culiao rico [editando]

12

—Vine a verte po, ¿qué weá? ¿Ahora no te puedo venir a buscar? —me acercó más.

¿Mariposas? ¿Qué son esas weás? Yo siento elefantes.

Puta, me gusta el Mati.

—O sea, es que no sabía que ibai a venir po, no sé —me mordí la parte de adentro de mi mejilla.

Él me sonrió y me dio un piquito.

Ay, no puedo, perdón, señor, pero no me conformo tan fácil.

Lo tomé del cuello y junté nuestros labios... oh, weón, cosa wena y misteriosa.

¿Pa' qué quiero chocolate si tengo la boca del Mati?

Ya, me puse weona altiro.

Empecé a jugar con su pelo mientras nos comíamos, tiré de su labio inferior y sonreí, le di un último besito y me separé.

—Me encantai.

CON-CHE-TU-MA-RE

—¡Wena po, tortolitos! —dijo un weón que apareció tras el Mati.

Éste culiao aparecía en fotos de ig con él, ¿cómo conchetupico era que se llamaba? el...

—Cállate, Martín culiao —el Mati le pegó por un wate.

Sí po, Martín, si igual sabía...

Los cabros se acercaron y nos pusimos a hablar todos, y por todos me refiero a todos menos a mí, estaba lo suficientemente ocupada sintiendo el cuerpo de mi futuro esposo presionado contra el mío como para hablar de weás. Lo abracé por la cintura abajo de su chaqueta y su saco, ¡ay, su camisa estaba calentita!

—Ya, chao, con la Ale nos vamos —el Mati me pasó un brazo por los hombros y nos dio la vuelta.

khè

—Eh... chao —alcancé a gritar—. ¿A dónde vamos? —le pregunté al washito rico que estaba a mi lado.

—A tomar algo, mi papá me dio plata y me dije: ¿qué chucha hago con plata si no me compro ni una weá? Invitemos a la Ale a tomar uno de esos cafés que me dijeron que le gustan tanto —se encogió de hombros.

No puedo con esto, yisus, él es demasiado perfecto para m... guan moment, ¿alguien? ¿el Rorro?

—¿Te dijo el Rorro? —fruncí el ceño.

—Sí —se rio—. La idea era que no preguntarai, pero pico.

Caminamos hasta una cafetería que había en el centro y nos sentamos en una mesa cerca de un calentador a gas que había. Vamos, piecitos, caliéntense.

—Ya, pa' lo que te traje: conocernos —se pasó una mano por el pelo.

Naturalmente me carga que los weones hagan eso pero en él se veía demasiado lindo.

—¿Conocernos? —pregunté.

Iba a responder pero justo se acercó una weona a preguntarnos qué queríamos.

—Un capuccino de vainilla con un ave palta —dijo el Mati apoyando su espalda en el respaldo.

—Y yo... —miré la carta bien—. Un chocolate con un kucken de migas de frambuesa —weá rica por la chucha.

—Enseguida les traigo su orden —se fue a la barra.

—Ya, retomemos... ¿cuál es tu nombre completo? —preguntó.

—Alejandra Catalina Ríos Pérez —me lamí los labios—. ¿Y el tuyo?

—Matías Benjamín Silva Ramirez —entonces seré Alejandra Silva en un futuro no muy lenjano...