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—Estoy indignada —dije entrando en la pieza de la Cono.

—¿Por qué? —dijo bloqueando su teléfono y corriéndose en su cama pa' que yo me tendiera a su lado.

—Porque con el Mati ya llevamos un mes de andantes, conozco hasta a su abuela y él a la mía, no sé por qué aún no somos pololos... Puta, ahora que lo digo en voz alta es muy weón —me quedé callada un rato—. Me indigno por puras weás.

—¿Y qué pensai hacer al respecto? —preguntó sonriendo.

—Ya vai a ver.

👽👽👽

—Lesto —dije parándome al lado de la silla donde hace un momento estaba arrodillada.

—Te quedó bacán —dijo el Rorro saliendo de la cocina.

—Es lo que esperaba po, tiene que salir todo bien —dejé el plumón en la mesa.

—¿Te imaginai te dice que no? —se rio.

Puta, igual podría ser po, si por algo él no me lo ha pedío. Ay, conchetumare, ¿si me dice que no? ¿Dónde va a quedar mi dignidad?

—Te estoy webeando, piojo —me abrazó por los hombros—. Lo traí loco, es obvio que te va a decir que sí —me besó la frente.

—¿Seguro? —me empecé a morder la encía.

—Sí, weona, todo te va a salir bien, calmeishon —me revolvió el pelo.

Ah, este conchesumare quiere guerra.

👽👽👽

—No, conchetumare, no puedo —me di la vuelta y me volví a la Cono—. Me da vergüenza, no tengo tanta perso.

—¡Ya, weona! ¡Vai a cortar tu webeo! Faltan dos minutos para que toquen el timbre, no te vai a hechar pa'trá ahora —dijo firme.

Igual tiene razón po.

—Pero, ¿y si me dice que no? ¿Qué chucha voy a hacer con mi vida? De verdad me gusta el culiao po —creo que nunca antes había estado tan nerviosa en mi miserable vida.

—Bueno, en el caso de que te diga que no, que no va a pasar porque lo traí loco, vamos a ir a tu casa, vamos a comprar puras weás para comer mientras vemos películas graciosas porque no somos de las weonas que se deprimes así tan fácil —me dio un beso en la frente y sonreí.

No me pudo haber tocado una mejor amiga.

Asentí con la cabeza y tomé aire. Vamos, Ale, tú podí. Me giré justo en el momento en que tocaron el timbre y los weones comenzaron a salir. Algunos me miraron raro y otros ni me funaron, la weá es que cuando vi al Mati salir junto con el Martín levanté mi cartel.

El Titín después de verme me apuntó mientras le hablaba al Mati, y como la weona que soy me dio vergüenza así que cerré mis ojos. A los segundos unos labios se presionaron con los míos por un ratito y cuando abrí mis ojos el Mati estaba sonriendo.

—Obvio que quiero pololear contigo, piojo —me dio un piquito—. Te quiero.

Ay, canchatamara, cómo se respira.

culiao rico [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora