05. El festival

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Una vez que los huesos de Azazel se curaron, Weindirus lo puso a trabajar otra vez. Ya no se quejaba como antes, y hacía los ejercicios que la diosa le imponía. Ahora estaba empezando a enfrentarse a un ejército de cien hombres a la vez. Se cansaba mucho, y sus huesos le dolían, pero trataba de no quejarse. No quería sufrir otra paliza. Ahora cada vez que miraba a la diosa, le sentía algo de pena. No quería que fuese muy notorio. Quizás ella no sabía que Bacchus le dijo, o quizás si lo sabía pero pensaba guardárselo.

Notó que Nina había progresado el tiempo que estuvo ausente. Aplicaba correctamente su fuerza con sus puños. Podía dar pelea hasta con tres soldados a la vez. Aparte que aprendió a usar la espada.

En la primera tarde de su recuperación, cuando tenía su práctica con Nina, aprovechó para hablar un poco.

-Hey-se dirigió a ella. -Bacchus me contó que quedaste un poquito... afectada después de mi operación.

Nina se sonrojada de vergüenza mientras se cubría la cara.

-Ese borracho. Nunca sabe cuando cerrar la boca.

Se acercó un poco a ella, para estar casi pegados.

-Esto... sé que es algo inusual, pero... Gracias. Por curarme.

Ciertamente era algo inusual en él. Nunca hacía ese tipo de cosas. No esperaba que le agradeciera por eso. La vergüenza cambió a roche, y jugueteaba nerviosamente con un mechón de pelo.

-N-no deberías agradecerme por eso. Yo no hice nada. Es a R-Rita quien deberías darle las gracias.

-Pero tú parecías realmente preocupada. Esa niña siempre anda con esa expresión neutra. Quizás sea un zombi, pero eso no significa que no pueda sentir nada.

Nina se rió ante el comentario.

-Eso fue cruel, pero sí parece que casi nada la emociona.

Y estuvieron un rato hablando. Weindirus los observaba sentada sobre una roca, a varios metros lejos de ellos. Notó que Nina se reía de los chistes de Azazel, y que estaba un poco sonrojada.

-Al fin, un progreso.

...

Pasaron varias semanas así. Ambos entrenaban tan duro como podían. Weindirus le estaba enseñando tácticas de batalla a Azazel, y le explicaba cómo debía controlar un ejército. Algún día, cuanto tuviesen los hombres necesarios, iba a dirigir uno. Debía mantenerse firme, con órdenes precisas y claras. Debía estar atento a sus hombres, pero tampoco dirigir cada respiración suya. Era necesaria la unión y confianza.

Todavía no logró transformar a la chica, pero ya Nina se sonrojaba de nuevo. Con respecto a ella, ya empezaba a controlar su forma de dragón. Después del tercer puño el Dragón Rojo dejaba de actuar como una loca y se concentraba más en sus acciones. La niebla se iba de sus ojos, y Nina lograba calmarse. Aunque esos segundos de control apenas duraban. Luego volvía a enloquecer.

Todo iba bien, hasta que una noticia llamó la atención a Nina. Ella de vez en cuando iba a la capital a realizar trabajos para ganar plata y enviárselo a su madre. En una de sus visitas, su amigo, el panadero, le informó que dentro de poco iba a ser el festival de la ciudad. Iba haber musica, tiendas, comida, juegos y mucho más. Nunca antes Nina había ido a un festival. Se moría de ganas por ir. Pero había un problema: Weindirus no le permitía ir.

-¡¿Qué?!-dijo incrédula la chica.

-Ya escuchaste, no irás-le decía la diosa mientras ayudaba a Bacchus a poner unas cajas dentro de su carruaje.

-¿Pero por qué?-dijo casi llorando Nina.

-Tienes que seguir entrenando. Todavía te falta mucho para llegar a la meta.

Me enamoré de un demonio (Azazel x Nina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora