El castigo

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A las nueve y media de la mañana por fin logramos tener una charla con el director.

Rob se sentó en la silla de oficina acolchonada negra. Largó un gran suspiro con los ojos cerrados, se notaba el cansancio en ellos, al igual que en sus marcas de expresión.
Hace unos años, él era profesor de matemáticas e historia en Lane Adams pero asumió el cargo de director cuando el anterior decidió jubilarse.
Realmente apreciaba al tío de Even bastante, pues era uno de los pocos profesores que no me hicieron odiar las matemáticas y me las explicaba claramente.
A pesar de que ya no hablábamos mucho él siempre me recordaba de buena manera (quitando la vez que casi me cree la madre de su sobrino imaginario).

Realmente no me encontraba nerviosa pues no era del tipo de chica problemática. En ese momento tenía un perfil bastante bajo en la secundaria.
Even...era otro asunto: A pesar de tampoco ser un chico de lo más problemático su relación con la mayoría de los profesores no era de las mejores.

—¿Y bien? ¿Qué hicieron esta vez?
—Explotamos una fórmula en la sala de química.–dijo Even con cara de pocker

—Eso no es nuevo.–Dijo el hombre adulto sonriendo.–¿Hubieron daños graves?

—Nah...solo tendré que reponer la blusa de mal gusto de la profesora Brown.–Respondió mirando al techo, evitando el contacto visual.

—Muy bien, ¿Y Sally? ¿Algo que agregar?

—Creo que...no. ¿Qué castigo nos toca?–El rubio a mi lado me miró sorprendido.

—No, espera, a ti no te corresponde el castigo. Yo fui él que mezcló los líquidos de manera incorrecta.

—Somos un equipo ¿Recuerdas?–Al escuchar mis palabras Even se relajó en la silla donde se encontraba reflexionando en mis palabras.

—Pero...De todas formas nadie salió herido. Esa es una infracción amarilla, no roja. Sólo me corresponde un llamado de atención, tío.

—Pero es el tercer llamado de atención que tienes en el mes Even. Yo ya no puedo hacer nada. Realmente no creo que merezcan un castigo pero si no lo hago tendremos problemas con los profesores y creerán que te protejo por ser mi sobrino.

Ev chasqueó la lengua.

—Cierto. Lo siento Sally.

—Si me compras un helado de vainilla en McDondald's y me llevas a la fiesta de Maguie nada de esto sucedió.–Solté mirando al gran cartel de la compañía de comida rápida que se veía a través del ventanal del cuarto, detrás del escritorio.

—Trato hecho.–Ambos estrechamos nuestras manos y miramos a Rob.–¿Cuál es nuestro castigo?

—Pues...Limpiar algunas de las aulas que están en el pasillo A5.

—Pan comido.–Dije

—No hay problema. ¿Qué tan desordenada puede estar un aula?–Preguntó con ironía Even.

🔹

Diez minutos después nos encontrabamos en el aula de tercer grado de la primaria donde los niños hablaban a los gritos mientras guardaban sus cosas.

La sala era un caos: papeles de comida por todas partes, hojas, lápices, mesas sucias con tizas desparramadas por encima, sillas tiradas por el suelo y papas fritas a su alrededor.

—Cerdos cochinos. ¡La segunda guerra mundial fue en Europa y ya pasó hace mucho! ¿Qué les hace pensar que pueden armar este alboroto? Locos.–Sentenció Even, mirando con indignación el desastre provocado por los niños.

—¿No hay otra aula para limpiar?

—Nó, las demás ya las limpió el conserje, pues se fueron más temprano los alumnos que las ocupaban.

A sally Brooks...¿Ya no le gusta Even? [ASLGE#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora