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—Ya, son las siete y media, creo que es hora de irse —le dije al Mati después de un rato de estar sentados en el piso.

—Puta... ya, vamos —nos paramos y me limpié el culo porque seguro se había ensuciado mi polar.

Bajamos las escaleras —mecánicas, oc— en silencio hasta que salimos del mall.

—¿Vai pa' tu casa, cierto? —me preguntó.

Giré mi cabeza para verlo—. Síp —respondí mientras tiraba de mas mangas de mi polerón—. ¿Entonces tomamos uno pa' las terrazas? Es que me gusta caminar desde ahí a mi casa.

El Mati se rio—. Ya, vamos —me tomó de la mano e hizo parar un colectivo.

¿Por qué sus manos siempre están calentitas y las mías heladas?

Igual hacemos linda pareja, ah. Los polos apuestos se atraen.

Nos subimos al colectivo, yo al lado de la ventana porque se lo gané, amo ir a la ventana. Él pagó por ambos como buen futuro esposo que es... además porque no ando con plata. El camino fue en silencio, yo iba mirando por la ventana así que no caché qué hacía el Mati.

Cuando me apretó la mano volteé a veerlo—. ¿Qué? —pregunté elevando un poco mis cejas.

—Nada, quería mirarte no más —me sonrió.

Creo que me morí.

—Culiao tierno —no, no, no, no en voz alta, por la chucha.

—Lo sé —me dio un besito en la mejilla.

Ahora po, conchetumare, cuando hace como dos horas teníai tu lengua atora' en mi garganta.

Le sonreí de vuelta y volví a mirar por la ventana el resto del camino. Cuando nos bajamos caminamos hasta mi casa en silencio de nuevo.

Ya, mucho silencio, hay que hablar.

—¿Y qué se supone que pasa ahora? —gran manera de comenzar una conversación, Alejandra, cada día mejoramos más.

—¿Con qué? —preguntó a la vez que parábamos de caminar.

—Con nosotros po, weón —juro que me sale solo el weón.

El Mati se rio mientras enarcaba una ceja.

¿Me veí cara de que te estoy webiando?

—¿Qué quieres que pase? —me soltó la mano y me tomó del polar para acercarme y luego abrazarme.

Ahora me gustaría que se chantes el paté pero no todo se puede.

—No sé —me encogí de hombros.

—Yo no te voy a obligar a nada, esto queda totalmente en tus manos.

qUE MI CORAZÓN ESTÁ COLGANDO EN TUS MANOS (88)

Solté un suspiro—. Puta, es que nos conocemos hace muy poco pero cualquiera que nos viera ahora pensaría que somos pololos ¿cachai? —metí mis manos en los bolsillos traseros de mi pantalón.

—¿Entonces qué propones? —entrelazó sus dedos en mi espalda.

Lo miré a los ojos un rato. Por la chucha. No quería perder lo poco que tenía con él, en serio, puede parecer muy weón, pero creo que me gusta.

—¿Andantes? —pregunté con un poco de vergüenza.

Él se rio un poco porque seguramente estaba roja—. Ya po, andantes.

👽👽👽

—¿Y? ¿En qué quedaron po? —me preguntó la Cono sonriendo.

culiao rico [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora