Bien. Ya había escapado de mi casa...para ir a la de Sally. En mi defensa fue la opción más rápida y conveniente que tuve, estaba desesperado.
Así que a las casi a la una de la tarde me encontraba sentado en el comedor de la familia Brooks con el padre de Sally enfrente inspeccionándome con su mirada muy minuciosamente. Su inspección parecía ir muy mal. Y eso lo digo por me sus ojos mostraban disgusto, uno grande.
Tampoco me extrañaba su reacción al verme, es decir era el mismo adolescente con el que hace unos meses había, no en realidad, "embarazado" a su hija.
Siempre le había caído bien a la familia Brooks, la mamá siempre me invitaba a cenar cuando nos veía a mi tío y a mi en el supermercado local; incluso cuando dejé de ser amigo cercano de ella. Pero, aparentemente los hechos de los meses previos que llegaron a sus oídos gracias a la bocota de algunos profesores del Lane Adams, habían provocado que los padres de Sally me vean como una clase de mal ejemplo y bueno...como ya dije, el mismo tipo que a sus ojos casi, CASI, embaraza a su hija.
Así que la situación se redujo a un silencio muy incómodo en donde lo único que se escuchaba era el canto de una Sally muy entusiasmada en la ducha lo lejos y, el sonido de la aspiradora con la que el hermano mayor de Sally limpiaba el suelo lleno de migas de lo que parecía un pedazo de sándwich que probablemente el mismo había dejado caer al piso por error.
El papá fue el primero en romper el silencio, aún con la molesta aspiradora de fondo.—¿A qué se debe tu visita Even?—preguntó con lo que podría jurar que fue un leve atisbo de molestia en su voz.
Entre tanto yo me preguntaba si mentir sería la respuesta correcta o si quizá debería platicarles a cerca de cómo mi madre psicópata se tomó un avión desde Cuba para poder secuestrarme, llevarme con ella para lograr salvar su trasero de sus seguramente muy grandes deudas y que en ese mismísimo momento tal vez estaría tratando de irrumpir en mi casa, o no lo sé, ¡Tal vez ya había entrado! Mientras mi tío y niñera, futura tía quisiera agregar, se encontraban de compras para poder satisfacer a sus especiales y un tanto raros invitados quienes probablemente se convertirían en algo así como mis malditos abuelos, muchas gracias.
Opté por la primera opción, aquella que no involucraba un ataque de pánico, claro.—Pues nada, solo quería pasar a saludar un rato, ya saben, ¡Cómo en los viejos tiempos!— Intente hacer la sonrisa lo más grande que pude, pero incluso no me convencí ni a mí mismo con aquella mediocre mentira de ultimo segundo.
La mamá de Sally levantó la vista por primera vez del cuadro que pintaba a unos metros de la mesa de madera en la que yo apoyaba mis sudorosas y nerviosas manos.—Even...Se cómo eres. Más de lo que crees, y creo que estás subestimándome el hecho de que te conozco desde que estabas en primaria, por el amor de Dios.–Dijo con una mirada severa pero amorosa a la vez.
No se había tragado ni una palabra de mi mentira. No la culpo tampoco me sorprende. Pero, incluso ante aquella declaración junto con un pequeño sermón de que siempre hay que ir con la verdad y nunca con la mentira, yo...mentí; otra vez:
—Quería hablar con Sally.–Sinceramente no tenía ni una jodida idea de lo que le quería decir Sally, pero sonó convincente así que seguí hablando.— Es privado. No tiene nada que ver con un embarazo adolescente no planeado, alcohol, drogas o sexo juvenil, ¡Lo juro! Solo quiero hablar.—La realidad es que no quería hablar con nadie, pero de verdad quería salir de ese comedor y correr, no a mi casa precisamente.La señora Brooks asintió sin más y el papá me miró por todo mi camino de las escaleras hasta el cuarto de Sally que se encontraba decorado igual como la última vez que lo vi: fotos, notas, libros desparramados en el suelo, muebles que desentonaban el uno con el otro, texturas y colores que chocaban entre sí, ropa en diferentes rincones, un escritorio lleno de lápices de colores, pósters de sus artistas favoritos con varias de sus extrañas intervenciones artísticas (había un collage en donde la mitad de la cara de una bailarina era de un dinosaurio y con eso explicó todo)...muy Sally sin decir más.
Me quedé observando el cuarto unos momentos más con el canto de Sally de fondo hasta que me pregunté qué le diría a ella cuando salía del baño, es decir...¿Qué hacía yo un domingo en la tarde en su casa? Es decir...Habían pasado unos cuantos meses desde mi mudanza a la nueva casa.
Meses que compartí mayoritariamente con Sally: por las mañanas mi tío nos llevaba a ambos para la escuela; por la tarde volvíamos caminando y de vez en cuando parábamos a comer en algún puesto barato de esos que sólo hay en el sur. También a veces íbamos a una plaza cercana a la preparatoria dónde ella me obligaba a recostarme en el césped sin importar que tan mojado estuviera y se quedaba allí por como cuatro horas hablándome y mirando al cielo. Pero, no nos solíamos juntar los fines de semana y menos si sus padres estaban en casa; yo ya sabía la opinión que tenían los padre de Sally sobre mi persona y, de todas formas, al encontrarme más cercano con la rubia descubrí que al salir de la prepa, ella deseaba estudiar música o gastronomía. La segunda no me sorprendió tanto como la primera pero, ya que participaba en el coro escolar, no pareció tan descabellado.
En cuanto a que hacer luego de cumplir los dieciocho, yo estaba un poco más perdido.
Sally dijo que sería un excelente profesor de matemáticas.
Recordé sus palabras una vez en aquella plazoleta infestada de niños:—¿Y para qué ser un aburrido profesor de matemáticas? –Pregunté con los ojos cerrados ya que me daba el sol en la cara.
—Tú decides si quieres ser aburrido.
—No respondiste mi pregunta.
—Even, eres más inteligente de lo que crees. Especialmente cuando de cálculos se trata.–Se sentó y giró su cabeza para mirarme con los ojos entrecerrados.–Además, podrías lograr que tus alumnos no odien la materia. Ese podría ser tu objetivo.
Sus palabras me tomaron por sorpresa. La idea de que al menos una generación de pubertos como yo, no odiaran los problemas matemáticos era un completo reto.
Y a mi me encantaban los retos.Esa fue la primera vez que me planteé que quería hacer luego de que mis días en el Lane Adams terminen.
Como dije, mi rubia amiga comenzó a ayudarme buscando miles de test vocacionales en línea. Hasta el momento tenía tres opciones que me convencían lo suficiente: profesorado en matemática, periodismo o dibujo.Seguí asistiendo a las clases de pintura con Sally, que me daba clases de ciencias dos veces a la semana en mi casa y, sin quererlo, el tiempo que pasaba con ella era cada vez más grande.
Ya no era una niña pequeña. Se convirtió en una chica madura, amable; que tenía una mirada del mundo bastante particular.
Sus diferencias de pensamiento la separaban de la mayoría en la escuela pero la acercaban más a mí. Tenía curiosidad, porque entendí que estaba descubriendo una Sally Brooks muy diferente a la que conocí de niño. Cada vez que pensaba en eso, me replanteaba la idea de las cartas que le llegaban todos los días sin falta.
Había algo que no me dejaba avanzar con la idea de venganza, que cada vez que tomaba una carta para dársela hacía mi mano endurecerse casi como si estuviera negándose a tomarla.
No sabía que era, pero debía descubrirlo cuanto antes... en lo posible ¡Ya mismo porque Sally saldría en cualquier momento y no tenía ni la más mínima idea que decirle!Algo...por favor... ya vete.
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A sally Brooks...¿Ya no le gusta Even? [ASLGE#2]
Roman pour Adolescents➳ ¿Creyeron que era una broma? Por su puesto que no. Me vengaría de Brooks en cuatro simples pasos: Primer paso: Ganarme la confianza de Sally Brook otra vez. Segundo paso: Demostrarle a Sally Brooks que Tom era un estúpido. Tercer paso: Conquistar...