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—¿Porotos o lentejas? —le pregunté mientras salíamos de ma cafetería.

—Porotos —respondió.

—Lentejas —respondí yo riendo.

La weá había cambiado: la idea culiá era que si uno hacía una pregunta primero respondía el otro y después uno mismo, para no estar siempre con la weá del <<¿y tú?>>.

—¿Chocolate o nutella?

—Chocolate —abrí mucho mis ojos mientras sonreía.

—Chocolate —me tomó de la mano.

—¿Carretear o flojear en la casa?

—Depende de mi ánimo y de mi alentae' —asintió con la cabeza.

—Por dos —me reí.

Aunque igual me gusta más tirarme en el sillón con pijama y una manta viendo weás.

—¿Te gusto?

—Sí.

Chucha.

—Sí.

Chucha x2.

—Eh... —empecé a mover mi boca sin saber qué decir.

De repente tuve la necesidad de empezar a mover mis manos. Puta, me puse nerviosa.  Como una de mi manos la tenía el Mati empecé a mover mis deditos de mis pies dentro de mis zapatos.

Justo cuando él iba a hablar mi teléfono sonó.

Piola la Lydia como tono de llamada.

Me solté del Mati y saqué mi teléfono. Mamá, gracias, me salvaste de el momento más incómodo de mi vida.

—¿Aló? —contesté.

—Oye, Ale, ¿ya llegaste a la casa? —preguntó.

Sí, gracias, estoy bien.

—Eh... no, se me olvidó avisarte, me vine a tomar un café con un amigo... —me rasqué una cien.

—Sí po, un amigo... —se rio y estoy segura que me puse roja—. Te llamaba pa' avisarte que había dejado fuego a las dos, pa' que no se apague po, lleva a tu amigo a la casa por último —puta, qué ofertón.

—Ya po, voy altiro —corté la llamada y guardé mi teléfono—. ¿Me acompañai a mi casa? —lo miré frunciendo un poco el ceño—. Mi mamá dejó hecho fuego y no quiere que se apague —me mordí el labio inferior, sacándole unos cueritos.

Sangre ven a mí, ah.

—Ya, pero no creo que me quede mucho, mañana tengo una prueba y tengo que estudiar.

Ni yo soy tan aplica', weón, me saqué el loto con este culiao.

—Ni yo po —me reí y tomamos un colectivo pa' irnos—. Oye, a todo esto, ¿por qué ahora te veo siempre? —pregunté después de pagarle al hombre—. El otro día subimos juntos y siempre te veo llendo pa'llá pero nunca te había visto antes.

—Me mudé como hace un mes—se encogió hombros—. Antes vivía por presidente Ibañez, pero mi papá compró una casa por allá —explicó mientras se puso a jugar con mi pelo—. O sea, no es como que la compró, pero cachaste que hace tiempo estaban haciendo una pequeña población, ¿cierto? —asentí con la cabeza—. Ya, es una de esas.

—Ah...

Cuando llegamos a nuestro destino tenía cuatro trenzas hechas sin amarrar y una amarrada. Es que andaba con un solo moño jiji. Nos bajamos después de agradecerle al colectivero —porque hay que ser educado po— y nos pusimos a caminar de la mano.

En volá me encanta caminar de la mano con el Mati. En volá me encanta el Mati.

—¿Entonces ya voy a conocer a tu mamá? Vas demasiado rápido, Alejandra, no puedo con tanto —se puso una mano en el pecho.

—Cállate, culiao —le pegué en el brazo para abrir el portón de mi casa.

—Ihh, ¿y ya me invitas a tu casa? Lo siento, no creo que esté preparado —dio un paso atrás.

—Entonces quédate afuera po, conchetumare —no puedo más de ternura la puta madre.

—¿Cómo se te ocurre? —me empujó un poco para entrar en mi casa—. Te puede pasar algo. Yo te cuido —me tomó de la mano para hacerme pasar.

Rodé los ojos y cerré la puerta.

—Ya, siéntate en el sillón y prende la tele, me voy a cambiar —tiré mi mochila en el sillón, dejé mi chaqueta en el respaldo de una silla y subí la escalera.

Tomé un buzo con los tobillos apuñados y una polera manga corta. Me cambié de ropa, pesqué mis pantufla de oveja —sí, tengo pantuflas de oveja ¿y qué weá po?— para bajar.

El Mati estaba en el sillón cambiando la tele con el saco del uniforme desabrochado. Te violo, washito rico. Caché que su chaqueta estaba en otra silla y su mochila al lado de la mía.

—Le avisé a la Laura, la polola de mi papá que iba a llegar más tarde pa' que le dijera a él si llegaba antes que yo —me dijo cuando cachó que bajé.

Le abrí los tirajes a la combustión y le eché un palo que había abajo—. ¿O sea que te vai a quedar harto? —creo que soné pesa' pero estaba emociona'.

—Si no te molesta... —me levanté y me senté a su lado.

—No, pa' na —le quité el control y puse ICarly.

Sí, todavía lo miro.

—¿Te gusta ICarly? —se rio.

—No, lo puse porque pensé que te gustaba —le sonreí—. Obvio que me gusta po, tonto weón.

—¿Siempre eres tan cariñosa? —frunció el ceño.

—Sí —agité mis pestañas.

Vimos un capítulo de ICarly mientras de repente hablábamos y luego él puso una película en el FOX.

Giré mi cabeza para mirarlo. Sus largas pestañas —que se note la envidia parfavar— bajaba de vez en cuando, sus labios estaban tan cerca... Ya, pico, si mi mamá igual va a llegar mucho más tarde.

Justo cuando él se volteó porque cachó que lo estaba mirando yo lo besé. Sí, una mujer sí puede tomar la iniciativa, corten su webeo.

Me senté en sus piernas mientras enredaba mis dedos en su pelito. ¿Por qué es tan suave?

El Mati puso sus manos en mi espalda y me acercó a él. Mmm... eso que sentí no era tu teléfono. Le mordí el labio y metí mi lengua en su boca de puro caliente que soy. Yo quedaba un poco más grande así que él tenía su cabeza un poco levantada —las dos, ah— y me sentía poderosa.

Inserte el sexy sol de WhatsApp parfavar.

No pude evitar gemir cuando él puso sus manos en mi culo y me pegó más a su cuerpo. Bajé mi boca a su cuello mientras empezaba a hacer quemarropa. Ya, si tampoco voy a culear con él, pero ya que estamos... El Mati gemía mientras yo le besaba el cuello, y de un momento a otro de me ocurrió la fantástica idea de marcar territorio, está bien que no estemos pololeando pero estamos andando po.

Apretó mi culo cuando cachó lo que estaba haciendo y se aclaró la garganta.

—Ale —como estaba en su cuello caché que tragó saliva—. Para, ya se me paró y con este buzo se te marca mucho el culo, si no parai no me voy a poder aguantar.

Chutcha.


lA PURA ZORRA, CONCHETUMAREEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE

xao.

culiao rico [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora