gozaba de las delicias que le servían y del exquisito vino... no era completamente feliz. Siempre había algo que le molestaba. Solo por esas horas no había complicaciones o problemas. Solo juegos, risas y comida.

-Oye, Axel-Nina la despertó de sus pensamientos. -Me he dado cuenta de algo. Hoy día noté que te has reído.

-¿Cómo?

-Sí. Siempre que te veía andabas serio y amargado. Sonreías a veces, pero no parecía uno sincero. Hoy recién te he visto reír de verdad.

Axel se rió internamente.

-¿Ves?-le señaló Nina. -Allí está otra vez.

-Oye, es tu primera vez en un festival, ¿no?-Niba asintió. -La mía también.

-¡En serio!

-Sip. La verdad es que tuve una vida un tanto... ocupada. No he tenido tiempo para fiestas o cosas por el estilo.

Sus palabras fueron interrumpidas por una explosión en el aire. Empezaron a disparar unos fuegos artificiales. Eran grandes y brillantes, iluminando por todas partes la ciudad. Nina se había recostado sobre el brazo de Axel, admirando el espectáculo. Eran muy bonitas, como su tarde con su pareja.

Fue una espléndida cita.

...

Más o menos a las diez de la noche regresaron. Bacchus y el resto estaban guardando las cosas. Un abrazo sorpresa atacó por detrás a Rita, mientras que Nina la saludaba:

-¡Hola a todos!

-Oh, ya han vuelto-dijo la zombi. -Por lo que veo la pasaron bien.

-Mhm.

-¿Y dónde está Axel?-preguntó Hamsa.

-Está justo a...quí...

Nina se dio cuenta que Axel había desaparecido. Estaba muy segura que la acompañó en el camino. ¿Dónde se ha metido?

Me enamoré de un demonio (Azazel x Nina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora