Capítulo 7

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Posdata: te quiero había terminado, y las tres estábamos llorando como unas magdalenas con las narices rojas y los ojos hinchados, además, teníamos los restos de máscara de pestañas recorriendo nuestras mejillas.

- ¡Qué película más triste! – sollozó Mireia, quitándose los mocos con un pañuelo de papel.

- Es que encima han puesto Same Mistake de James Blunt en los créditos, para que lloramos más – añadí, mientras dos lagrimones rodaban por mis mejillas y me metía un ladrillo en la boca.

Y sin más las tres nos quedamos sentadas en el sofá, mientras las últimas notas de Same mistake sonaban. Parecíamos tontas, con nuestras miradas fijas en la pantalla del televisor. Era para hacernos una foto.

Entonces Carol, consiguiendo salir de su depresión post-película y con una sonrisa de oreja a oreja apagó la tele y me miró pícaramente.

- Oye Blanca, ¿y el tipo de anoche qué?

- Nada – dije, comiéndome otro ladrillo y acordándome de mis calenturientos sueños -. No pasó nada con él, y dudo que pase algo.

- Estás empeñada en quedarte sola el resto de tu vida, ¿verdad? – añadió Mireia.

- No – dije -. Solamente que Álvaro y yo no pegamos ni con cola.

A las once y media de la noche mis amigas abandonaban mi pequeño y acogedor apartamento. Al cerrar la puerta suspiré y me dirigí a mi habitación. Me puse el pijama y me metí en la cama con el libro que la noche anterior no había logrado leer ni un solo párrafo. Pero poco rato después, caí profundamente dormida.

Al día siguiente me desperté a eso de las nueve de la mañana. Desayuné, y después cogí mi teléfono móvil, entonces pude ver que tenía un WhatsApp de Álvaro que había sido enviado una hora y media antes. Me sonrojé y mi corazón empezó a latir con fuerza. Tranquilízate, solamente es un mensaje me dije a mí misma. Pero el condenado mensaje me dejó anonadada. Me preguntaba a ver si esa noche estaba libre y que si me apetecía ir a cenar a un conocido restaurante italiano con él. ¿Qué hacer? ¡Estaba tan nerviosa! Si iba no podía ocurrir nada malo, ¿no? Álvaro no era un mal tipo. Decidido. Esa noche saldríamos a cenar juntos, como amigos.

Después de haber leído el mensaje de Álvaro, estuve como en las nubes durante el resto del día. No dejé de pensar en la ropa que me pondría o de la manera en que me maquillaría, y en cómo les diría a mis amigas que esa noche salía con el chico guapo que nos encontramos en el restaurante. ¿Y si no les decía nada? Creí que era la mejor opción, ya que si se lo decía me arriesgaba a que vinieran a casa a molestarme y a ponerme más nerviosa de lo que estaba.

Ya eran las nueve menos cuarto de la noche. Llevaba media hora lista y paseándome sin parar por mi pequeño apartamento.

El hecho de volver a ver a Álvaro me ponía de los nervios, y ni digamos el estar unas horas con él. Aunque su presencia me inquietaba (y mucho) no podía evitar sentirme muy cómoda con Álvaro. Sabía que era una contradicción, pero realmente me sentía así con Álvaro. Su simpatía y saber estar me hacían estar cómoda, pero su físico imponente y la atracción que sentía por él me echaban para atrás. Me miré de nuevo en el espejo de la habitación: no sabía si iba bien o si iba mal, ni siquiera sabía que haríamos después de cenar. Observé mi rostro reflejado en el espejo, y vi que el breve maquillaje que me había aplicado estaba en su sitio.

Entonces oí el timbre: Álvaro ya había llegado. Resoplé con fuerza y noté como empezaba a dolerme la barriga. Salí del baño, y tragando saliva y cogiendo mi pequeño bolso salí de casa y bajé las escaleras. Si bajaba por el ascensor no tendría tiempo a tranquilizarme, y no quería desmayarme solamente al verlo.

Volveré, te lo prometo #NikéAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora