Las calles estaban llena personas. La gente disfrutaba de la comida, la música y los juegos. El ambiente era animado. El negocio de las alitas de pollo estaba teniendo éxito. La gente se reunía alrededor de la tienda para comprar las delicias. Con tan solo oler el aire se te hacía agua la boca.
Azazel se vio obligado a ayudarlos, ya que Weindirus le ordenó. Freía las alas y las bañaba en la salsa secreta. Se sentía ridículo sirviéndoles comida a esos humanos. ¿Qué hubieran pensado esas personas si se enteraban que el Demonio de Trapo les servía el almuerzo? Seguramente huirán despavoridos, o vomitarían las alitas que comieron, pensando que estuviera envenenada. Pero para sus ojos, solo estaba Axel sazonado la comida. Sí, ahora Azazel se llamaba Axel (nombre que Weindirus insistió que conservara).
A cambio del demonio, Nina estaba disfrutándolo. Promocionaba a todo pulmón sus ricas alitas de pollo, llamando la atención a cientos de clientes. Era impresionante el modo en que los atraía. Pero tenían tantos clientes que se les estaba acabando las provisiones.
-Oye, Nina-la llamó Rita-, ¿podrías ir a comprar más alas de pollo? Se nos están acabando. Si seguimos así no tendremos nada para mañana.
-¡Claro!-dijo la chica, alegre. Al fin podría salir un rato a ver parte del festival.
Rita le había dado el dinero y una bolsa para las compras. Estaba a punto de partir, cuando Weindirus hizo un pequeño cambio en sus planes.
-¡Hey, Axel!-cogió por los hombros al mencionado. Este se sorprendió, tanto que casi pegó un grito. -¿Por qué no acompañas a Nina? No es cortés dejar que una chica ande sola por las calles. Yo te suplanto, ve.
-N-no es necesario,Wendy-le dijo la chica. -Yo sé cuidarme sola. Aparte, parece que Bacchus necesita más manos en la cocina con toda esta clientela.
-C-cierto-dijo Axel. No quería andar entre los humanos, viendo como festejaban la derrota de su especie. -Estoy segura que Nina puede hacerlo sola-¡¡¡AAAH!!!
Weindirus lo había empujado fuera de la tienda, haciendo que se chocara con Nina. Debido al contacto físico la chica se sonrojó, y más cuando Axel la agarró por la cadera, evitando que cayera al piso. Trataba de recomponerse y calmar su pulso mientras que el chico se disculpaba. Ambos iban a seguir objetando con la diosa, pero esta les recordó el acuerdo que habían hecho. Sin decir otra palabra, los dos se fueron al mercado.
-Weindirus-le dijo Bacchus-, ¿estás segura de lo que haces?
-Pues claro. ¿Cuando me he equivocado en algo?
-¿Recuerdas lo de la botella y el río?
-... Ja, ja, ja-fingió reírse la diosa. -Que gracioso.
...
Debido al festival el mercado estaba más lleno que antes. Los dos caminaban entre las personas. Nina admiraba desde lejos los juegos y las tiendas de comidas. La gente reía y disfrutaba. Se preguntaba cuándo Weindirus le daría permiso para ir también a esos juegos. Mientras que Axel andaba nervioso, buscando en cada equina algún soldado del Rey. No se sentía cómodo andar entre las personas como si nada. Tenía miedo que lo descubrieran.
-¡Muy buenas, señorita!-se le acercó un anciano mugroso súper borracho. Su aliento apestaba a licor, y moqueaba por la nariz. -¿Quisiera tener una tarde encantadora con alguien como yo?
Estaba extendiendo su mano para tocar a Nina, pero Axel se interpuso. Usó su cuerpo para protegerla, y le dio una mirada asesina al viejo borracho. Este dio un salto del susto, y palideció. Axel se llevó consigo a Nina, colocando su mano sobre su espalda, alejándose rápidamente de ese viejo.
-G-gacias, Axel-le dijo Nina. -Fuiste todo un caballero.
-No es nada. Para eso estoy aquí-le dedicó una amable sonrisa.
La chica reía internamente, mientras se sonrojaba un poco. La mano de Axel le producía cosquillas por la columna.
Llegaron al puesto de la carne, donde compraron las alitas de pollo. Después de fueron a otro puesto, donde vendían una variedad de chiles, en especial la que usaban para la salsa secreta. Nina estaba poniendo una buena cantidad dentro de su bolsa de compras cuando una voz la llamó:
-Qué sorpresa encontrarte.
Al darse la vuelta, vio a un hombre alto con turbante y unos lentes. Podía ver sus ojos claros.
-Nina, ¿cierto?-dijo el caballero.
La chica lo reconoció. Era el desconocido de aquella vez. Hamsa había hecho una pequeña prueba de fuerza, donde se pagaba para ver quién podía vencer a Nina. En esas un cabelloro guapo y misterioso apareció. Fue el único que le puso difícil a la chica, pero también hizo que se sonrojara un poco. No esperaba volver a verlo. Estuvo tan ocupaba por el entrenamiento que se había olvidado por completo de él.
-Nina, ¿quién es él?-la voz de Axel lo sacó de sus pensamientos.
Fue tal la sorpresa del extraño encantador que olvidó la presencia del demonio. Este la miraba confundido por la llegada del otro.
-¡Ah, A-Axel, él es un conocido!-se apresuró a decir. -¡U-na vez lo vencí en un concurso de fuerzas! ¡L-la verdad es q-que no pude pregunt-tarle por su nombre!
-Disculpe por no haberme presentado antes-dijo el extraño. -Mi nombre es Cris.
Le dio un fuerte apretón de manos a Axel. Sintió algo raro cuando tocó su mano. Era una clase de desconfianza. Y esos sentimientos se revolvieron más cuando le dio un beso en la mano a Nina. ¿Qué creía que hacía? ¿No era algo inecesario? No estaba seguro qué estaba pasando, pero se molestó cuando vio que Nina se había sonrojado un montón.
-Ya me tengo que ir-dijo Cris. -Fue un gusto volver a verte, Nina.
El hombre misterioso se fue del mercado, dejando una luz ilusionada en los ojos de la chica. Axel se dispuso a pagarle al vendedor las compras, tratando de apartar esos sentimientos a un lado. Pero Nina no ayudaba mucho, diciéndole a Cris antes que se vaya:
-¡Pu-puedes venir a vernos en el puesto de alitas, cerca del centro!
-¡Lo haré!-le prometió.
La chica estaba muy roja, y tenía la mirada perdida.
En definitiva Axel estaba sintendo celos. No pasaron más de cinco minutos y Cris había puesto así a Nina. Lo odiaba. Lo odiaba demasiado, casi tanto como Chorice. Todo lo que a él le había costado llegar con ella en varias semanas este lo hizo con un gesto. Estaba perdiéndola. Debía hacer algo.
Se dio cuenta que tenía un par de monedas extras. Se le ocurrió una idea.
-Oye, Nina-la llamó. Esta despertó de sus sueños. -¿Te gustaría comer algo?
-¿E-en serio?
-Sip. Hay que relajarnos un poco. ¿No lo crees?
Algo raro le pasaba. Nina nunca le veía relajado. Era algo nuevo en él. Y... le gustaba. Era una de las caras nuevas que le agradaba.
-Un refresco estaría bien.
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Me enamoré de un demonio (Azazel x Nina)
FanfictionAzazel quiere recuperar la gloria de los demonios, y para eso planea controlar el corazón de Nina, el Dragón Rojo. El problema es que ni ella misma sabe cómo controlarse. En eso llega una mujer misteriosa que decide ayudarlos para cumplir su cometid...