#10: La primera noche, un sueño del pasado y acusaciones pervertidas

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- Buenas noches- nos despedimos todos al acabar de cenar.

Me fui a la habitación y miré a la pequeña Kira, quien dormía plácidamente en su cuna. La habíamos dejado durmiendo antes de bajar a cenar, y lo mejor es que la niña tardaba poco rato en dormirse. Llevaba toda la tarde jugando con nosotros y pasando de brazo en brazo, por lo que se había acostumbrado rápidamente a todos. 

Dio la casualidad de que los profesores eligieron un momento muy oportuno para el proyecto: por razones obvias, al tener bebés a cargo no podíamos asistir a clase con normalidad, y justo las dos semanas que íbamos a estar como padres adoptivos eran vacaciones estudiantiles. Eso era lo mejor.

- ¿Sigue dormida?- preguntó un murmullo sobre mi nuca, haciéndome pegar un brinco del susto y darme la vuelta de golpe. Suspiré al ver a Itachi

- Sí- contesté en voz baja. 

Itachi acababa de salir de la ducha. Él había cenado antes para ducharse, pero aun así había estado la mitad de la cena con nosotros. Ahora, era la primera vez que lo veía con tanta piel al aire: iba en bóxer, descalzo, dejando apreciar que no era ni extremadamente delgado ni extremadamente musculoso. Sí, tenía unos abdominales marcaditos, pero no a lo bestia. 

Su pelo negro estaba suelto (y sí, primera vez que lo veía con el pelo suelto) y se podía ver que le llegaban las puntas hasta los lumbares. Eso sí, los cabellos más cortos descansaban sobre sus hombros, dándole un aire sensual junto a esa mirada curiosa.

Entonces, me sonrojé al darme cuenta de que ambos íbamos ligeros de ropa. Él iba en bóxer, y yo en un top y un short negros muy pequeños, casi como si fueran ropa interior. Carraspeé suavemente y desvié la vista, mirando una última vez a la niña antes de irme a la cama. 

Me metí bajo las sábanas y me rodé todo lo que pude para dejarle espacio al azabache, quien se coló a mi lado casi con miedo de rozarme. Se puso de espaldas a mí y me deseó buenas noches. Viceversa, y cerré los ojos.

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- ¿Eh? ¿Dónde estoy?- me asusté al despertar y ver que estaba en un lugar muy diferente de mi habitación. Luego me asusté más al verme atada a unas argollas de la pared con cadenas y sin poderme soltar. Tiré y tiré, hasta casi partirme los huesos, pero no podía escapar.

Segundos más tarde, una puerta que no había visto se abrió frente a mí, cegándome al instante y haciendo que cerrara los ojos. Lo escalofriante fue después: aún en mi estado de ceguera, podía percibir manos ásperas rozando cada rincón de mi cuerpo, como buscando algo. Un cuerpo alto y robusto se pegó al mío, y un frío aliento se posó sobre mi cuello justo antes de que sintiera una suave mordida. 

Comencé a llorar. Ya sabía lo que pasaba.

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Itachi

Sin saber por qué, de repente me desperté. Parpadeando varias veces para poder enfocar mi vista, me fijé en el reloj digital de la mesita de noche y refunfuñé al ver que era ya pasada la medianoche. Entonces, recordé dónde estaba: en la habitación de Akari, en la misma cama que ella, y con una niña frente a mí. 

Suspiré y traté de dormir de nuevo, pero descubrí qué era lo que me había despertado: unos leves quejidos y un insistente ondear de las sábanas a mi espalda me hicieron girar con cuidado, para descubrir a Akari revolviéndose y medio llorando. Parecía un gatito recién nacido por los suaves gemidos que emitía. ¿Qué diantres estaba soñando para ponerse así? No quería ni imaginarlo.

- Akari- susurré, tocándola en el hombro con un dedo, girado del todo hacia ella. 

Siguió quejándose, elevando un poco el tono. Si alzaba demasiado la voz, iba a despertar a Kira y a los demás residentes de la casa. 

- Akari- insistí, ya sacudiéndola un poco.

- No, no, basta, por favor- sollozó, encogiéndose como un ovillo y envolviéndose el torso con los brazos, en un gesto de completo miedo-. Por favor, basta...

- Akari, despierta- volví a susurrar, esta vez cerca de su oído. Eso no hizo sino asustarla más.

- Por favor, por favor...

Ya medio molesto, no me quedó de otra más que envolverla para que se quedara quieta y se relajara. La abracé con brazos y piernas y me hizo gracia que fuera tan pequeña. Se sentía muy delicada e inofensiva entre mis brazos.

- Akari, despierta- repetí, pegando mi boca a su oreja.

Por fin, la sentí abrir los ojos y jadear aterrada. 

Se revolvió un poco más, hasta que sintió que era yo y se relajó de una buena vez.

- Estabas soñando- le susurré. Noté que temblaba un poco. ¿Había sido por mi voz?

- Pensaba que ya no volvería a tener esas pesadillas...- gimió, encogiéndose más aún.

- Tranquila, intenta dormir ahora- le dije, apoyando la cabeza en la almohada, con mi barbilla apoyada en el casco de su cabeza. 

Por alguna extraña razón que no llegué a entender en ese momento, no me solté de Akari en toda la noche.

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Akari

- Hola, peque- saludé a Kira por la mañana, tomándola en brazos para cambiarla y llevarla a desayunar. Le tocaba el biberón en diez minutos, así que debía cambiarla enseguida para que no se pusiera pesada después. 

- Ve tú a prepararle el biberón, yo la cambio- se ofreció un ya despierto Itachi, tomando a la niña entre sus brazos y llevándosela al baño. 

Me hundí de hombros, olvidando lo que había pasado la noche anterior, y bajé a la cocina. Me encontré con Madara, Sasori, Kakuzu, Hidan, Deidara y Pain. Ellos me saludaron cuando entré rascándome un ojo y yo les respondí con una sonrisa y un saludo con la mano.

- ¿Y?- preguntó Hidan, echándose hacia atrás en la silla y remándose un poco.

- ¿Y, qué?- pregunté yo, calentando el agua para el biberón.

- ¿Mucha marcha anoche?

- Si no fui a ningún sitio...- me extrañé, apoyándome con el trasero en el borde de la encimera y esperando a que el agua se calentara.

- Me refiero a que si Itachi estuvo bien- insistió Hidan.

- Durmió bien, según me dijo- respondí. 

- No te hagas la sueca, sabemos lo que pasó anoche. Te estaba oyendo desde mi habitación y sé que los demás también- intervino un sonriente Sasori. Los otros se limitaron a asentir. 

- ¿De qué hablas? En serio que no os entiendo.

- Se te oía gimiendo y no parabas de moverte en la cama.

De golpe, me puse colorada hasta el cuello y me quedé mirando a la nada, estampándome una mano en la frente segundos después.

- No ha sido "eso", panda de malpensados- gruñí. sacando el biberón de la cacerola y echándole el agua en polvo, batiéndolo después. 

- Acostúmbrate: somos una panda de malpensados pervertidos- se echó a reír Madara. 

- No me había dado cuenta- resopló otra voz. Era Itachi, quien ya entraba con la niña cambiada y él mismo cambiado también. 

Madre del amor hermoso. Si así íbamos a estar dos semanas, con malos pensamientos por parte de todos nuestros compañeros de residencia, íbamos listos para la vergüenza absoluta cada día. 

Al menos, por parte de mí...

(En la foto, Itachi con el pelo suelto y mojado *¬*)

Atrapada con los AkatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora