21. La batalla contra Chorice. Parte 3

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El mencionado se quitó la máscara, para que sus hombres le pudieran ver el rostro. Los arqueros lo apuntaron con sus flechas, pero Dias les indicó que bajaran el arma.

-Dime, Kaisar, ¿por qué estás aquí? ¿Qué planeas hacer?

El ex-capitán desenvainó su espada, y la dejó caer al piso, haciéndole entender que no había venido a pelear.

-Vayan y evacuen la ciudad-les ordenó.

Los soldados se miraron extrañados entre ellos. No entendían su plan. Alessand se adelantó, y habló molesto:

-Ya no tenemos que seguir tus órdenes. No eres más para nosotros nuestro capitán. Ahora eres un fugitivo buscado. Será mejor que te apartes del camino, al menos que quieras que te aplastemos.

-Por favor, se los suplico-les dijo Kaisar. -Muchas personas morirán si no las sacamos de la ciudad. A Chorice no le importará sus muertes, las considerará "sacrificios" por una causa inexistente.

-¿Acaso nos estás pidiendo desobedecer a nuestro Rey?-dijo un caballero entre las tropas. Se esparció un leve murmullo entre los soldados.

-¿Su Rey? ¿Se refieren a ese miserable que está usando la vida de sus hombres como simples títeres y los deja morir sin ninguna buena razón? Ustedes no saben nada.

-¿Y supongo que tú sabes más que nosotros?-dijo otro caballero.

-Me temo que sí.

Kaisar les lanzó un par de objetos. Algunos soldados lograron atraparlos en el aire, incluyendo a Dias. Era una gema verde circular, un poco simple. No aparentaba nada especial.

-Esto-siguió Kaisar- es lo que usan los caballeros Onyxs para pelear. A cambio de poder, la gema absorbe su energía vital, matándolos de  poco-los soldados quedaron estupefactos con la explicación. -Así fue como Chorice ha estado ganando: aprovechándose de la vida de sus hombres sin importar el costo de la victoria.

Los hombres de la tropa empezaron a dudar de su líder. No podían creer que fuera cierto. Murmuraban entre ellos acerca si seguían a Kaisar o no. Solo Alessand seguía mirando con desaprobación al ex-capitán. El pelimorado notó eso, así que sacó su última carta:

-No hace más de diez años, los Caballeros de Orleans eran los más fuertes y benerados del pueblo, no porque tuviéramos un poder inigualable como el de los dioses o los caballeros Onyxs, sino porque nos manteníamos firmes por ellos. Nunca los abandonamos, ni si quiera con la aparición de Bahamut. Esto se los digo porque yo fui testigo de su grandesa. Ahora mismo, es el pueblo el que nos necesitan. Imagínese todas esas personas inocentes llenas de temor, esperando a que ocurra un milagro. Pero nosotros podemos ser ese milagro. ¿Qué dicen?

Recién Alessand dejó su frente libre de arrugas, sorprendido por sus palabras. Ahora algo comenzaba a cobrar sentido. Siempre quiso que las personas lo reconocieran por algo. ¿Por qué desperdiciar esta oportunidad? El Rey no le reconocería nada, ni aunque le salvara la vida frente a sus ojos.

Dias se giró hacia sus hombres, quienes parecían convencidos, dispuestos a luchar de parte de su gente. Estaban esperando nuevas órdenes. El viejo sonrió al ver esto.

-¡Caballeros!-gritó fuerte y claro, haciendo que su voz resonara en las paredes. -¡Diríjase a las casas del este del lago y saquen a las personas! ¡Asegúrense que los demonios no pasen por más de diez calles, y lleven a las personas a un lugar seguro!

Los soldados gritaron con vitores, y tiraron de sus riendas para cabalgar hacia la salida. Dias pudo subir a Kaisar a su corcel. Juntos doblaron hacia la izquierda, en dirección contraria hacia el castillo del Rey.

Me enamoré de un demonio (Azazel x Nina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora