extra 4

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mati.

con-che-tumare.

¿Qué se supone que tengo que hacer en estos momentos?

—¡Matías, por la mierda! —me gritó mi hermosa y tierna polola desde el sillón—. ¡Ayúdame a subirme al auto y trae esa cagá de bolsa antes de que me vaya sola a la clínica!

Creo que voy a vomitar.

Asentí con la cabeza y subí rápidamente las escaleras —cabe destacar que me tropesé y casi me caí— a buscar el bolso que teníamos preparado para esta ocasión. Cuando lo dejé en el auto ayudé a la Ale para que se suba al auto y emprendimos rumbo al centro de salud.

El trayecto estuvo bastante tenso porque yo no sabía qué hacer o decir para calmar a la mujer a mi lado, y ella tenía bastante miedo.

Cuando llegamos a nuestro destino la ayudé a bajar con el bolso en mi hombro y nos entregaron una silla de ruedas.

qué suerte teníamos de tener trabajos con buena paga como para venir a una clínica.

La trasladaron a una habitación y una enfermera nos dió una bata para que se vista, luego nos dijo que vendrían a revisarla. La ayudé a cambiarse y llamé a su mamá y a la mía para avisarles y decirles que vengan porque estaba muy nervioso y tenía tres opciones: hacerme pipí, vomitar o desmayarme.

perdóname, amor, por lo que voy a hacer.

—¿Matías? ¿Qué weá...? —escuché la voz de la Ale mientras poco a poco mi vista se hacía borrosa y luego todo se volvió negro.

🥑🥑🥑

—Ay —me quejé de dolor cuando abrí mis ojos e intenté levantarme.

Preferí seguir acostado en lo que parecía ser una cama de hospital, pero no entiendo qué hacía yo ahí porque...

pichula

—¡Aló! —grité para llamar la atención de alguien, ya que tenía una intravenosa y me daba miedo sacarla solito—. ¡Hola! ¡Necesito ayuda por aquí!

Una enfermera apareció con su ceño fruncido y sonrió cuando se dio cuenta que había despertado.

—Hola, señor, ¿cómo se siente? —dijo mientras se acercaba a mí y revisaba la bolsa de suero y sacaba de su pantalón una linternita para hacerme seguirla con mis ojos.

—Hola... Eh, bien, pero necesito que me saque eso por favor, necesito ir a ver a mi pareja, ella t...

—Tuvo un bebé, lo sé —me sonrió con comprensión—. No se preocupe, su bebé está bien, es una niña muy linda —me guiñó un ojo—. Quedan al rededor de unos dos minutos para que el suero acabe, así que ahí recién podrá irse. Pero por lo demás se encuentra muy bien y su mujer no deja de preguntar por usted, así que apenas termine el suero apreta ese botón de ahí y vengo a quitarle todo, ¿bueno?

—Eh... bueno —dije aturdido, creo que habló mucho.

Salió del cuarto donde me encontraba y admito que conté los segundos mientras mantenía mi vista fija en la weá de suero goteando, eso hasta que mi mamá hizo su súper aparición y me dio un pequeño golpe en la frente.

—¿¡Cómo se te ocurre desmayarte ahí, cabro weón!? —negó con la cabeza y luego sonrió y juntó sus manos en su pecho—. ¡Mi nieta es hermosa, Mati! Estoy tan feliz de que todo haya salido bien... Bueno, todo menos tú —rodó sus ojos—. Pero ya no importa, ahora que te saquen eso vamos a ver a la Amelia, que déjame decirte de parece mucho a ti —guiñó un ojo.

Amelia... mi hija se llama Amelia.

Cuando me sacaron el aguja del brazo corrí por los pasillos de la clínica seguido por mi mamá y cuando llegué a la habitación donde se encontraba mi linda mujer mis ojos se aguaron, porque no podía creer que ella estuviera sosteniendo a Amelia, mi hija.

—¡Hasta que te dignaste a aparecer po! —me dijo mi piojo frunciendo el ceño—. Matías, en serio no puedo creer que te hayas desmayado, se supone que la asustada debía ser yo, no tú. Tú eras el que me tenía que calmar —resopló. Luego de unos segundos rió viendo que no avanzaba—. ¿Te vas a quedar ahí toda la noche? Porque estorbas la entrada, cariño —sonrió angelicalmente.

Reí porque ella siempre provocaba eso: hacerme feliz. No podía estar más feliz.

Me acerqué lentamente y me senté a su lado en la cama, besé su frente y pasé un brazo por su espalda mientras mi otra mano acarició la frente de mi hija. Era una pequeña bebé de piel entre blanca y morena, tenía unas delgadas y casi invisibles cejas castañas y una pequeña boca con delgados labios. Sus ojos estaban cerrados y dormía sin prestarnos atención alguna.

—Tenemos una bebé —susurré y la primera lágrima cayó.

—Sí, mi amor, tenemos un bebé —giré mi cabeza y ella tenía sus ojos llenos de lágrimas y una sonrisa tan hermosa que juro no olvidar nunca.

Esa es la sonrisa que quiero seguir viendo toda mi vida. Definitivamente.

De repente sentimos un flash y ambos levantamos la vista para ver a nuestras mamás y papás en la puerta, sonriendo.

Entraron en la habitación y cada uno quería sostener a la Amelia, pero mi piojo no quería y luego de diez minutos por fin desistió y dejó que su mamá la cargaba.

—Quita esa cara de amargada, piojo, te vas a arrugar —le dijo su papá molestándola.

—Déjame tranquila oh —le sacó la lengua y me reí—. ¡Tú no te rías oye!

Me reí más fuerte y le di un beso en la mejilla.

Sí, esto es lo que quería por el resto de mi vida.



holahola, buenas tardeeeeees.
es un poquito corto este extra pero se los había prometido y aquí está, así que espero les haya gustado y lo hayan disfrutado.
recuerden que tengo más novelas y tengo una recién salida del horno: "dame la pasá".
síganme en ig: enteragila.w, pero díganme q les acepte la solicitud porque no acepto todas, me da cosita que alguien que no viene de aquí me siga jeje.
besitosmuac

culiao rico [editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora