El escape

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Para llegar a la casa de Sally tuve que caminar, más bien correr porque sentía que mi tío iba a aparecer con su camioneta detrás mío en cualquier momento y porque no quería mojarme todo. Ni siquiera fui capaz de agarrar algún abrigo así que tuve que sentir como las gotas de la lluvia se resbalaban por mi cuello cayendo directamente a la espalda causándome espasmos.
Seguí corriendo y cuando mis pulmones parecían quemar decidí parar para observar o escuchar todo: árboles empapados, luces apagadas, aceras vacías, ladridos de perros hacia la nada misma.
Ni un auto en la calle y los que habían andaban a toda velocidad para por fin llegar a sus casas.
Me escondí en unos arbustos para resguardarme de la lluvia, mi celular sonó pero no atendí, en cambio, me concentré en recorrer las cuadras que me faltaban.
Pisé un charco, otro, otro más. Al pasar por las casas ajenas los perros me ladraban pero no paraba ni siquiera para asustarme.
Una calle más, solo una.
Allí sí paré e intenté ver si venía algún auto por la calle pero las gotas de agua no ayudaban así que terminé cruzando.
A la mierda la seguridad vial.

Al fin pude ver el cuidado porche de los Brooks.
La casa se componía de una pared de piedras bajita que se veía interrumpido por portón de madera media rojiza y rústica, ésta dejaba ver los grandes arbustos de rosas en todo su esplendor que gracias a la repentina tormenta se veían mas bonitas con todas esas gotitas escurriéndose en los pétalos blanquecinos.
Al costado izquierdo a unos centímetros alejado de la entrada ya mencionada se encontraba otro portón. Este me daba acceso directo al patio trasero y, al ser un viejo amigo de la familia sabía perfectamente que dejaban una llave de repuesto escondida entre una de las hendiduras de la misma entrada, entonces cacé las llaves y me interné en el sombrío pasillo decorado con enredaderas bien verdes.

Volví a las puntas de pie, seguro que al final de la noche me convertía en bailarina de ballet profesional.
Llegué al pino de tronco grueso, donde saqué media cabeza para observar la actividad de la casa: Todas las luces apagadas.

Al principio la confusión me ganó aunque después entendí todo.
Me pegué la cabeza contra el enorme pino repetidas veces.

¡Estúpido! No le confirmarste a Sally que venías. –me dije interiormente.

Bueno, tal vez debí irme pero ya me había recorrido media región, ya mi ropa se encontraba húmeda así que la loca de Brooks despierta o no, iba a tener su helado.

Tenía que decirle que yo me hallaba ni mas ni menos que en su patio trasero.
Le mandé un mensaje, dos, tres, cuatro ¡CINCO! y nada.
Verifiqué que su celular sonara desde mi lugar pero al parecer estaba en vibrador.

No podía tocar su ventana porque justo abajo, descansaba el diabólico perro que una vez me dejó una cicatriz en mi codo derecho: Huesos.

Ya sin ideas, desganado, capturé una piedra mediana del suelo. Amagué con el brazo varias veces hasta que la tiré fuertemente contra el vidrio, pero se ve que no medí la fuerza porque...

¡Clink! ¡Track! ¡Track! ¡TRACK! Clink, clink clink.

Así es, rompí el vidrio de la habitación de Sally Brooks, causando un sonido considerable.
Me dije todos los sinónimos de idiota del mundo, en inglés, en español, en francés y hasta en español con acento italiano porque no sabía hablar en italiano mientras Huesos se dedicó a ladrar como un condenado.
Sally se sobresaltó y no se me ocurrió nada más que salir de mi escondite y saludar sonriendo como buen tonto. ¿Por qué sonreía? ¡Acababa de romper su ventana en mil pedazos!

La esperanza de no haber despertado a los padres de ella seguía porque nadie había entrado.
Ah no, ahí estaba la voz de la madre de Sally detrás de la puerta.
Me escondí rápido hecho un bollo en mi lugar detrás del árbol.

¡Sally! ¡¿Estas bien?! ¿Qué fue eso?

Se me cayeron unos perfumes en el baño.–Respondió curiosamente sin moverse de su cama.

—¿Pero estás bien? ¿Necesitas ayuda?

—No, no. Yo lo limpio, ve a dormir.

Cuando al fin la mamá se fue aún dudando, entendí porque Sally no se había movido de la cama.
Estaba totalmente vestida, lista para salir y escaparse de su casa.
No se cómo pero ella sabía que yo iba a ir. Es entonces que decidí avanzar un poco a la ventana toda rota de ella para hablarle pero al dar el primer paso para salir de mi "escondite" pisé un lodazal y me caí de panza en el, ensuciándome por completo.

Sally que me veía desde donde estaba se dedicó a reír mientras que yo intenté levantarme del suelo.
Unos minutos después ella puso una pequeña alfombra en la que dormía Huesos en los días de invierno y me limpié como pude el calzado de Aris quien probablemente me iba a matar.

—Bueno, solo aclaro que no voy a pagar tu vidrio. Tú me obligaste a venir así que abstente a las consecuencias.–Dije y la rubia rodó los ojos con sus labios pintados de un color rosado claro (muy raro en ella) hechos una fina línea.
Me senté en su cama, revolviéndome en el lugar. Ella no hacía mas que preparar su bolso con quién sabe qué cosas.

Ojalá que sea dinero porque con veinte dolares no haces nada.–Me dije antes de entrar al baño de Sally para limpiarme el lodo de la cara. Cuando lo hice escuché un gritito medio chillón:

—¡No ensucies nada!–Me advirtió pero ya era demasiado tarde porque había dejado un poco de lodo en el interruptor de la luz, los anteriormente brillantes azulejos y en el lavabo.

—No, no te preocupes...–Respondí intentando quitar las manchas marrones de todas partes.

—Ya ensuciaste todo ¿No es así?

—Mmm, el inodoro está impecable.–Juro haberla escuchado gruñir con un "Idiota" entre dientes pero no dije nada.
Por mas que refregara mis manos bajo el agua mil veces, la suciedad no salía de mis uñas, así que me rendí y volví a dónde mi amiga estaba; si es que podía llamarla así.

—¿Lista?

—Lista.

—¿Ok?

—...No voy a hacer eso señor Augustus Waters.–Declaró cruzándose de brazos.

—Entonces...quizá tu amargura sea nuestro siempre, ¿Nos vamos?–Sally no le dio importancia a mi comentario y se escabulló por el mismo agujero que yo creé en su ventana.

Otra vez la lluvia pegó en mi rostro violentamente. La rubia fue mas precavida porque llevó un pilotín que la protegía medianamente y dejó que me cubriera con su pequeño bolso.

Los ladridos de Huesos volvieron.

—¡Ya, Huesos!–Su dueña depositó un pequeño golpecito en su hocico y el animal paró de ladrar.–Buen chico, así no estaré castigada.–Apremió al sujetarse el cabello en una coleta de caballo.
Inmediatamente salimos corriendo hasta la entrada secundaria de la casa.

—¿Cuál es el plan?–Interrogó ella luego de haber escapado de su casa.

—¿Qué plan se supone que yo debo saber? ¡Tú eres la loca que quiere salir a la madrugada con la excusa de buscar un helado cuando la verdad es que con 16 años, casi 17, le tienes miedo a la lluvia!–La vi agachar su cabeza avergonzada y me tranquilicé.

—Creí que no te molestaba, perdón. –Dio media vuelta, con la mano tanteando el portón de madera para ingresar de nuevo a su casa pero la detuve.

—Podemos ir a un Foodmart, debe estar abierto todavía.–Propuse tomando su mano para que corriera y así apurar el paso para que nadie descubriera nuestro escape.

A sally Brooks...¿Ya no le gusta Even? [ASLGE#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora