Los días habían pasado rápidamente y, al fin, había llegado el esperado día de la boda. Los días anteriores los habíamos pasado ultimando los detalles para que todo fuera perfecto.
Además, ya podíamos decir que Álvaro y yo habíamos hecho buenas migas y éramos amigos. Estuvimos hablando mucho sobre nosotros mismos y de la boda, y también compartimos divertidos momentos de piscina y de paseos. Aunque realmente esos momentos piscinales para mí eran una pequeña tortura. Ver el cuerpo perfecto de Álvaro sin camiseta nos alteraba a todas las que estábamos allí.
Celebramos la despedida de soltera de Aitana, ¡dos días de fiesta y diversión! Paloma y Valeria se desmadraron de lo lindo, mientras que yo observaba el espectáculo que dábamos con las camisetas con la cara de Aitana estampada y diademas con dos pitos en la cabeza.
Pero el día ya había llegado: habíamos quedado a las tres del mediodía, y era hora de prepararse.
Aitana llevaba desde la mañana peinada y repeinada, y había llegado el momento del maquillaje. Y la verdad es que la dejaron preciosa. De hecho, me emocioné al verla tan guapa. Ese día prometía ser muy emotivo.
Y sobre las seis se vistió con un precioso vestido de Pronovias. No sabría describir que sentí al verla lista para salir al altar y unir su camino con el de Marco. Su sueño se estaba haciendo realidad, se casaba con alguien increíble y que la quería con todo su corazón.
Yo también me peiné, me maquillé y me vestí. El maquillaje era bastante natural, y llevaba el pelo recogido. Y mi vestido era realmente bonito, de corte imperio y de color crema.
Quince minutos antes de que la ceremonia se iniciara, me dirigí a la pequeña capilla con Paloma y las demás chicas.
Casi todos los invitados ya estaban, solamente faltaban los padres de los novios, que los estaban esperando a fuera. Me dirigí al banco donde me tenía que sentar y allí estaba Álvaro, sentado y mirando el altar de la pequeña capilla donde se celebraría la ceremonia. Cuando notó que alguien se sentaba a su lado, me observó.
-Hola Blanca – dijo con una sonrisa -. Estás muy guapa.
Sonreí tímidamente. Ya volvía a sonrojarme, ¿por qué siempre me ocurría lo mismo con él?
-Tú tampoco estás nada mal – conseguí decir al fin.
Él también sonrió.
Habíamos terminado de compartir las sonrisas, cuando las primeras notas de la marcha nupcial empezaron a sonar: la boda acababa de empezar.
La ceremonia había sido fantástica, y había llegado el momento de la cena.
Antes de sentarnos en las mesas, estuvimos en el jardín de atrás tomando el vermut: unas copas de Martini blanco y algunos canapés deliciosos.
Después nos dirigimos a la carpa, dónde las mesas estaban perfectamente colocadas y decoradas. Me senté con el resto de la familia en la mesa de los novios, y empezamos con la cena. Para esa ocasión, al ya celebrarse la boda en Italia, Aitana y Marco optaron por hacer un menú de comida mallorquina pero un poco más… pijo y delicado.
Después de la cena y de la tarta, llegó el momento del primer baile como marido y mujer de Marco y Aitana. La canción elegida había sido High de Lighthouse Family, la primera canción que bailaron juntos tres años y medio atrás.
No podía evitar observarlos sonriente, hacían tan buena pareja. Al fin mi querida hermana había encontrado alguien tan bueno como ella. Se lo merecía. Por qué después de haber estado trabajando duro para ser la abogada que era, había tenido que renunciar a salir de marcha y conocer a chicos. Pero Marco había llegado a su vida como agua de mayo.
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Volveré, te lo prometo #NikéAwards
RomanceSticker de Bronce en el concurso Niké Awards en la Categoría de Romance. Una historia que demuestra que en un solo instante todo puede cambiar. Blanca, una maestra que adora su trabajo, que tiene una familia a la que adora y unas grandes amigas. Pe...