#15: Desesperación y pérdida de control

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- Como no te estés quieta te ato a la silla y te tapo la boca con cinta- frunció el ceño Kakuzu.

- Cierra el pico. Estoy de los nervios y no sé qué diantres ha pasado- lloré, dándole una patada al piso del hospital.

- Todos estamos igual. Dejadla- tajó Sasori, quedándose medio dormido medio alerta en una de las sillas de la sala de espera. 

Yo no paraba de caminar por el pasillo, de punta a punta, mientras los demás permanecían en sillas. Los dos únicos que se habían quedado en la casa con Kira eran Pain y Konan. No podía llevarme a la niña al hospital, y tampoco podíamos dejar sola la residencia.

- ¿Quiénes esperan por Uchiha Itachi?- preguntó una enfermera, asomándose a la puerta de la sala. Todos se levantaron y yo me puse delante automáticamente. Ella parpaedó asombrada de todos los que éramos, y dijo que enseguida regresaba.

- Lo sabía: está muerto- me tapé la boca, volviendo a patear el piso. 

- Se equivoca, señorita- interrumpió un hombre canoso y de gafas pequeñas sobre la nariz. El doctor que lo había operado-. Se encuentra bien, pero necesitamos hacerle un par de preguntas.

- ¿A quién?- preguntó Madara-. Por favor, el que está ahí dentro es mi primo. Tengo que saber algo.

- A usted no, lo siento. A la señorita que estaba con él antes de que apareciese así- me miró a mí.

Apreté los puños, tomé aire y asentí, siguiendo al doctor dentro de la sala donde habían dejado a Itachi, ya operado y descansando inconsciente en una camilla. Una gran venda le rodeaba todo el vientre.

- ¿Qué demonios le ha pasado?- sollocé, tratando en vano detener las lágrimas. No soportaba verlo así, y menos aún no saber qué le ocurrió.

- Tiene un tajo limpio en horizontal a lo largo de todo el abdomen, sin duda hecho con un kunai. Aunque ha sido superficial, ha cortado varias venas y arterias y por eso ha sangrado tanto y ha perdido el conocimiento. No le ha alcanzado ningún órgano vital.

Asentí otra vez, apretando los labios.

- Lo que no entendemos es que dentro de la herida... tenía arena.

- ¿Cómo? ¿Arena? Bueno... Por la mañana fuimos a la playa y...

- Eso no ha sido. Parece que el que hizo esto dejó caer arena tras cortarlo.

Me quedé estática.

- ¿Arena, seguro?

- Puedo enseñársela si quiere.

- Por favor.

Me llevó a otra sala, donde habían varios instrumentos de laboratorio y cosas por el estilo. En una mesa del fondo, había un pequeño plato de cristal con arena, y cuando me fijé bien pude ver restos de chakra en ella. 

Todo encajó.

**************

- Pe... ¿¡Pero adónde vas!?- me ladró Deidara cuando, al llegar a la Universidad, salí corriendo por la carretera. Iba enervada, y nada ni nadie podrían pararme.

Al llegar a la residencia que buscaba, me puse a golpear la puerta histérica hasta que vi luces encenderse dentro. Abrieron, y me encontré con un somnoliento Rock Lee.

- ¿Akari? ¿Qué...?

No le di tiempo a terminar. Un corrillo de chicos estaba en el vestíbulo, mirándome sin comprender muy bien qué pasaba, hasta que encontré al que buscaba. En tres zancadas me abrí paso entre ellos y le solté un puñetazo en la mandíbula a Gaara.

- ¡Hijo de perra!- le grité, tirándome encima y haciéndolo caer de espaldas al suelo. Lo aferré de la garganta y se la estrujé, furiosa-. ¡Podrías haberlo matado!

- ¡No... No sé de qué... Me hablas...!- farfulló, tratando de soltarse de mi agarre. Pero estando como estaba, mi fuerza sí que era imparable.

- No te hagas el tonto. Te quedan suficientes neuronas vivas en ese melón tuyo como para saber rajar a alguien mientras duerme. ¡Por tu culpa Itachi está inconsciente y en el hospital!

- ¿¡QUÉ!?- gritaron todos sus compañeros, congelados en el recibidor y con la puerta aún abierta.

Siseé con muchísima fuerza, sacando mi lengua y sustituyendo mis manos por mi largo músculo, apretando aún más su garganta.

- No me cuesta nada cortarte la respiración y partirte el cuello ahora mismo, cabrón- amenacé, con los ojos abiertos de par en par por la ira y sin parar de enseñar los dientes y sisear. 

- ¡Akari, para! ¡Déjalo!- trataron de alejarme Sasori, Deidara y Madara del pelirrojo de arena, al cual quería matar con todas mis ganas-. ¡No sabes lo que estás haciendo! ¡Para!

- ¡Lo sé muy bien! ¡Dejadme en paz!- forcejeé, aún meneando mi larga lengua de un lado para el otro, henchida de rabia. Miré a Madara de reojo-. ¡Tú mismo lo has dicho! ¡Itachi es tu primo, ¿es que te has olvidado de eso?!

- ¡Si lo matas no conseguirás nada, Akari!- Sasori me envolvió con sus hilos de chakra y me impidió el movimiento, y me mantuvo atada hasta que me calmé. Antes de que nos fuéramos, le dediqué un último siseo a Gaara a modo de advertencia.

- Vuelve a atacarnos y sabrás lo que se siente cuando una serpiente te traga vivo- amenacé, antes de cerrarles la puerta de la residencia con fuerza y dirigirme a la mía, seguida por mis confusos y sorprendidos compañeros.

Apenas abrí la puerta de la casa, saludé de malas maneras a Pain y Konan, les agradecí que se hubieran quedado con Kira y acto seguido me fui de nuevo a mi habitación, acostando a la niña en su cuna y metiéndome yo sola en la cama. Llorando, cogí la almohada de Itachi y me la pegué al rostro, respirando y añorando su aroma.

Deseaba que se recuperara pronto.

***************************************

- ¿Cuándo te darán el alta?- le pregunté al día siguiente a Itachi. Justo cuando había llegado yo, él se estaba despertando.

- Si no me duele nada, esta misma tarde- sonrió, jugando con mis dedos apoyados sobre el borde de la cama del hospital-. Ya no me duele, así que si me das una o dos horas podré regresar y vamos juntos.

- Esperaré- le aseguré, sonriendo de vuelta.

- ¿Kira está bien?

- Los demás están jugando con ella, así que no pasa nada. Aunque en una hora debo irme para prepararle el biberón- suspiré mirando el reloj de la pared.

- Espera, a ver si...- dijo Itachi, tratando de incorporarse mientras yo le ponía una mano en la espalda, nerviosa.

- Oye, no te fuerces o se te abrirán las costuras- le recordé preocupada.

- No pasa nada. Ya no duele, puedo ir contigo cuando vayas a darle la toma a Kira.

- No te fuerces, no seas pesado. Deberías recostarte y...

- He dicho- me interrumpió, agarrándome de la cintura y tirándome encima de él, besándome después y mirándome socarrón- que estoy bien.

- ¿Te importaría no volver a hacer eso, señorito Manos Ligeras?- bufé, apoyando la cabeza en el hueco de su clavícula de la vergüenza de estar así con él. Mi cuerpo rebotó por su risa.

- Manos Ligeras... Ya te vale- me dio otro beso.

Tras hacerle una última revisión de la herida a Itachi, el doctor nos dejó regresar a la Universidad, donde le di el biberón a Kira y nos quedamos toda la tarde viendo películas con los demás en el salón. 

Como si nada hubiera pasado.

(En la foto, la kilométrica lengua de Orochimaru, en este caso de Akari. Brrr... Se me erizan los pelos cada vez que la veo D: )

Atrapada con los AkatsukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora